Ambición.

Par nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... Plus

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 50

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Par nickrespin

Dynasty - MIIA. One hour.

Espero que lo disfruten y en sus comentarios dejen sus pensamientos y emociones.

—¿Está confirmado? —pregunto.

Puedo escuchar el suspiro al otro lado de la línea

—Sí, tiene todos los síntomas, se le hicieron las pruebas correspondientes y al no obtener nada claro... te puedo asegurar que estamos frente a un caso confirmado de EBÓSIL.

Hago puños ante magnitud del problema.

>>El primero en México. Ya ordene las medidas correspondientes en el hospital y mande una alerta a los demás hospitales, pero imagino que será la organización quien de aviso a las autoridades para esta prevenidos.

—Lo haré. —observo el informe de lo que hace Montserrat— Y Damián, no olvides que cuando tu padre vuelva de la misión en siria tenemos una plática pendiente.

—No lo olvido, pero volviendo con el tema de EBÓSIL, ¿Sabes si Alessia ya tiene el antídoto del que hablo?

No lo sé, ultimadamente no me dice nada, estoy cansado de seguir sus pasos.

—Ella no se volverá a involucrar, no va a regalar nada, la forma de distribución dependerá de ella.

Unas cuantas palabras más y terminamos la conversación

Veo la llamada entrante de Belial, pero por primera vez no la tomo. No estoy de humor para sus reproches. Que agradezca que Alessia no ha tocado el tema de ellos.

Porque cuando lo haga no dudaré en decirle que cuando ella estaba siendo atacada por RS, él lo pudo evitar, además Sofía y él no fueron parte de los integrantes de PODER que ayudaron antes de que nosotros llegáramos.

—Oleg, ya trajeron lo que pediste, en estos momentos lo están llevando a tu calabozo personal. —informa Caleb sonriente.

Y como no, si él junto a Vyshe me ayudaron en el arte que hicimos.

—Bien, iré unos momentos antes, necesito hablar con ella. —hace una mueca.

Me sigue mientras introduzco el código que abre el compartimiento, mostrando las gradas.

—Te diría que te acompaño, pero no se me apetece verla. —no le hago caso mientras empiezo a bajar.

EBÓSIL.

Cada paso sobre el suelo en cementado retumba por todo el pasadizo.

El chillido de las ratas me pone tenso, pero lo ignoro y continúo mi camino hasta llegar a mi destino que es, la celda más grande.

Hago mala cara ante el horrible hedor del sitio.

—Por lo visto te ha sentado bien el cambio de aires. —llamo su atención.

El bulto en el suelo se mueve entre el mugriento suelo.

—Mi amor. —susurra.

La mujer andrajosa se arrastra hasta sacar la mano de las rejas, pega su pecho a los barrotes y ni aun así logra tocar mis botas.

—Viniste... —empieza a toser—. Sabía que vendrías por mí.

Sigo observando cada movimiento, desesperado por un poco de atención.

Las personas son estúpidas al no alejarse de quien las daña, les gusta ser pisoteados de la peor manera, porque independientemente de los maltratos que sufran, siempre estarán sumisos y obedientes.

Es así de fácil, no importa el dolor y humillación, una vez logres atrapar a alguien, no hay poder humano que los desvincule del insano, apegó.

Prueba de ello, es ver a Mariana mendigando amor de su verdugo.

—¿Disfrutando tu calvario?

—No, no me gusta. Sácame de aquí, por favor. —chilla.

Sigo viendo hasta dónde es capaz de llegar.

—Vas a salir de aquí, te lo aseguro, pero no será hoy y para que no estés sola te traje compañía. —asiente emocionada.

Le hago una seña a los agentes y traen a los dos hombres, destruidos y marcados por mí.

—Voy a matarte... —no termina la oración cuando ya está en el suelo.

Veo mal a Alek, el hermano de Rustam, quien lo ha noqueado.

—Ese wey ya me tenía harto. —lo ignoro mientras arrastran el cuerpo a la celda—. Hola mujer en descomposición. —saluda a Mariana, quien lo ignora sin dejar de verme con un estúpido brillo en sus ojos.

Otros agentes acompañan al otro que incluso se encuentra más golpeado, pero aun con su único ojo y un poco cojo entra sin que se lo ordene.

Inspecciona el lugar para después sentarse en el catre más aislado que no le llega ni un rayo de luz de la vieja lámpara

—Vámonos. —me doy la vuelta.

—¡No tardes en venir mi amor! —chilla Mariana.

Me da dolor de cabeza y náuseas recordar porque sigue encerrada.

Salimos de los túneles hasta llegar a la propiedad en la que recibo el paquete que ya ansío, abrir.

—Retírate. —la agente obedece.

Me quedo apreciando el paquete, no me interesa lo que me dirá Ágata, esta vez, así que guardo la nota. Me concentro únicamente en mi diseño.

Introduzco la contraseña y con clic se abre.

—A ver. —llega Alek a mi lado quitándomelo—. No manches wey, pero que pinche hermosa está la sortija. —mi rostro se calienta al ver que se lo ha puesto en el dedo meñique.

—¡Deja de molestar y fuera de mi casa! —se lo quito.

—Wey, deja de estar de mamoncito...

—¡Largo! —grito.

Se hace el digno y cuando Iryna entra él aprovecha para largarse.

—¿Qué tienes ahí? —cierro la caja y ella me mira con picardía—. ¿Es lo que creo que es?

—¡No!

La dejo chismoseando con los demás que están entrando, mientras yo me encierro en el despacho.

Cuando me encuentro solo me atrevo a sacar la joya, observo diseño y sobre él, el diamante que contiene más funciones de las que pueda necesitar.

Si ella lo porta siempre, estaré más tranquilo.

Lo meto en mi camuflado y salgo a distraerme un poco.

Tanto estrés me llevará a un colapso como los de la doctora.

***

—¿Tienes tiempo? —interrumpe Young Min.

Bajo los papeles repasándola, su piel pálida resalta más con el camuflado negro.

—Pasa.

Camina un poco insegura, algo no típico en ella.

—No sé cómo decirte esto. —me recuesto en la silla.

—Si tantas vueltas Min.

Sonríe y me empieza hablar de ciertos temas difíciles, hay muchas cosas de las que teníamos que aclarar y con tantos pendientes en que pensar, no lo había recordado.

Me alegro de que se tome el tiempo para hacerlo y que no haya rencores.

Seguimos hablando y poco a poco pierdo la noción del tiempo.

Justo ahora recuerdo porque estuve con ella y porque decidí proponerle matrimonio. Me gusta de esta manera y pasar el tiempo juntos remueve el pasado.

***

—No quiero que ella sea parte de esto. —murmura Caleb en mi oído.

Desde que entre junto con Min al sitio, todos han estado renuentes con ella.

—Como les estaba diciendo. —continúa Rustam—. Tenemos problemas con las demás invitaciones, solo la sexta parte del equipo estará dentro y eso puede restarnos puntos.

Se sigue discutiendo, pero por mi parte no puedo dejar de ver a Min, que está con más ojeras de lo normal.

—¡Buenas, Buenas! —interrumpe Alek y el rostro de Rustam se torna rojo.

—No seas imprudente y sal de aquí. —reprende.

Alek abre la boca y su mirada brilla al detallar a todo el equipo.

—¿Puedo quedarme? —junta las manos—. Por fis.

—No.

—Oleg. —se dirige a mí.

Me hago el desentendido porque no estoy para sus estúpidas ocurrencias.

—Es confidencial, reúnete con tu escuadrón, soldado. —lo corre Adrián.

—Wey, no seas así, somos compas, no lo olvides. —nos ve a todos y al ver que nadie le hace caso se cruza de brazos.

—Te acompaño a la salida. —se levanta Sebastián.

—Hermanito...

—No lo conozco.

Los días siguen pasando y en una ocasión que converso con Min, Caleb entra sin esperar.

—Superior, le dije que no podía pasar. —informa Martina viendo mal agente por seguir el protocolo.

—Déjanos solos. —se retira—. ¿Qué demonios quieres y porque entras así?

La tensión en su cuerpo es notable al ver a Min, pero sé que ya sabía que estaba conmigo.

—Hace unos minutos Alessia está en televisión, debes verlo. —me tiende el aparato.

No me inmuto ante lo que veo, observo su rostro con algunas secuelas del atentado, sin una gota de maquillaje y por sus palabras sé que no le afecta.

La he estado evitando porque si quiere seguir conmigo las cosas serán diferentes.

Todo o nada...

—¿Es cierto que se va porque se encuentra en estado de gestación y es algo que le avergüenza, pero el padre no está de acuerdo en el abordo? —mis dientes chocan ante la pregunta.

—Fuera de aquí ahora. —corro a los agentes.

Caleb sonríe mientras Min finge que no le importa.

Por mi parte no dejo de ver el rostro de Alessia que se ha quedado indignada, pero después sonríe y eso no es bueno.

Cuidado con tus imprudencias...

—Mi legado será lo más deseado y vergüenza no será algo que defina mi estado. —responde segura.

Hago puños sintiendo una opresión en mi pecho.

—¡Doctora! Entonces es verdad y se encuentra embarazada.

Las preguntas que desata su respuesta solo sirven para aumentar mi migraña.

—Repito, mi legado va a nacer en el mejor ambiente. —alza el rostro, al menos piensas, maldita, desquiciada—. Todo a su tiempo, porque no puede esperarse que alguien que viene de mí, obtenga menos.

Curvo mis labios.

—Así que no te niegas a la posibilidad de ser madre. —sobo mi barbilla.

Frunzo las cejas al recordar el estúpido nombre que le ha dado a mis perros.

Bogdánov Carvajal.

—Si mimas y mal crías a los perros no me imagino...

—¿Qué nos dice del hombre con el que se ha visto en los últimos días? ¿Se trata de su pareja sentimental? —ruedo los ojos.

—Lo mejor para la mejor.

—Ridícula.

Es evidente que soy el mejor, haya ella si sigue con sus mierdas.

***

Al ver la hora me percato que Alessia está a dos horas de abordar.

Alessia...

—Puedes acompañarme. —pide Min cuando hemos finalizado.

—Que sea rápido. —me levanto.

La acompaño mientras me muestra las estadísticas, pero desde que entre no puedo dejar de verla.

Hay algo diferente en ella que llama mi atención impidiendo que la deje de ver sus labios, en un acto impulsivo me abalanzo y la beso.

Sentir sus finos y suaves labios me desconcierta. Ella no parece sorprendida y continúa levando sus manos a mi cuello mientras la alzo para subirla a mi regazo.

Quiero más.

Llego, junto a Yuri y algunos agentes que se dispersan entre los civiles, al aeropuerto de Rusia.

El cambio de temperatura es notable, pero al parecer solo me afecta a mí y a unos cuantos extranjeros.

Recogemos nuestras maletas y salimos en busca de las personas que nos recogerían, sin embargo, me llevo un amargo sabor de boca al verla.

—Bienvenidos. —saluda Young Min.

—¿Qué haces aquí? Creí que Oleg mandaría a Alek...

—Precisamente por eso estoy aquí. —lo interrumpe—. Mi prometido te ha estado llamando, pero al ver que no respondes me mando.

Yuri frunce las cejas y debo admitir que a mí también me desconcierta.

—Exactamente para qué. —inquiero.

Nos alejamos de la multitud para obtener privacidad.

Al detenernos me repasa de pies a cabeza.

—Sé que en mi ausencia fuiste tú la que te acostaste con él. —curvo los labios.

Era de esperarse que esto sucediera, y como se lo dije a la Bestia.

No me importa.

—¿Esto es un reclamo? Porque hasta donde tengo entendido, lo que ustedes tuvieron se terminó.

—Quien tuvo que respetar lo que teníamos era él, tú no pudiste haber entrado si él no lo hubiera permitido. —acepta—. Por lo que no, no es un reclamo, sino una advertencia.

—No estoy interesada en esta conversación. —Yuri a mi lado se remueve incómodo, pero no interrumpe.

—No cometas mis errores, si lo hizo una vez lo volverá a hacer, sin importar lo que te haya prometido. —arrugo las cejas—. Te lo digo porque soy mujer y...

—No es por ofender, pero no me agrada esta conversación y te voy a pedir que no te metas en asuntos que no son de tu incumbencia.

Esto es el colmo, jamás permite que se metieran en mi vida y ella no será la excepción.

>>No me importa ni me interesa como fue tu relación y experiencia con él. No somos iguales y el resultado es evidente.

—Debes escucharme, las cosas han cambiado.

Analizo las pocas palabras no queriendo alargar esta innecesaria conversación.

—Antes dijiste prometido. —recuerdo—. ¿Por qué mientes? Cuál es la necesidad de querer fastidiar. —me quejo.

—Lo nuestro es fuerte y al llegar a Rusia me confesó que contigo se ha sentido confundido. —alzo el mentón—. No me haré la tonta, lo que ustedes tuvieron fue algo intenso, pero la distancia solo le sirvió para aclarar sus dudas y mírame aquí. —se encoge de hombros.

La distancia sirvió para darnos cuenta la obsesión que tenemos, no las estupideces que dice.

—No te creo...

Alza el móvil dejándome muda.

No, mierda no.

—Aless, debemos irnos. —me llama Yuri al ver lo mismo que yo.

El bajón es inmediato y debo sostenerme del ruso para no caer.

—No dependas de él como lo hago yo, no es sano ni bonito. —me muestra la siguiente que es aún peor—. Es una tortura.

Mi ritmo cardíaco se dispara ante la puñalada.

No sé qué rostro pongo, pero por el de ellos imagino que no la mejor.

No es cierto.

Me recompongo a los segundos y carraspeo antes de hablar.

—No tengo nada que hacer aquí. Vámonos Yuri, debo regresar a México. —trago grueso dejando de ver la evidencia—. Nunca debí venir. —mascullo.

Me doy la vuelta no sin antes ver la sonrisa de la coreana.

Camino a pasos apresurados para hacer la poca fila y comprar los vuelos.

Desgraciado, mil veces desgraciado.

Paso los minutos más largos mientras la fila no avanza. No quiero estar aquí, debo estar en algún lugar escondido de este maldito país junto a la Bestia.

Mi Bestia.

Yuri llega a mi lado desesperado.

—Todo tiene una explicación, debes hablar...

—¿Ya se fue? —lo corto.

—Sí... ya pero.

—Alquila transporte y no le digas a nadie que vamos a la base.

—¿En serio? —me sigue—. Y sobre lo que te dijo Min...

Me detengo.

—Lo que ella y muchos no entienden es que Oleg y yo a pesar de los miles de conflictos y señalizaciones confiamos en el otro. —me mira atónito sin saber qué decir.

>> ¿Crees que yo estaría aquí si solo fuera por el entrenamiento? —me río—. Yo vine por Oleg y él espera por mí, así de simple.

Sigo caminando, mentalizándome de que si antes no soportaba a Young Min por lo que me mostró siendo una soldado en Colombia, ahora con esto no me la trago.

—¿No crees en lo que te enseño? —me alcanza—. Porque ya estaba pensando en todo lo que te diría para que te quedaras.

—No digo que ese beso no sucedió, pero es posible que lo haya sacado de contexto. —sopeso mis palabras y lo ridículo que suenan—. Hay miles de razones por las que Oleg terminó sin camisa y besando a su ex pareja. —me encojo de hombros.

—Lo estás justificando y no quiero decir que te retractes y decidas irte, pero...

—No lo hago. —aseguro—. Confío en que él no se prestaría para estas cosas y da igual lo que ella dijo sobre hacerlo una y otra vez, él no es así y nadie va a venir a hablarme mal de él.

—¡Ay por Dios escúchate! —pasa sus manos sobre su rostro mientras no deja de reírse nervioso—. No es que quiera aumentar la hoguera, pero eso diría alguien a quien le están siendo infiel, pero no lo acepta.

—Es que a mí nadie me es infiel. —realzo—. Oleg sabe que si lo hace el que pierde seria él, no yo. Sé lo que valgo, sé lo que vale y a nuestra manera... nos aguantamos.

—Bueno, me alegra que si pienses he ignores...

—No te equivoques, yo no ignoraré nada, simplemente estoy pensando con la cabeza fría. —ahora si lo haré, porque antes mi primera opción hubiera sido... qué vergüenza pensarlo.

—Si la situación fuera inversa, no estoy segura si podría ignorarlo como lo estás haciendo tú.

—Esa es la diferencia entre los dos y cuando lo entiendas las cosas serán más fáciles.

Alejo los recuerdos.

>>Él me ha dado demasiadas oportunidades, aún cuando he tenido todo en mi contra, ni siquiera me ha preguntado, no digo que eso está bien pero, ¿Crees que podría simplemente irme sin escuchar su versión? Porque si hay una.

Eso espero.

Sigo avanzando reflexionando en lo estúpida que me he escuchado, ¿Oh no?

Ay señor, qué maldito estrés.

—Entiendo, ¿Eso significa que él ya te ha encontrado en escenarios similares?

Solo de pensar todo lo que ha aguantado me da dolor de cabeza. Pobre, no me imagino sus frustraciones.

Aunque quizá él sí pensó desde la primera vez.

—Peores, pero sabe que a nuestra retorcida manera, no podemos vivir sin el otro. —me encojo de hombros.

—Raro.

—Único.

—Agua...

—Guarda silencio, me estás cansando y debo pensar en lo que haré. —señalo.

Alza las manos en señal de rendición. Ya parece que es el infiltrado de Min que quiere arruinar todo.

Qué fastidio.

Hablo con Julio y me encargo de que se lleve a mis perros.

Alquilamos los vehículos y por el resto del camino no hablamos porque se encarga de averiguar cómo pasaron las cosas.

Llegamos a un lugar desierto y de ahí nos recogen algunos agentes. Termina de hablar y por su cara sé que ya sabe lo que necesitamos.

—¿Cómo se enteró?

—Fue culpa de Vyshe, creen que el mejor tema de conversación es la vida de su Superior y en una ocasión dijeron tu nombre y que vendrías a arreglar su humor.

Me recuesto en el asiento.

—No me importa que hablen de mí, pero al parecer son inteligentes para algunas cosas y tontos para otras.

Seguimos en el auto por algunas horas más.

Me veo en el espejo percatándome de que incluso en mi piel, con un poco de color, se encuentran con un tono carmesí.

—Espérame aquí, no me tardo y por favor no hables con nadie. —pide.

Se va dejándome a la par del tubo que sostiene a la gran bandera de Rusia.

—Genial. —murmuro.

Me dejo a la vista de todos, y los agentes no es que sean muy disimulados en verme.

No pueden con tanta belleza.

—¡Hola! ¿Qué hay wey? —arrugo las cejas ante el acento.

Me giro y no puedo evitar sorprenderme al ver al joven.

—¿Te conozco? —inquiero.

—No lo sé, estoy por aquí, por allá, mejor dime que haces en el centro del campo con dos maletas y con cara de odiar a medio mundo, pero siguiendo perdida. —me enderezo.

—Espero a mi sensei. —me encojo de hombros.

—¿Tu, qué? —se lo repito—. Wey, te has equivocado de sitio, aquí no hay sensei. Puedo hablarle a mi hermano para que su Superior te oriente, él es muy bueno.

Debo admitir que me divierte su actitud y su intento de español es... peculiar.

—No te preocupes, estoy bien. —le resto importancia.

—No me entiendes, no puedes estar aquí.

—¿Qué...? —me tiran al suelo.

Mis tetas se llevan la peor parte y agradezco el abrigo por amortiguar el golpe.

—¡Espósenla! —ordena.

Siento el frío metal, pero antes de ser apresada me giro y pateo al chico. Una adolescente y otros dos de las mismas edades se me vienen encima.

Me voy contra ellos y aunque pareciera pan comido, los chicos tienen fuerza a pesar de ser menudos.

Recuerdo lo último que me enseño Sasha y los pongo a dormir en dos segundos.

—No manches, ¿Cómo, lo hiciste? —me giro al primer chico que se encuentra con la boca abierta—. ¿¡Me enseñas!? Soy un buen alumno.

—¿Qué está pasando? —lleva Yuri acompañado—. Mujer, pero solo te dejé unos minutitos.

—Boginya, ¿Te encuentras bien? —Rustam toma mi rostro inspeccionando.

—Solo unos adolescentes que se querían pasar de listo. —veo mi gorro en el suelo y el chico lo recoge de inmediato.

Rustam se gira y al ver al primer chico su rostro se pone rojo.

—¡Alek! —achico los ojos al percatarme de algo que antes no lo había notado.

—Perdón compa, no sabía que...

—¿Son familia? —interrumpo—. Se parecen demasiado, es como una versión tuya unos años menos. —le digo al mayor sin dejar de verlos.

—Por desgracia. —masculla.

—¿Por qué no me lo dijiste? De hecho, no sé nada de nadie. —me quejo—. Ustedes saben incluso cuando voy al baño, pero yo me vengo a enterar de que tienes familia hasta que me atacan. —ruedo los ojos.

—No es algo que me enorgullece. —se defiende.

Alek no se inmuta, sonríe como si no lo hubiera escuchado.

—Entonces... ¿Quién eres? —pregunta.

—Soy Alessia Carvajal...

—No mames. —se lleva las manos al rostro—. Eres la mujer de mi Superior.

Me quedo en blanco ante su declaración, Yuri ve a otro lado y Rustam finge que su hermano no existe

Sin dejar de verme con la boca abierta me tiende el gorro que no tomo porque ya se ensució.

—Discúlpalo. —se mete Caleb que acaba de llegar y escuchó—. La discreción no es algo que lo caracterice.

—No importa, le puede pasar a cualquiera. —empiezo a caminar, pero recuerdo que no vine sola.

—Por cierto, Alek, podrías llevar mis maletas a la alcoba del Superior. —se pone rojo—. Gracias.

Continuo mi camino con los agentes que se posan a cada lado.

—¿En dónde está Oleg? —soy directa.

—Desde hace unos días no lo vemos. —se ven entre ellos poniéndome alerta—. Ha estado un poco distante... de hecho tenemos una reunión en algunas horas, pero sin su presencia debemos cancelar.

—¿Es necesario que este presente?

—Es el protocolo, al ser un operativo que él dirige es fundamental, ¿Por qué?

Pienso en lo que ha estado rondando por mi cabeza. Sigo sin creer que Oleg haya traicionado nuestro silencioso acuerdo.

—El Superior y yo tenemos un negocio pendiente y me gustaría abordarlo lo más antes posible. —miento.

—No te preocupes. —responde Caleb—. Discutan sus cosas, por cierto, ¿Cómo sigues?, lo último que recuerdo es que te estaban subiendo a la ambulancia y a Oleg no es que se le pueda sacar mucho cuando de ti se trata.—Nos detenemos.

Ni me molesto, con Vyshe es como si no hubiera filtros.

—Igual de bella que siempre y con la mejor salud. —respondo.

—Me alegro, entonces nos vemos después. —se retiran no sin antes posar su mano en mi hombro.

Me giro confundida y es ahí que me percato del motivo, y eso si me molesta.

—Que bien, Oleg no vino a orinar sobre mí, pero no puedo decir lo mismo de sus amigos que tenían que asegurarse de que los cavernícolas de sus colegas no terminaran lo que quería hacer Alek.

Rustam soba su cuello al saber que los descubrí.

—Su alcoba está en el último piso y me tomé la molestia de conseguir esto. —ignora mi reclamo y me entrega la tarjeta.

—¿No dijeron que no lo han visto? —protesto—. Además, tengo que esperar a mis perros.

—Que no se haya dejado ver no significa que no este, de seguro se ha encerrado. —arrugo las cejas.

Que no sea lo que estoy pensando.

—Y sobre los perros, no te preocupes, yo me encargo. —propone Yuri.

—¿Seguro que cuidaras bien a mis perros? No les gusta estar con extraños, y cuando despierten debes hidratarlos, tienen que pasearlos para que hagan sus necesidades, pero tienes que tener pre...

—Deja de estar de mamá osa y lárgate, ya me cansé de las llamadas de Iryna para quejarse de Oleg.

—Es cierto. —apoya Caleb—. Ahora más que nunca te necesitamos.

Veo sus rostros, de uno al otro sin creer lo que están insinuando.

—¿Están sugiriendo que vaya a su alcoba a follar con él para que su humor mejore? —reprimo una sonrisa.

—Tus palabras no las mías. —alza las manos.

Se dan la vuelta cuando los llaman y debo admitir que me costara un poco adaptarme a ver tanta belleza.

La mayoría son rusos y rusas, pero hay de otros países, por regla cultural al estar en este país todos se adaptan al idioma. El único que rompe la regla es Alek.

Ocultando mi entusiasmo y nerviosismo de volver a ver a la bestia y comentarle sobre la odiosa ex pareja que tiene, entro a un edificio grande y realmente lujoso para estar en una base militar.

Paso por recepción a identificarme y al mostrar mi carnet, me dan acceso y puedo subir al ascensor.

—Aquí estoy bestia. —susurro al llegar a su piso y abrir la puerta.

El lugar está en silencio en su totalidad es una gran alcoba. Lo primero que observo es una sala que tiene vista a una gran parte de la base, al fondo está la puerta que supongo da a su cuarto.

Camino hasta tomar el pomo y abrir con una sonrisa, sin embargo, la borro al instante y el color desaparece de mi rostro ante lo que veo.

No, no, no es cierto.

—Oleg. —susurro sin terminar de procesar la escena ante mí.

Se encuentra en la cama, desorientado al navegar en el éxtasis y cuando su vista se enfoca en mí abre la boca, pero lo único que sale es un gemido.

—¡No seas imprudente! Retírate. —ninguno deja de moverse y las arcadas no se hacen esperar, pero las controlo—. ¡Vete Carvajal! —me corre la mujer.

Young Min no deja de cabalgarlo, pero yo no abandono mi vista de las pupilas dilatadas de Oleg.

>>Te lo advertí y al parecer no me creíste—me vuelve a echar, pero sigo sin moverme.

Ella lleva las manos de Oleg a sus pequeños pechos para que se las estruje y un nudo se forma en mi garganta cuando el muy infeliz lo hace.

—¡Fuera! —salgo de mi idiotización ante su tono.

Alzo la mandíbula ignorando que la decepción me esté consumiendo viva.

—Superior Bogdánov, sería tan amable de terminar lo que estás haciendo y tomar una ducha. —ambos me ven sin entender—. Te espero afuera, no tardes, porque entonces si vas a cabrearme.

El rostro de la asiática se vuelve rojo y no le doy una última mirada a la bestia antes de cerrar con un portazo.

Cálmate, Alessia.

Llevo mi puño a mi boca mordiendo con fuerza mis nudillos, en un vago intento de reprimir mi rabia.

Por al menos 30 segundos más escucho el choque de sus cuerpos que me están carcomiendo a más no poder, para después parar. Siento la necesidad de vomitar, pero me contengo.

Un poco más, resiste.

Mi mandíbula duele por la presión de mis dientes, el nudo en mi garganta no se va y cuando escucho sus suaves pasos me preparo mentalmente para lo que viene.

Contrólate, que no te nuble la cordura.

Debido a las bajas temperaturas de afuera tengo varias capas de ropa que ocultan mi cuerpo, pero aun así me acomodo para estar hermosa.

—Mi prometido no quiere verte. —mis facciones endurecidas no cambian—. Vete porque...

Alzo la mano callándola.

—La que se irá de aquí no soy yo. —aclaro mientras la repaso—. Puedes quedarte con su camisa, porque la que se quedará con él soy yo. Acéptalo, digiérelo, sobrevive y deja de buscar contiendas en donde no las hay.

Da grandes zancadas hasta quedar frente a mí, queriendo intimidarme, pero falla antes de iniciar.

—Te gusta repasar lo que me he comido. —se burla.

Oculto mis manos que están hechas puño.

—La vida sexual de Oleg antes de conocerme no es algo que me interese. —su rostro se descompone al ver que no caigo—. Deja de querer hacerme ver cosas que no son.

La carcajada que suelta pone mi histeria a flor de piel.

—Acabamos de follar, nos viste, ¿Eres estúpida o qué? —no respondo—. Bueno, al parecer el papel de idiota si te lo ganaste, porque a pesar de tener todo claro sigues creyendo en pajaritos.

—Sé lo que vi y si ya terminaste te exijo que salgas de su alcoba. —repito sin inmutarme.

—No perderé el tiempo contigo, eres ingenua, idiota y arrastrada al no aceptar que como era de esperarse te deshecho. Llamaré a seguridad para que te saquen como la zorra que eres. —me encojo de hombros—. Rompe relaciones.

No la pierdo de vista mientras la escucho hablar en su idioma, poco a poco alzando la voz, así que deduzco que llama a algunos agentes, este es su territorio y no debo confiarme.

Me levanto fingiendo una tranquilidad que no poseo, porque por dentro estoy echando humo, esculco entre los compartimientos del baño de afuera sin importarme dejar destrozos a mi paso.

Un poco más, resiste.

Con las manos temblorosas de rabia al no poder sacarme las imágenes de mi mente encuentro lo que buscaba y lo guardo en mi abrigo.

—Tranquila Alessia. —repito una maldita mantra para mantenerme serena al volver al salón y ver a la mujer que en cuestión de segundos ha logrado enfurecerme.

—¿Estás bromeando? Como puedes estar en abstinencia, si acabas de... —Hago puños al entender—. Si me llego a enterar de que has revolcado con...

—¿Qué? —me reta.

—O sales a las buenas o te meto al calabozo de la base hasta que te pudras. —me señala.

Escucho los murmullos afuera cuando intentan abrir la puerta.

—Deja de amenazar, me estás hartando y no quieres verme enojada...

Mis palabras quedan atoradas cuando dispara el arma y la bala me pasa rozando el cabello, veo sobre mi hombro percatándome de que la bala se metió en la pared.

—Ya me cansaste. —saco el arma letal de mi pantalón y la apunto—. Yo no estoy para juegos adolescentes Min, si sacas el arma es para usarla, no para intimidar. Porque conmigo eso no va.

La puerta se abre y los agentes se quedan de piedra al vernos a ambas con el arma apuntando a la otra.

>>Yo actúo Min y a las malas aprenderás que conmigo tienes que andar con pies de plomo, porque exploto y al única perjudicada es quien me provoca.

Alzo el mentón sabiendo que tengo que hacer las cosas rápidas al escuchar que la ducha ha parado.

—Alessia baja el arma. —ordena Yuri tenso—. No quieres empeorar las cosas.

La apariencia de ella confirma lo que me mostró en el aeropuerto, pero me niego a creerlo.

Me niego a digerir la traición que me está consumiendo, porque es imposible que yo esté en esta aterradora situación. Todos lo aceptan sin tantas complicaciones, pero yo no.

Oleg es mío.

Min gira el rostro divertida.

—Quiero que saquen a esta mujerzuela. —me señala—. No quiero volver a verla. No quiero ver a la puta que se mete en la cama de mi prometido.

—Lo ridículo es que pienses que puta es una ofensa. —me burlo—. Supera a Oleg de una buena vez porque todos sabemos que hace mucho ustedes no están juntos. —aunque ahora nadie lo cree y me ven como si estuviera loca—. Lo que haga o deje de hacer él, ya no es tu problema.

—La abras cagado y yo lamentaré tener que asesinar a quien sea que se meta con lo mío...

Quito el seguro apuntando exactamente su pecho. De esta no te salvas Min.

—Lamentarás el haber dejado ir a una mujer como yo.

Me niego a perder y sé claramente que la Bestia tampoco es un perdedor y no se arriesgaría a serlo por ella.

Mi cabeza da vueltas con todos los pensamientos que me dicen que me vaya de una buena vez y deje de alcahuetear lo evidente, pero la sensata me recuerda los últimos meses con su compañía.

¡No tolero, no juzgo y no soporto ser otra vez la otra!

Dije que no sería la otra, y no lo seré.

Soy la única que tiene el maldito privilegio de llamarse su... no, sin títulos y etiquetas. Simplemente, nadie que no sea yo puede intimar con él.

—Yo también quiero matarla. —se mete Jiku—, pero si lo haces en las instalaciones van a juzgarte y ni siquiera nosotros podremos...

Aprieto el gatillo.

Es ley no escrita no meterse con una mujer celosa, ahora imagínense meterse con una encabronada.

Alzo el mentón cuando escucho los alaridos mientras el material se desintegra en su cuerpo, el veneno corriendo de forma veloz por sus venas me satisface.

Observo como se retuerce y su cara se descompone de dolor.

—¡Ahhh! —grita lastimando mis tímpanos.

Los agentes que no conozco me ven incrédulos sin saber qué demonios le pasa a su agente.

—¡Largo a todos! —ladro, los sigo apuntando ya cansada de que se metan en donde no los necesito.

Los gritos de Min no paran y quieren arrestarme por provocar su estado, pero ahora los amenazó a ellos.

Yo la cárcel no la piso.

—¡Me tocan un pelo y les vuelo los sesos malditos cabrones! —amenazo—. Un paso más y lo próximo que sentirán será el infierno consumiendo su cuerpo.

Empiezo a sudar y quiero atribuírselo a mi vestuario, pero sé que no es por eso.

—Baje el arma y entregué al Superior. —demandan.

—Que no este presente no significa que no respalde mi punto. —curvo mis labios—. Si no mueve un dedo es porque está a favor, así que le exijo que se retiren.

Al poco tiempo, Caleb llega con el antídoto y se lo inyecta antes de que sus venas se marquen en su totalidad.

Lo veo mal y en una silenciosa mirada me pide calma.

¡Voy a matarlo!

Mataré a todo aquel que esté en mi contra y no me importa iniciar con Vyshe.

—¿En dónde está Oleg? —ruge Sasha y se me viene encima, pero Iryna la detiene.

—No quiero a nadie cerca. —siseo entre dientes.

A punto nuevamente a Min que ya la están levantando y Vyshe se encarga de sacar a los agentes.

—Alessia...

—Eso te incluye a ti Yuri.

No vuelve a decir nada y sin dejar de apuntar los sigo hasta la puerta y les quito la tarjeta de acceso. Cuando ya están todos fuera, doy un portazo mientras lanzo el arma al suelo y empiezo a quitar el exceso de ropa.

Ahora sí, maldita bestia.

Camino a la habitación sin dejar de sentir el ardor en mi garganta que no se va ni aunque lo intente, al abrir la puerta veo a la bestia solo con un bóxer y el cabello mojado sentado en la cama.

Tiene el ceño fruncido y soy consiente de que ha escuchado todo.

La rabia que siento al verlo es grande, pero no se compara con la desilusión.

—No quiero verte Alessia. —dice sin alzar el rostro.

—Cierra la boca Oleg, escucharte me da migraña. —abro la cortina oscura, para que entre más luz.

—¡Ciérrala y vete! No entiendes, no te quiero cerca. —la sequedad y orden implícita tiene mi paciencia en un hilo.

Sin importarme en lo más mínimo lo que quiere, camino en su dirección y tomo su mandíbula para que me vea.

Su brazo cae cuando se lo quito y cuando me mira con esa mirada azul, dilatada... me enfurece demasiado y no gritar y destrozar mi alrededor me está pasando factura en otro lado.

Necesito sacar esta maldita cólera que tiene hirviendo mi sangre.

—Permitiste que ella te tocara. —murmuro, cada palabra está cargada de rencor—. Dejaste que ella posara sus manos sobre ti y no tienes idea de lo decepcionada y... —cierro los ojos interrumpiéndome.

Su mirada se queda en la mía, tensa la mandíbula y cuando quiere alejarse de mi agarre le meto las uñas sin importar estarlo lastimando.

—Fuera de aquí Alessia. —mis ojos se llenan de lágrimas cargadas de furia e impotencia—. Me estresas, me cansas, me hartas. ¡No entiendes o como te digo que no te quiero cerca!

Me está tratando como a todos sus malditos subordinados y lo estoy odiando a niveles alarmantes.

—¡A otra con tus mierdas Bogdánov! —grito.

Empezamos a discutir y cada palabra que sale de su boca es tan hiriente que lo único que provoca es ese deseo que estaba dormido por acabar con todo.

—¡Ve a molestar a alguien más, no te soporto! —arruga las cejas y la desorientación y enojo invade su rostro.

Me mira otra vez y que no sea como lo hace siempre me está matando. Se toma la cabeza haciendo mala cara.

—Pues te aguantas maldito desgraciado.

Sin dejarlo reaccionar le pongo un pedazo de tela en su brazo y lo soco con todas mis fuerzas.

—¿¡Qué demonios estás haciendo!?

—¡No me levantes la voz que no esto sorda, pedazo de...! —vuelvo a callar, no quiero decir algo de lo que me pueda arrepentir—. Observa y entiende lo que estoy haciendo. —gruño.

Me coloco los guantes de látex mientras limpio con alcohol y algodón la zona de su brazo. Abro la jeringa y extraigo su sangre.

La confusión e incredulidad invade su rostro, pero no le aclaro nada.

No te expongas.

—¿Ahora que se supone que estás haciendo? No tengo sida, loca insensata. —se queja sin dejar de observarme.

Reprimo una sonrisa al escuchar el maldito apodo que adoro porque me lo dice él, pero finjo odiarlo e indignarme.

Recuerdo la situación y la cólera vuelve en su máximo esplendor.

—Quien sabe, no quiero odiarte más si permito que me pegues tus mierdas. —miento.

Abandono la habitación.

—¡Vete de una buena vez! —lo ignoro y cuando sigue con sus comentarios hirientes no me queda más que mandarlo a la mierda.

Hago la llamada que necesito y en pocos minutos Rustam está en la puerta, le doy la prueba dándole las indicaciones.

—¿Estás segura?

—Sí, y de eso ni una palabra a nadie. —recalco antes de cerrar.

Mentalmente, me preparo para volver a verlo y la rabia vuelve a invadirme al verlo en la misma posición.

Su cara amargada no cambia y detesto que en estos momentos sea a mí a quien le lanza todo su veneno.

—Levántate. —ordeno—. Deja de ser un holgazán.

Alza el rostro y no sé quién está de peor humor en estos momentos.

—¿Para qué? Ahora también me sacarás de mi propia cama. —mi mandíbula duele al recordar lo que estaba haciendo en la cama.

Uno, dos, tres... diez... veinte.

—Que te levantes, bestia inservible, ¿Eres tú el sordo o qué?

—Cuida tus palabras.

¡Yo hablo como se me da la regalada gana!

—Será solo un momento. —suspiro, controlarme se me está haciendo tan difícil, pero mi fuerza de voluntad es más grande.

Se levanta y quiero gritarle hasta desahogarme por todo lo que está cruzando por mi mente, pero sabiamente me guardo todo para después.

En un silencio que lo único que se escucha son mis movimientos, quito las sábanas, sobre fundas y todo lo que está en la cama.

—Sumasshedshiy...

—En estos momentos no quiero escucharte, cierra la boca y no me hables. —muerdo mi lengua.

Me hace caso sin perderme de vista mientras que con mis nuevos guantes meto todo en las bolsas ROJAS de polipropileno. Pido los materiales de limpieza y cuando una agente muy amable me dice que ella lo hará la corro.

Nadie puede ver o tocar lo que es mío.

Y en estos momentos menos, porque le corto la puta mano o les saco los putos ojos si intentan algo con él.

Voy de nuevo a la habitación sintiendo las lágrimas en mis ojos, pero son tan orgullosa que el resentimiento me impide derramarlas.

El nudo en la garganta se intensifica, cada segundo es una tortura que no sé si podré soportar.

—¿Qué? Ya te diste cuenta de que no te quiero cerca o porque no dejas de verme. —se enoja.

—No, simplemente veo lo hecho mierda que te han dejado. —su rostro se pone rojo.

Cállate, que no ayudas.

Le doy la espalda tratando de ignorar sus palabras.

Pasó la escoba por todos los rincones de la brillosa madera, la aspiradora sobre la alfombra, pero al final como puedo muevo la cama y empiezo a quitarla.

—Deja de fastidiar.

—¡Si no ayudas, no estorbes...!

Algo hace clic y me levanto del suelo para ir rápidamente al baño que él ocupó, buscando lo que sí o sí debe estar.

Mierda, no.

Sigo buscando, pero es imposible encontrar algo que nunca existió.

—A ver tranquila, no te alteres... —sigo hablando en susurros.

Salgo y la bestia me ve mal, pero no dejo de repetir el mantra para que si este, pero ya le di vuelta a toda la maldita alcoba y no está.

¡Joder!

Con impotencias voy nuevamente a encararlo.

No lo encontré, no está, no existe.

—¡No usaste un puto preservativo! —grito —. Dejaste que te follara sin ponerte un puto condón.

Sus facciones endurecidas no cambian y ahora si necesito que me diga algo.

Evade mi mirada y sin dirigirme la palabra empieza a vestir.

—¿¡A dónde se supone que vas!? ¡No me ignores y dime que harás! —continúa con los zapatos—. Oleg...

Se larga dejándome sola. El nudo en mi garganta se hace más grande cuando las horas pasan y él no regresa.

Paciencia, un poco de paciencia.

Lo llamo, pero maldigo cuando el móvil suena en un camuflado. Me acerco a él y meto la mano, siento el frío del material de otra cosa, al final desisto de la idea de tomarlo.

Ya sin ganas de querer molestar a la gente, lavo mi rostro ya sin marcas de nada y arreglo mi cabello y ropa. Salgo de la alcoba en busca de comida, al llegar al comedor varios ojos se posaron en mí.

Los ignoro categóricamente yendo a pedir comida, no se ve apetitosa, pero de igual manera lleno mi bandeja y me voy a sentar a una de las pocas mesas solas.

Empiezo a comer sintiendo las miradas en mi espalda, los murmullos por lo que le hice a Min no se hacen esperar y ya veo al grupo de agentes que joderán mi estadía.

—¿Puedo sentarme? —sin alzar el rostro distingo la voz de Jiku.

—No.

—¡Qué bien! —gruño cuando de igual forma se sienta frente a mí—. Por si te lo preguntas, Min está bien, cuando venía de camino aquí me encontré a Oleg y me lo informó. —Mis dientes chocan con demasiada fuerza—. Lo digo porque puedes estar preocupada por tu posible...

Me levanto dejándola hablando sola. No quiero ver a nadie y cuando visualizo al grupo de Vyshe los evado yendo en otra dirección.

Llego a un corredor frente a una gran piscina olímpica y me siento en las bancas con la intención de despejar mi mente.

No explotes, no explotes, no explotes...

—Tienes suerte de tu buena puntería, dos centímetros más arriba y sin importar el antídoto, si la bala tocaba su corazón, hubiera muerto.

Un agente con camuflado y una bata médica guarda su distancia sin dejar de verme.

—De hecho, por primera vez mi puntería con esa arma falló. —confieso—. Mi intención no era dejarla viva.

Una ronca risa sale de su boca y por demasiados segundos veo sus labios cuando se los relame.

—Agente Bastián Fayed—me tiende la mano.

—Alessia Carva...

—Disculpen la molestia, pero la presencia de la doctora se necesita con urgencia en una de las salas de conferencia. —Nos interrumpe Caleb.

Veo mal al agente por interrumpir y haber inyectado el antídoto.

Traidor.

—Claro es una mujer ocupada, no le quito más tiempo a la doctora. Nos vemos después. —se despide dándose la vuelta.

Lo sigo con la mirada al sentir una extraña corriente recorrer mi espalda.

El carraspeo del agente me trae de vuelta a la realidad.

—Hace 21 horas me bajé de un avión que el vuelo fue de 32, estoy cansada, irritada, molesta y lo menos que quiero es saber sobre un maldito operativo en el que se busca atrapar al hijo perdido de Marta. —me quejo—. Iré a la alcoba a descansar y mañana cuando ya esté como nueva los busco.

No espero que responda cuando ya me he dado la vuelta.

No entienden que no quiero a nadie cerca.

La cabeza me está doliendo demasiado y no me siento preparada mentalmente para algo tan importante. Al llegar al piso no es necesario abrir porque unos agentes están sacando el colchón.

Cuando se han marchado entró a la alcoba y lo primero que veo es a Oleg con un vaso con lo que deduzco es Vodka.

No vas a hacerme esto.

Toda la calma que había conseguido se evapora y a grandes zancadas me acerco y le arrebató el vaso.

—¿¡Qué se supone que estás haciendo!? —su mirada se endurece ante mi acto—. ¿¡Te quieres morir o qué te pasa!?

—Ordenaré que lleven tus maletas a otro lado. —me ignora—. No te quiero cerca.

Muerdo mi lengua contendiendo.

Ya no más.

Le doy la espalda y voy a la habitación por mis maletas que había pedido que me trajeran, con las manos temblorosas de ira saco mi móvil.

—Julio, prepara las camionetas, ¡Me largo ya de esta maldita base! —grito y la tensión en su espalda me confirma que también escuchó.

Que bien, esa es la idea.

—Doctora, los vientos están demasiado fuertes. Se ha recomendado.

—Me da igual si cae una maldita tormenta, te estoy diciendo que me voy y...

Me arrebata el móvil y mi sangre hierve.

—No irás a ningún lado, loca.

No explotes...

—Desde que llegué me has estado corriendo, ¿Qué pasa ahora? Vas a ver a Min y ya estás centrado.

—Me disculpo, no era mi intención tratarte mal, pero de igual manera es mejor que no compartamos habitación.

Como siempre, nunca se da cuenta de lo que pueden significar sus palabras.

Veo a otro lado mordiendo mi lengua.

—Me estás diciendo que no quieres tenerme cerca, bien pues me marcho y se acaba el problema. —razono haciéndolo fruncir las cejas.

—Sabes a lo que me refiero...

—No te atrevas a tocarme. —advierto al ver sus intenciones—. En estos momentos soy yo quien no quiere verte y te exijo que respetes mi decisión.

Sus fosas nasales se mueven con constancia.

—Al lado hay una alcoba disponible. Instálate ahí, mañana hablamos.

—¡No! —grito—. No estaré al lado porque quiero dormir y no estar pensando en si estás bien o si terminaras en el puto hospital. ¡Por un coma etílico!

—No pasará, relájate.

—¿¡Qué me relajé!? Tienes idea de todo lo que estoy...

—No. —responde al saber lo que iba a decir.

Detesto que me conozca de este modo.

—Exacto ¡No lo sabes! Así que te exijo que... —vuelvo a callar—. Si mueres te juro que hago un pacto con el diablo para revivirte, porque no te vas a salvar de mí.

Mis manos no dejan de temblar y odio que él sea el causante.

>>Lo que ha pasado es...

—Me enfermas, guarda silencio por un momento... —se detiene y parpadea. Capta el momento exacto en que me doy por vencida.

Me doy la vuelta no sin antes escucharlo maldecir.

—Espera, Alessia vuelve.

Me detengo y lo encaro.

—Yo no voy a aguantar tus malditas rabietas. —aclaro—. Estás mal, bueno pues no soy tu maldito saco de boxeo así que desquítate con alguien más.

—¡Escúchame!

—Me cansé de escucharte, no quiero gritarte, así que te haré caso y me voy.

—Alessia...

—¡Se acabo! No quiero verte.

Ya no quiero esto, me encuentro cansada y no deseo alargar la discusión, salgo ignorando sus llamados para encontrarme con el agente.

Mi intención no es poner su vida en peligro y la verdad es que no sé el riesgo de los fuertes vientos en estas zonas. Lo único que le pido es que se comunique con Tyler y le diga a mi hermana que estoy bien.

***

Llevo al menos 30 minutos escuchando el plan, lo sé de memoria, por eso no presto atención, mi mirada no abandona al perfil de Oleg que desde que entre, me ha estado evadiendo.

Cobarde.

—La fiesta es en unas semanas, Iván y Rebeca ya se encuentran infiltrados en el servicio junto a otros agentes, ese día serán parte del personal.

>>Iryna será la acompañante de Oleg mientras Jiku y Alessia irán por separado, pero ya adentro se unirán y serán ellas quienes seduzcan al séquito de la persona que buscamos.

Sigue hablando, pero yo no dejo de revisar mi móvil esperando los resultados.

El lugar queda en silencio y cuando levanto la vista no me intimido al ver la mirada de todos en mí.

—¿Sí? —Ryan me dice que me preguntaron si tengo claro mi papel—. Claro, seducir al séquito de hombres hasta provocar que nos lleven al despacho, drogarlos y tomar la información. —ruedo los ojos.

—No será fácil, son hombres preparados y pueden detectar la droga y si eso sucede debes tener claro el plan de escape. —bufo.

—Consiguieron engañar a la última persona que me imagine. —suelto al leer el resultado—. Si él cayó ya nada me sorprende.

Oleg y Rustam son los únicos que me entienden, el primero se tensa y evade mi mirada.

>>Tengo cosas que hacer con mi sensei, si me disculpa, tengo que retirarme. —me despido sin ganas de verlo.

Salgo con el enojo en un nivel que peligra con llegar al extremo.

Conozco a Oleg y sabía que sería incapaz de acostarse con otra mujer estando nosotros en una rara situación.

Su mirada perdida y dilatada fue la primera señal, que no la apartara la segunda, que me hiciera caso la tercera, que no entendiera mi comportamiento la cuarta y que me levantara la voz la quinta.

Todo apuntaba a un mismo punto y ahora he confirmado que Young Min drogó a Oleg.

Esto no se quedará así, porque nadie toca lo mío y sale invicto.

***

Hablemos del capítulo...

Tengo una pregunta, ¿Según ustedes, que es lo más que le ha dolido o afectado a Alessia?

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