Quattro

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Hubo algún momento en el que dejé de prestar atención a lo que ocurría a mi alrededor, pero lo cierto es que no se cuándo, siquiera me di cuenta de eso. Tan solo se que para cuando volví de mi mundo, ya tan solo bailaba la chica mientras los niños, sentados en corro alrededor de ella, la miraban con cara de embobados desde abajo.
Pestañeé varias veces.
Cuánto había estado embobada yo? Pegué un respingo al escuchar un trueno lejano acompañado de algún gritito de niños y las risas de algunos padres. Busqué a Philip nuevamente con la mirada y esta vez sí lo encontré. Salía del interior de la cafetería metiéndose en el bolsillo delantero de su pantalón, lo que supuse que sería su móvil.

-Dónde estabas?-mi voz sonó más lastimosa de lo que pretendía. Philip, quien se estaba sentando, se detuvo para mirarme con preocupación.

-Lo siento-se disculpó rápidamente-Estaba haciendo unas llamadas-yo, así sin más me eché a reír provocando que mi niño me mirara con cara de extrañado. Se sentó y apoyando los codos en la mesa de madera veteada, para luego apoyar su mentón entre sus manos. Se me quedó mirando con gesto aún extrañado, con una línea recta por boca y una frente poblada de arrugas por estar frunciendo el ceño. Reí nuevamente.

-Eres bipolar lo sabias?-me dijo cuando con mucho esfuerzo, logré quedarme seria.

-Es que me ha dado gracia que me pidieras perdón con esa carita de no haber roto un plato-sonrió, aunque intentó evitarlo.

-No pienso volver a pedirte perdón en mi vida si para colmo te ríes de mí-volví a reír.

-Sabías que te amo?-dije sin más. Esta vez no pudo evitar sonreír.

-Posdata, me encanta tu bipolaridad-tuve que volver a reír y esta vez lo contagié.

-A quién has llamado que has estado tanto tiempo hablando?-pregunté mientras buscaba la cámara en mi bolso, el cual había dejado antes en el suelo junto a la bolsa de los disfraces.

-A gente-dijo con tono burlón.

-Waw... que agudeza, genio- dije levantando la mirada del bolso para clavarla en él con cara de pocos amigos. Se echó a reír-Vale, vale... Entenderé que no quieras contarme tus cosas-dije victimizándome con el tono de mi voz.

-Es secreto de Estado, si te lo digo luego tendría que matarte-reí sin mirarlo.

-Eres idiota.

-Pero me quieres.

-Soñar es gratis.

-Sabes que tengo razón.

-Quizás, quizás, quizás.. -canturreé  provocando la risa de ambos después de nuestra pequeña disputa sin pausa-Ahora en serio, con quién hablabas?

-Con Alex y más personas que me ayudarán a hacerte una sorpresa y a montar la boda. Y ya tienes prohibido seguir preguntando-dijo como un robot programado.

Entrecerré los ojos y me quedé mirándolo mientras fruncía los labios. Él tan solo sonrió divertido antes de llevarse el vaso de coca cola a la boca.

-Puedo saber por lo menos lo que tienes pensado hacer en la casa para la boda?-pregunté mientras le sacaba una foto, en la que salió con una tímida sonrisa.

-Mmnop-dijo tan solo inclinándose en la mesa hacia mí para quitarme la cámara, la cual yo preparaba para sacarle otra foto.

-Ei!-me quejé para luego cruzarme de brazos y quedarme mirándolo ceñuda. Philip aprovechó para sacarme una foto provocando mi risa-Nuestro álbum de fotos va a ser realmente interesante.

-Muy cierto-dijo sonriendo-Pero seguramente viva enamorado de ese álbum-dijo ahora mirando a la pantalla de la cámara. Sonreí tontamente.

El chico del violín comenzó a tocar una canción bastante alegre. Todos en la cafetería se pusieron a dar palmas al ritmo de la canción mientras los niños, antes sentados, se levantaban y saltaban agarrados de las manos formando un corro que se movía girando alrededor de la chica que reía y bailaba. Yo sonreía como una tonta mientras seguía el ritmo de la música con las palmas.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora