Cuidaré de ti

Galing kay NuriaOrtiz

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Hace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nue... Higit pa

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Susto
En Familia
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Un poco mas.
Sentimientos
Preocupación
Llegado el momento...
Cambia de idea
¿Pensamiento o deseo?
Bienvenida a Richmond
Necesidad
Fin
¡Picnic!
¿Hacia la felicidad?
El peligro de la locura
Sin arrepentimientos
Antes de...
¡No mueras!
Un poco de esperanza
Olvidar es lo mejor
¡Ya llegan!
Familia
Epílogo
¡NUEVA NOVELA!

Niños

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Galing kay NuriaOrtiz

Al llegar a casa y escuchar las risas y los gritos típicos de dos gemelos revoltosos y emocionados por estar en su casa, no pudo evitar pararse delante de la puerta de su casa y suspirar. Pese a haberle dicho a Gabriel que estaba muy ocupado con el trabajo y que no podía hacerse cargo de los pequeños, era obvio, por el ruido que invadía su hogar, que los dos revoltosos estaban dentro. Liándola. Volviendo locas a Carmen y Emma.

Esperaba que los niños no la estuvieran agobiando. El sabía bien como podían llegar a ser Luke y Liam. Los gemelos eran la personificación de la travesura y la rebeldía. En cierto modo compadecía a Gabriel por tener dos niños como ellos. No era que buscasen problemas, más bien los problemas los buscaban a ellos. Pese a su edad, eran dos terremotos a tener en cuenta. Pero los niños eran niños, y lo normal era que hicieran travesuras y se metieran en líos. Aunque que hubiesen salido un poco más tranquilos, tampoco hubiese sido malo del todo.

Cogiendo fuerzas, abrió la puerta y entro. Por lo general soltaba a Turco, nada más entrar, pero dado que los niños eran como eran, no estaba seguro si todo seguía en su lugar. Así que afianzo el asa en su mano, y le dio la orden pertinente a su perro. El animal se puso en movimiento y lo llevo a su destino. Cuanto más se acercaban al salón, más ruido había.

Haciendo una mueca por sus sensibilizados oídos, escucho las voces de Luke y Liam y el ruido inequívoco, que le decía que su hermano había equipado su casa con videoconsolas, para mantener a los niños de 8 años entretenidos.

Amaba a sus sobrinos, pero sus oídos no apreciaban en absoluto todo ese ruido.

—Bajar el volumen. Esta muy alto.

Pidió desabrochando su chaqueta y quitándosela. La soltó sobre uno de los sofás y frunció el ceño cuando no le hicieron caso.

—¡Luke! ¡Liam! El volumen. Ahora.

La orden fue clara y concisa, y los gemelos acataron lo pedido con rapidez. El volumen había estado tan alto que la primera vez no lo habían escuchado.

—¡Tío!

Gritaron los dos. El sonrió al sentir el impacto de dos pequeños cuerpos. Los niños rodearon su cintura y lo abrazaron con fuerza. Llevando sus manos a las cabezas de los niños, revolvió el pelo corto de los dos hermanos y sonrió hacia abajo. Sus sobrinos eran una gran alegría para la familia, si solo fuesen un poco menos traviesos, las cosas serian mucho más sencillas a su alrededor.

—Hola, chicos. ¿Cómo estáis?

—Papa nos dijo que nos quedaríamos dos días contigo ¿Es verdad? ¿Eh? ¿Es verdad?

Pregunto Luke. Riéndose ante el entusiasmo de su sobrino, se vio relajándose ante la cercanía  de los gemelos. El pequeño saltaba arriba y abajo, manteniéndose abrazado a su cintura al igual que su hermano.

—Es verdad, pero...

Los dos gritaron soltándose de él. Escucho los apresurados pasos de los pequeños, y supo que corrían alrededor del salón.

Cerrando sus ojos tras las gafas, dejo que soltaran un poco de energía antes de volver a llamar su atención.

—Tenéis que portaros bien u os llevare con tía Ellie.

Aviso, alzando un poco la voz, consiguiendo así que el ruido cesara de. Tía Ellie era la hermana de su propia madre y era sabido por todos los McCarter, tanto grandes como pequeños, que no era una mujer muy aficionada a los niños pequeños, ni a las muestras de cariño. Ellie era estricta y gruñona, y las visitas a la mujer solían convertirse en horas de regaños. Nunca les haría algo así a los pequeños, pero funcionaba muy bien para mantenerlos ligeramente tranquilos. Y en ocasiones, cuando estaba cansado, necesitaba usar esa sucia treta para mantener el control.

—Nos portaremos muy bien, tío.

Prometió Liam.

Sintió ganas de reírse, pero necesitaba mantener la fachada o de lo contrario esos dos revoltosos se descontrolarían.

Asintiendo hacia ellos, dio un par de pasos laterales y se sentó en el sofá, dispuesto a descansar un poco su cansado cuerpo. Quizás podría tomarse un par de días libres. Después de todo no había cosas estrictamente urgentes que hacer en la oficina, y si salía algo a última hora, podía pedir que se lo mandaran y revisarlo todo desde casa.

Sería buena idea tener esos días, y así mantenerse en casa. Tendría la oportunidad de pasar un rato con Emma y descubrir más de esos sentimientos que fluían por su cuerpo, y de ese modo los gemelos no se descontrolarían. Carmen no los malcriaría más de lo que ya estaban y Emma no se volvería loca por los pequeños.

Los gemelos volvieron a la consola, machando los controles con sus dedos expertos, compitiendo entre ellos a dios sabia que juego. Por lo general Gabriel pedía que los videojuegos que se le regalaran a los niños, fuesen más o menos suaves. El se decantaba por los de coches. Mark por los de guerra. Y Kyle por los de zombis. Ninguno de ellos accedía a lo que el padre de los enanos quería, pero después de todo, Luke y Liam se lo pasaban mejor con juegos un poco más fuertes. Por otro lado y pese a que tenían consolas y todo tipo de juegos, su hermano era un fiel defensor del entretenimiento al aire libre. El y su esposa querían que sus hijos jugasen fuera, en la calle, socializaran en los parques y se entretuvieran con el balón o los columpios. Gabriel no permitía que sus hijos se pasasen horas y horas delante de la televisión, jugando videojuegos.

—¡Bienvenido!

El saludo de Emma consiguió que sonriera ampliamente, pese a su cansancio. Se irguió en su asiento y giro su cara hacia el sonido de la voz de la mujer. Había estado tan centrado en sus pensamientos que no le había escuchado acercarse.

—Hola, Emma.

Más centrado en el presente, escucho como se acercaba cada vez más, hasta quedar justo frente a él.

—Pareces muy cansado.

Y lo estaba, pero se alegraba enormemente de poder saludarla.

—Nada que un buen baño y una cama, no solucionen.

Aseguro él con una sonrisilla en los labios. Ella rio suavemente.

—Asegúrate de comer algo, antes de echarte. ¿Quieres que suelte a Turco?

—¿Esta todo tirado?

El silencio que siguió a su pregunta, no auguraba nada bueno.

—Quitando el lugar frente a la televisión, todo está en orden.

El suspiro. De una mala podría usar el bastón. Después de todo Turco debía de estar tan cansado como él, así que se merecía su descanso.

—¿Puedes ocuparte de él, por favor?

—Claro.

La escucho trastear con el arnés de Turco. Escucho las ligeras palmadas que le dio al perro y el tintineo que produjeron sus placas cuando este se sacudió, libre de trabajo.

—Gracias.

Dijo justo antes de cubrir su boca con la mano y bostezar. Estaba agotado y sabia bien el motivo. No solo se despertaba temprano para ir a trabajar, también regresaba muy tarde, así que no dormía las horas que realmente necesitaba. Por si eso fuera poco, no había estado recargando su cuerpo. Necesitaba ir al club y nadar. Sumergirse en las tranquilas aguas y relajar su cuerpo con un poco de ejercicio. Eso siempre funcionaba, siempre conseguía relajarlo y recargar sus baterías. Si bien funcionaba a base de cafeína, la natación era su toma eléctrica. Allí donde engancharse y llenar sus baterías.

Se sorprendió cuando sintió como Emma se sentaba en el brazo del sofá, justo a su lado, pero enseguida dejo la sorpresa a un lado y decidió absorber la cercanía de la mujer. Se inclino hacia ella y recostó su cabeza contra su brazo, cerrando sus ojos tras sus gafas.

—¿Quieres que le diga a Carmen que prepare tu cena?

Pregunto ella, con esa voz suave que tanto le gustaba. La genuina preocupación de su voz, trajo una sonrisa a su cara. Era muy un gesto muy dulce, pero él no estaba para cenar. Aunque le encantaba comer acompañado de Emma, estaba demasiado cansado para eso.

—No voy a cenar, solo voy a acostarme.

—Eso no está bien.

Discutió.

—¿Vas a sermonearme?

Pregunto, sonriendo un poco. Sabía que dada la confianza, que iba teniéndole, era capaz de hacerlo.

—¿Si lo hago conseguiré que cenes?

Soltando una pequeña carcajada, froto su mejilla contra la piel desnuda del brazo de ella.

—No, pero sería un buen intento.

La escucho reír suavemente y eso volvió a hacer cosas en su interior. Su pecho se inflo producto de ese dulce sonido. Sus oídos captaron cada pequeño matiz de esa suave melodía y deseo oírla una y otra vez. Quería oírla más veces, muchas más.

—Entonces échate, Carmen y yo podemos ocuparnos de los pequeños.

—¿Te han dado mucha guerra?

Pregunto preocupado. Eran dos niños revoltosos y cuando estaban en su casa eran peores, según su propio hermano le había dicho, así que no estaba seguro de cómo estaba Emma respecto a los niños.

—No. La verdad es que son unos cielos. Hemos estado haciendo galletas y han jugado fuera al balón durante un rato. Luego han merendado, se han bañado y hecho sus deberes. También han cenado. Ya están listos para irse a dormir.

El arqueo las cejas, y pese a no poder verla, alzo su rostro hacia ella sorprendido.

—¿Los has domado?

Ella rio divertida.

—Eres consciente de que son unos gemelos problemáticos que tienen a su madre en el borde, ¿Verdad? ¿Sabes que con solo 8 años han sido expulsados de dos colegios distintos?

Y no exageraba. Era tal el grado de travesura que corría por las venas de esos dos, que el primero colegio al que asistieron los echaron por varios incidentes en el aula y con los profesores. No eran malos, solo no podían pararse quietos y no solían prestar mucha atención a las cosas que no les interesaban. Mucho menos sin se aburrían. Por ese motivo sus padres habían decidido que aprendieran de una forma alternativa, donde estudiar no fuese aburrido y monótono. Lo cual estaba funcionando.

—¡Exageras!

Exclamo Emma. El enarco las cejas.

—Pregúntale a sus padres, si no me crees.

—¿De dos colegios?

—De dos.

Sabía que ella estaba sorprendida y era normal, uno no esperaba que lo que parecían ser dos angelitos fuesen así, pero a decir verdad eran bastante graciosos cuando juntaban fuerzas y hacían alguna de las suyas, sobre todo si su madre estaba cerca. Esos momentos eran épicos y el amaba estar presente en ellos. Disfrutaba de algunas de esas travesuras y sus recurrentes ideas. ¡Era increíble el tipo de idea que un niño podía tener!

—Son buenos niños, pero se aburren en clase, así que tienen que entretenerse de alguna manera.

—Comprensible.

Concedió ella. El sonrió, volviendo a recostarse contra su cuerpo, dejando que el calor de la piel de Emma se filtrara a su cuerpo y lo relajara un poco más. Su calor, acompañado por el sonido de su voz y el rico aroma que desprendía, lo tenían al borde un profundo sueño. Pero procuraba resistir y tener un poco mas de Emma.

Tenía el sonido de la televisión de lejos, acompañado por el golpeteo de los botones de los controles de la consola, y las voces de los gemelos, picándose el uno al otro, riéndose.

Dado que era tarde, decidió que era hora de que los enanos se fuesen a la cama. Sin incorporarse para eso, y solo girando su cara hacia las voces de los niños, rozo su mejilla contra la de Emma y sonrió.

—Enanos, es hora de irse a dormir.

—¡Jo! Un ratito mas tío, casi he pasado de nivel.

—Tienes un fin de semana por delante, y no vas a pasarte toda la noche delante de la televisión. Guarda tú partida y a la cama, Liam.

Los dos se quejaron durante un rato, pero hicieron lo que se les pidió. Aunque fusen niños traviesos, a él lo respetaban mucho y siempre le hacían caso. Eran buenos niños. Ellos no tenían la culpa de ser tan traviesos, aunque a decir verdad eso le añadía vida a una casa. El disfrutaba mucho de las reuniones familias que tenían, en ellas los niños eran siempre el centro de atención, por dos motivos, eran los únicos niños de la familia, y eran los únicos a los que consentían tanto como lo hicieron con Kyle.

Liam y Luke se acercaron, le dieron las buenas noches a los dos y se fueron a la cama. Sabía que antes de dormirse, se pasarían un rato hablando, pero no le importaba, con tal de que no se pasaran horas y horas delante de una consola, le iba bien cualquier otra cosa.

—Tienen muchos rasgos tuyos.

Comento Emma, rompiendo el silencio establecido entre ellos, una vez que los pequeños se fueron a dormir. El sonrió un poco. No podía ver a los niños y decir si era verdad o no, pero su familia siempre comentaba la similitud entre ellos.

—Según mi madre, Gabriel y yo somos muy parecidos. De pequeño, decían que era un gemelo tardío de Gaby.

Ella rio suavemente.

—¿Y eras igual de travieso que los gemelos?

—Yo era un niño muy bueno de pequeño. Nunca hice ninguna travesura.

Aseguro él con voz seria que esperaba colara, sin embargo por la carcajada que escucho desde la entrada al salón, supo que iba a ser rápidamente descubierto.

—¿Desde cuándo eres un santo? Porque mis recuerdos de niñez son de un niño rubio hiperactivo que iba y venía por todos lados. Un mocoso que saltaba desde un árbol al lago en casa de los tíos, y a uno que montaba a caballo por los campos. Si no recuerdo mal también solías...

—¡Ya! No hace falta que des más detalles, gracias.

Chirrió el, frunciendo el ceño hacia el sonido de la voz de Mark. Su hermano se carcajeo bien a gusto, y maldijo al notar como Emma intentaba contener su risa. Había querido verse inocente, pero su hermano lo había fastidiado. El se negaba totalmente a ser el culpable del comportamiento de los gemelos. El no era tan malo, simplemente se solía aburrir mucho en verano.

—¿No decías que nunca hiciste ninguna travesura?

Pregunto Emma, con una sonrisa en su voz. El suspiro.

—Solía aburrirme mucho en verano, sobre todo cuando mi madre se empeñaba en que me quedara en casa, por mi ceguera. Cuando éramos pequeños, el tío Lachlan solía venir a buscar a mis hermanos para llevárselos al rancho. Yo preparaba una pequeña mochila y cuando mi madre no me veía, me metía dentro de la camioneta y me escondía. Odiaba que quisiera meterme entre algodones por el simple hecho de no poder ver.

Elevando su rostro hacia el de ella, termino de contarle esa pequeña información suya. Si quería que ella se abriera a él y le contara cosas sobre ella misma, necesitaba compartir cosas suyas. Por otro lado, se sentía bien contándole cosas de su infancia.

—Así que solíamos recibir una llamada de mi madre, histérica, gritando que Noah se había perdido, cuando en realidad el mocoso estaba escondido en el suelo de la parte trasera de la camioneta.

Informo Mark, totalmente complacido por algo que él no llegaba a captar. Pero al menos le alegraba el hecho de que Emma no se hubiese tensado cuando reconoció la presencia de su hermano. Ella solo estaba relajada con él, así que era un gran avance que su hermano estuviese en la misma habitación, y la mujer no se hubiese puesto ligeramente en guardia.

—Mi padre siempre era cómplice de todo.

Ese hombre nunca había permitido que el fuese envuelto en algodón y plástico de burbujas, solo por el hecho de que la vida había decidido que él no pudiera tener la oportunidad de ver. Más bien fue todo lo contrario. Y gracias a eso había tenido una infancia increíble. Su madre prefería que lo acompañara a las reuniones con sus amigas, para beber té y pastelitos. El sin embargo, prefería montar a caballo o estar en el lago con sus primos. Hubo cosas que él no pudo hacer, pero no tantas como cualquier persona creería.

***

Era gracioso saber que el hombre responsable y tranquilo que se apoyaba contra su brazo, hubiese sido un revoltoso niño cuando era pequeño. Le gustaría saber más de todas las cosas que hacía en su infancia. Todas las travesuras que llego a hacer. Sus anécdotas. Le encantaría conocer más y más de ese hombre, y para su propia sorpresa, cada vez tenía un nuevo pedacito de él entre sus manos.

Mark, el hermano de Noah, sonreía desde la entrada al salón, mirándolos a los dos con satisfacción. Al principio ella estaba alerta y desconfiaba de él, pero en presencia de Noah, estaba tranquila. Sabía que con Noah a su alrededor, podía estar tranquila de que todo iría bien.

Desviando la mirada de Mark, giro su cara y observo a Noah. El hombre se apoyaba en ella, con su gran cuerpo relajado, mientras hablaba de su niñez.

—Gaby me ha llamado y me ha dicho que los niños se iban a quedar aquí, así que ¿Dónde están?

—Ya se han ido a dormir. Es tarde y hoy han madrugado, así que están en la cama.

Murmuro Noah sin moverse de su sitio, ni para levantar su cabeza.

—Iré a ver si ya están dormidos y darles un beso. Hace siglos que no los veo.

Dijo Mark, despidiéndose de ellos, se interno en el pasillo que llevaba a las habitaciones y los dejo solos en el enorme y solitario salón. El lugar se sentía un poco solo, sin las voces de Liam y Luke. Era agradable tener niños rondando por la casa, esos dos habían añadido mucha vida a la casa, en cuestión de unas pocas horas. Ella al principio se asusto un poco, no por que tuviera miedo de ellos, si no porque no sabía cómo se iban a tomar que su tío tuviera a una invitada en su casa. Pero los niños habían sido un cielo con ella en todo momento. Le hicieron recordar a Max. El era más grande, era un adolescente, pero en realidad todo el mundo lo trataba como un niño pequeño, debido a que era el pequeño de la familia, y un niño un poco ingenuo. Ella lo quería mucho, porque era el único de los hermanos que no le daba miedo, y que no la había mirado raro cuando apareció.

El la acompañaba mientras se curaba en la cama de su habitación. No hacía nada realmente, solo se sentaba en una silla y jugaba con su consola. Pero en cuanto ella hablaba, el no dejaba de parlotear de todo.

Max era un buen niño y ella lo extrañaba.

—Tampoco era tan malo como Mark lo ha hecho ver.

Aseguro él, con una vocecilla, un poco ofendido. Ella sonrió. Se veía muy tierno de esa manera, y una necesidad creció en ella, de tal manera que le era difícil de ignorar. Tenía la necesidad de alargar su mano y pasarla por su rubio cabello, notar la suavidad de su pelo y sentir como él se relajaba a su tacto. Pero eso era demasiado. Una cosa era ser valiente cuando él estaba dormido, y aprovechar la oportunidad, pero despierto era algo totalmente distinto.

Apretando su mano en un puño, para evitar hacer cualquier cosa que la hiciera avergonzarse por sus acciones, se inclino ligeramente hacia él, para sentir más de su peso contra su brazo. Un modo sutil de cambiar una cosa por otra. No era tan placentero como seria acariciar el pelo de Noah, pero al menos calmaba un poco su necesidad.

—Tengo el presentimiento que es exactamente como a dicho Mark, o incluso peor.

El alzo su rostro hacia ella, y sin poder evitarlo, rio suavemente cuando vio el ceño fruncido tras sus oscuras gafas. Le gustaría quitárselas y ver sus ojos claros, pero no quería incomodarlo.

—Te aseguro que no era un niño rebelde. Solo quería jugar como los demás.

—Me gustaría contar con la opinión de otros, antes de juzgar.

Rio ella.

—Eso es injusto, todos se pondrán en mi contra.

—No si dices la verdad.

El resoplo, echándose hacia atrás en el sofá. Cruzo sus brazos obstinadamente delante de su pecho y profundizo su ceño. Ella arqueo una ceja al verlo, y comprobar el grado de niñez que aun residía en su interior. Le gusto verlo y la enterneció.

—Entonces será mejor que solo le preguntemos a mis tíos y primos.

Soltando una rápida carcajada, se giro ligeramente en el brazo del sofá y miro hacia abajo a Noah.

—¡Eso es trampa!

El negó con los labios fruncidos.

—No lo es.

—Claro que sí.

El giro su cara hacia ella.

—Yo no hago trampas, Emma.

—Esto demuestra que sí.

Noto como entornaba sus ojos, antes de soltar una fuerte carcajada.

Ella sonrió, dándose cuenta de cuanto había avanzado en su curación, gracias a él. Desde que llego a su casa, Noah no había echo otra que mantenerse ahí para ella, dándole las distancias que ella imponía, y acercándose cuando ni siquiera ella era consciente de que necesitaba del calor de otra persona. Podía recordar fácilmente el momento en el que Noah la abrazo, después de que se cortase con el cristal de un vaso, cuando se le cayó de las manos. El modo en como la curo y trato fue extremadamente dulce, y le dio la oportunidad de acercarse a un hombre que no tenía ninguna mala intención hacia ella. Y cuando se desmorono, igual que un castillo de naipes, el estuvo ahí para aguantarla y calmarla, mientras sus emociones se montaban en la montaña rusa y la volvían loca. En esos momentos su mente y su corazón iban por caminos distintos, a día de hoy, en algunas ocasiones, eso seguía sucediendo, pero por el momento y solo cuando estaba con él, su mente y su corazón se mantenían unidos. Y eso era un alivio.

Mirando a Noah, ella sabía perfectamente bien que debía mucho a ese hombre, y aunque por el momento no pudiera pronunciar las palabras, llegado el día lo haría y lo haría siendo una mujer recuperada y segura, sin miedo a los hombres, por culpa de ese horrible pasado que le había tocado vivir.

—Me gusta mucho poder hablar contigo, Em.

Ella asintió con una sonrisa, pese a que el no pudiera verla, sabía que el tenia otros modos de sentir su estado de ánimo. El parecía percibirla a un nivel asombrosamente alto.

—A mi también.

Él le dedico una radiante sonrisa, de perfectos dientes blancos, antes de suspirar y ponerse en pie.

—¿Has cenado?

—Aun no.

Contesto ella, poniéndose de pie al lado de él.

Noah esturo su brazo, con elegancia y sonrió.

—¿Me acompañas a cenar?

Ella había estado esperándolo para hacerlo, pero había creído que esa noche no podría tener un rato con él a solas, en la mesa, pero al parecer había cambiado de opinión. Quería cenar con el tantas veces como pudiera conseguir, tener un rato del hombre para ella sola. Era egoísta dado que el tenia familia que siempre lo estaba buscando, pero le gustaba poder acaparar unas pocas horas de Noah, solamente para ella.

—¡Claro! Vamos, estoy hambrienta.

El futuro deparaba muchas cosas para la gente, y ella no tenía  ni idea de que era lo que estaba por venir, pero por ahora disfrutaría de cada pequeña pieza que le fuese mandada. Quizás en un futuro ella ya no estuviera cerca de Noah, así que aprovecharía al máximo cada oportunidad para estar con él.

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