En medio de su duermevela, Noah se despertó cuando escucho el sonido de algo de cristal caerse y hacerse añicos contra el suelo. Con el ceño fruncido, y la preocupación fluyendo por su cuerpo, se levanto y salió al pasillo, escuchando el tintineo que hacia el cristal cuando alguien los recogía. Miro hacia el sonido, y abrió la boca para hacer una pregunta, pero la voz de Emma se adelanto.
--Lo siento, me tropecé y se me cayó el vaso de agua.
Se disculpo con un tono lloroso en la voz. Noah dio un paso hacia ella, pero Emma lo detuvo con un fuerte susurro.
--¡No! Esta todo lleno de cristales, y esta descalzo.
Sonriendo hacia ella, hizo un gesto con la mano y regreso al interior de la habitación para ponerse sus zapatillas de andar por casa. En cuanto se calzo, regreso al pasillo y confirmo que ella seguía recogiendo el vidrio roto, por el sonido que hacía. Se acerco a ella, y alargo la mano para detenerla. No podía calcular las distancias, así que creyendo que su mano acabaría sobre su mano, termino sobre el antebrazo de ella.
--Para. Vas a cortarte.
--Pero…
El negó acariciando la suave piel bajo sus dedos.
--Vamos a la cocina a por un cepillo y el recogedor ¿De acuerdo? Y quitaremos los cristales, con cuidado.
Intento que parara, pero no le hizo ni caso, y termino por ocurrir lo inevitable. Ella soltó un quejido, al tiempo que un trozo de cristal caía sordamente sobre la alfombra. Soltando un suspiro, y rodando sus ojos, hizo el camino por el brazo de Emma, hasta llegar a su mano.
--¿Esta es la mano herida?
Pregunto, cogiendo su mano. Ella hizo un ruidito dando un negativo quejoso, y le dio la otra mano donde se había herido. Cogiendo más fuerte su mano, tiro de ella hasta ponerla en pie, y la llevo consigo al interior de su habitación. Cruzo la estancia y la metió en el cuarto de baño, con la seguridad de la rutina diaria, guio a Emma hasta el lavamanos y abrió el grifo.
--Mira que te lo he dicho.
La regaño. La mujer debía ser bastante terca, o un poco inconsciente. Era bastante obvio, incluso para un ciego como él, darse cuenta que tarde o temprano se iba a cortar. Una persona no podía recoger cristales rotos con las manos desnudas, sin el riesgo a cortarse. Pero Emma no conocía el riesgo o le daba igual.
--No creí que me fuese a cortar.
Protesto ella, dejando que el lavara sus dedos con cuidado.
--Es cristal roto ¿Y no pensabas que te fueses a cortar?
Pregunto el girando la cabeza para mirarla con las cejas enarcadas.
--No.
Murmuro ella con obstinación. Soltando una pequeña risita, negó con la cabeza y alargo la mano hacia el toallero. Apago el grifo y seco la piel con suavidad.
--¿No es mucho verdad?
Una de las desgracias de no poder ver, era que no podía cuidar a los demás de un modo completo cuando se lastimaban. Sin embargo si podía ofrecer su ayuda.
--Solo un pequeño corte en la yema del dedo.
--Bien, entonces solo pondremos un poco de betadine y una tirita.
Dijo sonriéndole a la mujer, mientras sacaba las cosas del armarito. Siempre lo tenía todo perfectamente colocado, y gracias al orden, pudo encontrar lo que buscaba con facilidad. Consiguió el bote de yodo, un poco de algodón y una tirita. Hizo un trabajo limpio, curando el corte y colocando la bandita alrededor de su dedo.
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Cuidaré de ti
RomanceHace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nueva novela. Un borrador que en un principio formaba parte de los Blake. Pero ahora ese borrador a tomado forma y se ha convertido en la nove...