❀ 𝓝𝓪𝓻𝓻𝓪 𝓔𝓻𝓲𝓴𝓪 ❀
Acaba de arrebatarme la poca libertad que me quedaba inerte. Sentí que entraba en mi, invadiendo mi cuerpo como una segunda piel y paralizándome el corazón.
Era demasiada magia oscura concentrada e intente apartarme como pude de Ashkore, pero este me abrazo aun más contra él, soltando finalmente la daga que callo al suelo con un sonido metálico.
Intente abrir los labios para soltar un sonido desgarrador, cuando noté que algo inundaba mi paladar y entraba hacia mi garganta. Una sombra negra emergía de su boca hacia la mía, uniéndonos.
— ¡No... !
Llorando, suplicaba que acabase el sufrimiento. Ashkore junto nuestros labios con violencia, aumentando notablemente la fuerza de la masa negra que se sumergía en mi, y que literalmente, sentía que ocupaba cada rincón de mi cuerpo.
Separo lentamente nuestras bocas y finalmente todo cesó.
Como consecuencia, caí al suelo como un peso muerto y comencé a toser arañándome la garganta mientras todo mi cuerpo temblaba con pequeños espasmos.
Rápidamente las manos de Ashkore se situaron alrededor de mi cintura para ponerme en pie, pero de un codazo las aparte violentamente:
— ¡NO ME TOQUES! —grité con la voz rota.
Lance a duras penas una mirada de odio, ya que todo a mi alrededor estaba un poco borroso y veía doble.
Sentía que mi cuerpo no era parte de mi, que mi alma estaba encerrada dentro de mi piel la cuál ya no me pertenecía y eso me provocaba una rabia inmensa, al ver como él cada vez me ganaba más terreno y acabaría por derrotarme de una vez por todas.
Pero un sentimiento se mantenía en mi cabeza;
Es lo correcto.
Para derrotarlo tenía que utilizar toda mi fuerza y eso implicaba convertirme en un verdadero dragón. Necesitaba salvar a Eldarya, al Oráculo y sobretodo, por encima de todas las cosas, a Valkyon.
En este momento solo pensaba en que por mucho que yo sufriese, quería salvarlo, me daba igual todo.
Baje la mirada lentamente hacia el suelo de nuevo, pero me sujeto el mentón obligándome a mirarlo, a penas varios centímetros de su rostro.
— Desde ahora, levantarme la voz se va a convertir en el menor de tus problemas, Erika. —murmuro con una voz profunda y ronca.
Mordí mi labio inferior conteniendo alguna contestación y suspire pesadamente. Acto seguido, volvió a rodearme con sus brazos y no tuve mas remedio que dejar que me cargase hasta el sofá, ya que mis piernas a penas me respondían.
Apoye mi espalda contra el mullido cojín y me encogí de hombros, ya que al estar desnuda me estaba congelando de frío.
Ashkore se dio cuenta de esto, agarro su capa y me enrollo en ella, quedando envuelta en la tela que apestaba a su olor y se quedo mirando fijamente, con el rostro serio.
— Fui antiguo miembro de la Guardia años atrás. —murmuro, sin apartar la vista ni un solo instante—. Entré en la guardia Obsidiana y tiempo después me ascendieron a jefe.
Con los ojos como platos, le escuche atentamente con el corazón en la palma de la mano.
Fue jefe de la guardia obsidiana antes de Valkyon...
— Sabían que yo era un dragón, pero mantuvieron el secreto. Todo iba bien cuando las ratas de la guardia me traicionaron, y sobretodo, Valkyon. —su voz se iba tornando más grave—. Comenzaron a discrepar de mis dotes de liderazgo y mi manera de resolver conflictos a través de la muerte en vez de al dialogo, también de mi iniciativa para usar cristales contaminados de armas. Llego el día que embarcamos hacia las tierras de Jade donde los mercenarios empezaron una matanza contra los kitsune y tuvimos que intervenir...
Mantuvo silencio unos segundos y apretó la tela del sofá;
— ... después de acabar con los humanos, me tendieron una trampa. —gruño, mientras sus ojos brillaban recordando el pasado—. Quisieron arrebatarme mis poderes para que nunca pudiese utilizarnos con mis fines destructivos. Valkyon fue el encargado de dormirme y quitármelos él mismo.
Poco a poco, comencé a entender toda esa rabia y sufrimiento que sentía por su culpa. Su mejor amigo, había intentado arrebatarlo lo más valioso que tenía... justo como habían intentando conmigo.
— Pero no consiguieron nada. —terminó—. Me estaba oliendo algo desde el principio y antes de que pudiese hacer nada lo apuñalé, pero falle y quedo desangrándose. No me dio tiempo a re-matarlo cuando me enfrente contra todos y maté a los antiguos jefes de la guardia Sombra y Absenta. Conjure un hechizo para que no volviesen a recordar mi rostro y los deje tirados en la isla. Volví al Cuartel y hice lo mismo, despedazando el Cristal.
— Dios mio...
Todas las piezas del puzzle me encajaban; el odio infinito hacia ellos y el por qué los conoce tan bien, junto al asunto de la mascara.
— Y-yo... no se que decir, Ashkore. —confesé—. Realmente no entiendo por qué te hicieron eso, no son así...
— Por que nos tienen miedo. —intervino para quitarme la palabra—. Nos han echo exactamente lo mismo, pero con la excepción de que contigo se limitaron a encerrarte.
Callé, dándole indirectamente la razón con una mirada al suelo. Sentí el colchón flaquear al levantarse y observe sus pies que de dirigían al escritorio.
— Tienes una fe ciega en ellos, solo por qué no quieres tener razones para ponerte de mi lado, ya que eso te convertiría en una asesina, ¿no es así? —preguntó, soltando un bufido—. Y sobretodo él, es el tipo de chico que cuanto más callado esta, más las mata callando.
— ¡Deja de arrebatar contra Valkyon! Comprendo que haya echo las cosas mal, pero el hizo lo que pensaba que era correcto, aunque en general la Guardia cometa errores, los hace intentando no provocar daños mayores. —me levanté con poca fuerza, para ponerme a su nivel.
— Qué fe... —una sonrisa burlona se escurrió de sus labios formando una macabra sonrisa de hiena.
— No es fe. Es amor.
Su sonrisa se desvaneció a la vez que su rostro se ensombreció, de manera amenazadora y giro su cuerpo hacia mí, pero seguí firme.
— Olvídate de el.
Sus palabras me acuchillaban junto a su mirada, pero continué en mis trece y negué suavemente.
— No puedo hacerlo. —susurre.
Se fue acercando a mi con rapidez, acorralándome contra una estantería donde mi espalda toco los libros y deposito ambas manos a cada lado de mi cabeza, con su rostro muy cerca del mío;
— Esta es tu parte del trato. No quiero que vuelvas a acercarte a Valkyon nunca más.
Se aparto de mi, pero le agarré del brazo rapidamente.
— Ashkore... no me hagas esto, no me pidas esto. —murmure entre sollozos—. No puedo hacerlo, pídeme cualquier otra cosa, pero sabes perfectamente que esto no puedo cumplirlo.
— Lo sé, por eso... —susurro y clavo su afilada mirada en mi—. Dejaré que experimentes lo que ocurrirá cada vez que desobedezcas cualquiera de mis ordenes.
Nada más decir eso, sentí que la cicatriz de mi espalda comenzaba a arder y un dolor me inmovilizo el cuerpo, cayendo al suelo de piedra rasgando mi fina y sensible piel. En unos instantes, note que cada nervio de mi cuerpo se resquebrajaba y sentí el dolor de mil huesos quebrándose.
— ¡ASHKORE!
Intente gritar pero de mi boca no salio ni un solo sonido, muda del dolor. Mientras tanto, Ashkore estaba sentado en el sofá, observándome como si de un espectáculo se tratase, y dejó deslizar una sonrisa;
— ¿Duele, eh? Y es tan solo una parte de esta preciosa maldición, se podría decir que la parte que no te mata. —susurro, ladeando su cabeza sin apartar la vista de mi—. ¿Quieres que pare?
Asentí a duras penas dando pequeños espasmos con mi barbilla.
— P-por favor... —con las últimas fuerzas que me quedaban, murmuré débil—. Para de hacerme daño...
El dolor comenzó a disminuir hasta que solo quedó la sensación de mis músculos dañados por la presión. Ashkore me llevo hacia sus brazos, apoyando mi rostro en su cuello y acaricio mi cabello, apartando un mechón detrás de mi oreja.
— Volverás al Cuartel y le dirás a Valkyon que no quieres saber nada de él. —susurro con aliento frío—. Si lo haces, la maldición no te matara y él podría mantenerse a salvo también.
Sin poder evitarlo mis ojos se empañaron de lagrimas y se escurrían por mis mejillas como lluvia. Empece a llorar de tristeza, mientras Ash seguía susurrando en mi oreja;
— Vendrás casi todas las noches a la cueva y seré tu mentor. —dicto su parte del trato, y con la punta de la nariz acaricio mi cuello haciéndome estremecer—. Y cuando yo te lo ordenes, vendrás a mi cuarto.
Sabía lo que eso significaba y mordí mi labio inferior, haciéndome un fino corte y agaché la cabeza, para poder sufrir en silencio entre los brazos del que yo consideraba el hombre más cruel y despiadado.
✶ 𝓝𝓪𝓻𝓻𝓪 𝓥𝓪𝓵𝓴𝔂𝓸𝓷 ✶
Escuchaba a las enfermeras de arriba a bajo, a Miiko revolotear por los pasillos gritando, y como mis compañeros se iban recuperando poco a poco en sus camillas.
Pero yo seguía en la camilla, tumbado sin poder reaccionar a nada. Llevaba varios días así, bajo la atenta mirada de toda la guardia preocupada por mi salud y sobretodo del joven elfo, que pasaba las noches en vela a mi lado.
Pero en un instante, todo cambio.
Sentí un dolor indescriptible en el pecho y abrí los ojos de par en par, incorporándome de un sopetón haciendo que los distintos tubos que estaban conectados a mi se resquebrajasen. Oí a Ewe soltar una exclamación de sorpresa;
— ¡Valkyon! —corrido hacia mi y volvió a conectarme—. ¡Ten cuidado, no te incorpores de manera tan brusca!
Ella me hablaba pero no la prestaba atención.
En mi cabeza comenzaron a aparecer flashbacks de cuando Erika me ataco, de sus ojos tristes y el momento que nos separaron. Otros pensamientos llegaron a mi cabeza rápidamente, ella saltando de la ventana y huyendo hacia el bosque, y sobretodo... en manos de Ashkore.
A pesar de ser pensamientos fugaces y casi borrosos, sentí que eran demasiado reales. Antes de poder salir del trance mientras la enfermera me sacudía, oí la voz del Óraculo;
— Salvala... —repetía incansablemente—.'Te necesita...
Mi voz se quebró y me gire hacia la elfa, agarrándola el brazo.
— ¿Donde esta Eri? —pregunté angustiado.
— Deberías descansar... es un momento dificil ahora.
— No esta aquí... ¿¡No lo esta, no!? —volví a preguntar con demasiado nerviosismo, tanto que casi la hago daño—. ¿Se la ha llevado?
Vi como su mirada de asombro se oscurecía y me dedica una mueca de apoyo. No pude esperar más de ella, así que me levante de la cama y me comencé a vestir la parte de arriba.
— ¡Valkyon! ¡Te he dicho que tienes que estar en reposo! —me regaño, intentando quitar de mi alcance la ropa.
— ¡Me da igual! —gruñí—. Se esta haciendo demasiado tarde, tengo que ir a buscarla.
— ¡Espera! —sujetó mi brazo, intentando de nuevo pararme los pies—. Ya están en ello, ha salido una patrulla hace nada, por ahora solo tienes que...
Me deshice con suma facilidad de su agarre y la empuje levemente hacia un lado, saliendo encopetado hacia fuera de la enfermería donde Ewelein me intento seguir a duras penas. Por las escaleras me encontré de frente a Ezarel;
— ¡T-tío! ¿Qué haces dando vueltas nada más despertar? —observo como la elfa me persiguió y me miro con una ceja levantada—. ¿Qué esta...?
— ¡EZAREL, DETENLE! ¡Se suponía que tu estabas pendiente de él, yo estaba cuidando a Nevra!
— ¡Joder, Ewe! ¡He salido a un puto descanso de diez minutos! —chillo y me empezo a perseguir también—. Hermano, ¿que cojones pasa?
Baje a toda prisa hacia la sala donde se encontraban los miembros de mi guardia, y sus caras se fundieron en un asombro y felicidad que poca veces les he visto. Me pare ante todos ellos y dicté duro;
— Coged armas y provisiones. Vamos a salir una segunda patrulla.
[Cᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀᴀ... ]