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Bailábamos bajo la lluvia, nos besábamos y volvíamos a bailar entre risas. Philip tomó mis manos y comenzamos a dar vueltas, yo con los ojos cerrados eché la cabeza hacia atrás sintiendo la suave lluvia, sintiendo las frías gotitas sobre mis labios, sobre mis mejillas, mis párpados... Me comenzaba a marear así que abrí los ojos.

-Philip-dije sorprendida con una voz que no reconocí como mía. Philip era ahora un niño de melena semi rubia, hermoso, inocente... Agarraba aún mis manos y a pesar de su nuevo aspecto, yo tenía que mirarle desde abajo. Sorprendida y sin entender nada, miré mis manos. Eran pequeñas, las de una niña. Me arrodillé en el suelo y acerqué el rostro al gran espejo que era el suelo mojado, un espejo continuamente interrumpido por las pequeñas ondas formadas por las delicadas gotas. Una pequeña de cabellos negros y ondulados me miraba desde abajo con el ceño fruncido.

-Philip-quise una explicación. Al mirar al pequeño Philip, él comenzó a reír con su bonita risa de ruiseñor antes de echar a correr-Espera!-mi voz sonaba tan infantil como desesperada. Corrí durante un rato tras él por calles grises, callejuelas que no conocía. Corrí hasta que lo perdí de vista y tan solo me quedó intentar seguir su risa, pero incluso su risa cesó.

-Philip-sollocé-Philip!-grité comenzando a llorar desconsolada cayendo al suelo de rodillas. Lloré, lloré y lloré como jamás lo había hecho...-Philip-dije su nombre a modo de súplica, sintiendo un vacío doloroso en el pecho-Philip-sollocé su nombre una y otra vez sintiendo las lágrimas fundirse sobre mis mejillas con el agua de lluvia.

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-Hey, vamos pequeña, estoy aquí-al abrir los ojos y verlo allí, lo abracé con fuerza haciéndolo reír con tristeza-Qué soñabas? Te has puesto a llamarme y a llorar-acariciaba mi cabeza mientras me hablaba en tono suave.

-No sé, no... Me dejabas sola-mi voz sonó entrecortada.

-Ven, estás temblando-hizo que me tumbara y él, tumbado detrás mía, me abrazó, me pegó a su cuerpo rodeándome con sus brazos-Nunca-dijo tan solo tras unos segundos.

-Promételo-dije en un hilo de voz.

-Te lo prometo-poco a poco mis temblores desaparecieron sintiendo finalmente incluso calor, pero no estuve dispuesta a prescindir de aquel abrazo, así que tan solo cerré los ojos.

Al abrir los ojos me encontraba abrazada a mí misma y hecha un ovillo, mirando hacia la pared y enredada entre las sábanas. Me levanté rápidamente.

-Philip?-lo llamé arrodillada sobre el colchón. Entró por uno de los ventanales.

-Yo tú me tapaba... Claro, siempre y cuando no quieras que adelantemos el segundo pedido a la cigüeña-dijo divertido mientras rodeaba la "cortina" de cuadros y marcos para acercarse a la cama. Yo, al mirarme y ver que estaba tal y como vine al mundo, me tapé con la almohada haciéndolo reír-Buenos días enana-se tiró a la cama, consiguiendo con el brazo que cayera con él.

-Buenos días tonto-dije riendo. Se colocó sobre mí en diagonal, de modo que realmente lo único de su cuerpo sobre el mío, fuera su tronco. Apartó la almohada a la que aún me agarraba, yo como acto reflejo me tapé cruzando los brazos sobre mis pechos haciéndolo reír.

-Tranquila, ya tengo memorizado lo perfecta que eres-dijo mientras me apartaba las manos. Yo de forma estúpida, me puse nerviosa.

-Pelota-logré decir con ganas de volver a cruzar los brazos, pero él sostenía uno por la muñeca, mientras con su cuerpo se había ocupado de apresar el otro.

-Crees que miento?-me echó un rápido vistazo. Yo, sintiendo como el calor ascendía a mis mejillas, intenté zafarme de su agarre, pero fue inútil.

-Philip-me quejé haciéndolo reír. Se inclinó para besarme en el centro del pecho, antes de besar mis labios.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now