IV

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-¡Philip!- me desperté agitada por algún mal sueño que no logré recordar.

La habitación estaba en completo silencio, tan solo la brisa, que movía las ligeras cortinas con suavidad, daba melodía al ambiente.
Me levanté con torpeza y anduve hacia la ventana. Lilian tendía las sábanas.

-Buenos días- la saludé. Miró hacia arriba colocando su mano como visera para proteger sus ojos del radiante sol.

-¡Buenos días Megan!- me saludó con alegría.

-¿Sabes dónde está Philip?

-Sí, hablando por teléfono en el porche.

-¡Ooh Gracias!- dije alegrándome de repente antes de meter la cabeza. Había supuesto que habría ido otra vez a ver algo relacionado con la pasarela de otoño, o más trabajo.

Fui al baño y tras asearme y comprobar que ya de aquel arañazo no quedaba más que un leve rastro rosado, bajé corriendo las escaleras envuelta en mi bata.

El primero con el que me tropecé fue el pequeño Draco, que jugaba al pie de las escaleras con un pequeño cojín, aunque lo de pequeño se podía discutir, ya que en realidad era más grande que él. Tras saludarlo y acariciarlo, caminé hacia la entrada.

Philip hablaba por teléfono de espaldas a mí, en la mano sobrante tenía mi móvil.

-Sí, dile que sobre las seis- lo oí decir. Lo abracé, sobresaltándolo. Besé su espalda.

-Luego te llamo enana, Meg ya se ha levantado- una vez apartó el móvil de su rostro se giró hacia mí, antes de estrecharme en un fuerte abrazo para luego besar mis labios.

-¿Qué tramas?- pregunté metiendo las manos por debajo de su camiseta y sintiendo el espasmo de sus músculos con mi tacto. Su cuerpo estaba realmente cálido.

-Estás helada- dijo sin intentar librarse de mis manos. Intenté sacarlas para no molestarlo, pero me lo impidió -No me molestan- metió su móvil en el bolsillo de su pantalón, antes de abrazarme una vez más y quedarse allí, con la cabeza apoyada sobre la mía.

-¿Qué tal has dormido?

-Muy bien- dije acomodando mi cabeza junto a su pecho -Aunque me he levantado gritando tu nombre...- recordé.

-¿Y eso?- preguntó tras besar mi cabeza.

-No lo sé, algún mal sueño- dije encogiéndome de hombros -¿Y tú? ¿Cómo has dormido?

-Muy bien, pero poco. Me he levantado a las siete- lo miré.

-¿Llevas en pie desde tan temprano?- me sonrió al tiempo que le restaba importancia a la situación encogiéndose de hombros.

-En realidad estuve observándote durante una hora- sonrió divertido. Lo miré intrigada -Hubo un momento en el que no dejabas de sonreír, incluso llegué a pensar que estabas fingiendo estar dormida- reí algo avergonzada. A Philip le entró la risa, lo que provocó que me quedara mirándolo entre divertida, extrañada y aún más avergonzada -¿Por qué te sonrojas?- acarició mis mejillas con ambas manos. Esquivé su mirada antes de darme la vuelta e intentar escapar, pero rodeó mis caderas impidiendo la huida. Besó mi cuello -Tonta- me susurró al oído. Tapé mi rostro con mis manos.

-Te quiero tonto- dije. Me abrazó con fuerza.

-Ti amo il mio piccolo angelo- me susurró una vez más -Y nunca me cansaré de escuchar un te quiero que venga de ti.
Al escuchar aquello, la vergüenza desapareció para darle paso a la ternura que envolvió todo mi cuerpo con una calidez que acogió mi corazón. Aparté las manos de mi rostro y me quedé mirando al cielo. Las nubes se movían con pasmosa tranquilidad. Tanto la ráfaga de viento que agitó mis cabellos, como el cálido tacto que aportó la mano de Philip a mi vientre, me hicieron salir a la superficie de aquel hermoso mar azul que se extendía sobre nuestras cabezas.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Место, где живут истории. Откройте их для себя