Dieci

2K 43 14
                                    

Tras entregarle a Ángela el cheque firmado por mi padre y poner los papeles en regla a nombre de Philip por el tema de la mayoría de edad, nuestro viaje estaba a punto de dar comienzo.

-Gracias por hacer de bastón, no quería protagonizar otra escenita del national geographic-dijo Ángela soltando el brazo de Philip, quien había tenido que servir de guía en el fangoso camino de vuelta. Yo por si las moscas me ahorré el agarrarme, puesto que precisamente ellos habían sido los del complejo de rollito de primavera en el barro. Cada vez que la patosa de nuestra agente inmobiliaria estaba a punto de resbalar, yo tenía que hacer un enorme esfuerzo por no reír. Philip en cambio sonreía divertido mirándome sin pensar en nada, supongo que ambos disfrutábamos simplemente de las vistas cuando nuestras miradas se encontraban.

La noche comenzaba a refrescar y cada vez que la suave brisa se levantaba agitando las hojas, los bellos se me erizaban. Por entre las ramas de los árboles se podían ver las pequeñas lucecitas salpicadas por el cielo.

-Pues chicos, gracias por todo. A la vuelta de vuestro viaje ya vemos lo de los muebles y tal-dijo Ángela mientras cerraba el diminuto portón, aunque resultaba bastante ridículo teniendo en cuenta que unido a este no habían muros, por lo que tan solo con rodearlo los visitantes tenían vía libre. Aunque supongo que ninguno se arriesgaría a nadar en arenas movedizas, que era lo que suponía aquel lodazal que había por tierra. Sino que se lo preguntaran a Ángela.

-A ti-comencé a decir-No ha estado tan mal pasar la tarde en tu compañía-Philip acababa de abrir el coche y tras dejar mi bolso en la parte de atrás del coche, fue hacia el maletero en busca de algo.

-Eso quiere decir que te he terminado cayendo genial!-dijo con una mezcla de alegría y altanería, como sintiéndose victoriosa.

-Más quisieras, tan solo no me has caído tan mal como te mereces-ambas hablábamos con los brazos en jarra.

-Reconócelo Megana, te he caído súper.

-Cierto, eres especial, pero especialmente pesada y sí, súper, pero súper repelente cuando te lo propones.

-Oye! Philip a ti sí te he caído genial verdad?-antes de poder girar la cara para mirar a mi niño, me encontré con los hombros cubiertos por una de sus sudaderas con cremallera de color azul marino.

-No me has caído mal-dijo mirando a Ángela antes de mirarme y dedicarme otra de sus leves sonrisas.

-Y esto?-pregunté levantando en el aire una de las mangas que me colgaban por los costados.

-Pensé que tendrías frío-imité su sonrisa.

-Prefiero que me abrigues así-dije girando el cuerpo por completo hacia él para poder abrazarlo. Amaba sentir sus locos latidos golpeando su pecho. Cerré los ojos mientras sus manos atraían mi cuerpo hacia el suyo.

-No hace falta que lo pidas dos veces-apoyó su cabeza en mí.

-Oye parejita fabricadora de ñoñerías, dulzuras y cursiladas, aquí tenéis las llaves, llamadme cuando volváis y hablamos-dijo Ángela antes de subir a su coche y arrancarlo provocando nuestras risas. Me aparté de Philip para despedirla viendo que había dejado las llaves sobre el capot del coche.

-Adios chica diabética, te traeré un novio de regalo cuando volvamos, así nos comprenderás. Aunque para eso necesitas a un Philip en tu vida-le dije mientras ella bajaba la ventanilla.

-Por mi me quedo con el plan de un Philip en mi vida, te abro el maletero?

-Qué has dicho de que no quieres a mi Philip? Lo entiendo, cuestión de moral-ironicé provocando la risa de ambos.

-Captado el mensaje-dijo ella riendo mientras se abrochaba el cinturón-Bueno parejita, disfrutad vuestro viaje-dijo antes de darle volumen a la radio con intención de fundir tres y un futuro par de oídos-Os gusta eh? Es Gentleman de PSY-casi gritó ella.

-Soy de gustos más tranquilitos.

-Aburrida, eso es lo que eres! Venga, nos vemos!-vi la gloria en cuanto subió la ventanilla.

-Yo ella bajase un poco la música o la ventanilla-dijo mi pequeñajo cogiendo las llaves del capot.

-Déjala, si se va a ver preciosa con un sonotone en manos-dije viendo como tras dar marcha atrás, el coche se alejaba despidiéndonos con dos bocinazos-Bueno, supongo que empieza aquí-dije caminando hacia mi niño que se encontraba apoyado en la puerta del copiloto.

-Nuestro viaje?-extendió sus manos hacia mí. Asentí con la cabeza antes de tomarlas.

-Sabes lo que me apetece?-pregunté jugueteando con sus dedos mientras me acercaba más a él.

-No se lo que te apetecerá a ti, pero sí me hago una idea de lo que me apetece a mí-dijo librándose de mis manos para rodear mi cintura con las suyas y tirar de mí pudiendo así robarme un beso.

-Ladronzuelo.

-Me declaro culpable-bromeó antes de robarme otro, aunque mucho más corto que el anterior-En marcha?-me preguntó con voz alegre haciéndome sonreír.

-En marcha-dije apartándome para dejarle paso. Se acercó una última vez para recolocarme tras la oreja un mechón que se me había soltado de la coleta antes de besar mi mejilla, para luego rodear el coche hacia su puerta. Sonreí viéndolo caminar mientras me ponía bien la sudadera y cerraba la cremallera.

-Bobo-le dije al ver que me sacaba la lengua antes de abrir la puerta y entrar al coche.

-Qué destino bella dama?-me dijo mientras entraba al coche, con tono divertido.

-Mm...-pensé mirando el pequeño reloj digital del salpicadero-Vaya, es más tarde de lo que esperaba.

-Las diez, tampoco es tan tarde, aunque...-se calló mientras giraba la llave ya en el contacto.

-Aunque qué?-pregunté yo mientras comenzábamos a dar marcha atrás.

-Que quiero que duermas, pero no en el coche.

-Te preocupas por mí en lugar de por la parte en la que tú no duermes?-rio por lo bajo.

-Está claro-dijo sonriendo mientras llevaba la mano a la radio del coche.
Los árboles ya iluminados por las luces largas, parecían querer correr por nuestro lado aunque en dirección contraria, mimetizándose poco después en la oscuridad-Tú eres la que tiene que descansar-me dedicó una mirada rápida tras elegir una emisora y subir el volumen. No se cuál fue la canción que terminó, pero si la que comenzó, Safe and sound de Taylor Swift. No pude evitar quedarme mirando a Philip, que me miró primero de reojo y al ver que lo miraba me dedicó una rápida mirada acompañada de una dulce sonrisa, la cual me contagió y a pesar de que aquellos ojos ya no me miraban, me intimidó obligándome a mirar hacia la ventana. Todo el camino lo pasamos rodeados de oscuridad y grandes árboles, los cuales por su altura, únicamente se delimitaban por el oscuro cielo. Eran pocas las casas de por allí, por lo menos las que se veían desde la carretera, de las otras tan solo se veían las ostentosas entradas, algunas dignas de portada.

Tal y como dijo Ángela-pensé apoyando la cabeza en el frío cristal. Casi gemí de desagrado antes de apartarme, llamando la atención de Philip.

-Estás bien?-me preguntó. Lo miré sonriendo levemente mientras asentía y me tapaba la cabeza con la capucha de la sudadera.

-Cristales demasiado fríos-dije apoyándome nuevamente en el cristal provocando su risa suave. De soslayo pude ver como manipulaba algo en el salpicadero, poco después incluso la temperatura del cristal al otro lado de la tela se volvió más agradable.
Poco a poco comprendí lo débiles e inofensivos que se podían sentir los bebés ante el cansancio, cuando los acostaban en sus cunas con aquellos extraños juguetitos de los cuales tendría que terminar por aprender el nombre, los mismos que giran sobre sus cabezas acompañados de una canción de cuna. Acaricié mi vientre prácticamente con inconsciencia.
Los árboles corriendo en nuestra dirección, hacían de mi perfecto movimiento regular, tranquilo y adormecedor, y la canción de la cual tan solo conseguía escuchar los acordes de guitarra, era mi nana.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now