Bienvenida a Richmond

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Con las manos temblorosas y el corazón agitado por la emoción que bullía dentro de su cuerpo, se acercaba rápidamente a la salida de los pasajeros del vuelo en el que viajaba su madre. Sentía la poderosa y protectora presencia de Sean a su espalda, dejándole saber sin necesidad de palabras que estaba ahí para cuidar de ella en todo momento, aunque ella se olvidara que necesitaba ser cuidada.

Pero en esos momentos, no podía centrarse en otra cosa que no fuese su madre. Estaba allí, a unos pocos metros de ella, frenética en su intento de acercarse y fracasando por culpa del gentío que se agolpaba en la salida, intentando recibir a sus seres queridos o conocidos. Ella no era la única con esos sentimientos que la anegaban.

Estirando el cuello en un punto donde perdió a su madre de vista, escucho el suspiro de Sean a su espalda. La mano del hombre se cerró en torno a su brazo y tiro de ella hacia un espacio sin gente, al lado de una columna. La miro seriamente con esos ojos verdes tan intensos y le señalo la cara con un dedo.

--Quieta aquí. Voy a por tu madre.

Ante sus palabras, sintió como se iluminaba como un árbol del navidad, así que asintió fervientemente, aceptando su ayuda para reencontrarse con la mujer que le dio la vida y a la que llevaba tanto tiempo esperando volver a ver. Ese deseo estaba a punto de cumplirse gracias a un hombre maravilloso que una vez más le demostraba lo mucho que la amaba. No sabía de dónde venía el impulso por traer a su madre, pero se lo agradecería toda la vida.

Necesitaba disculparse con su madre cara a cara, y pedirle perdón por no ver qué clase de hombre era Bobby, pese a que ella se lo aviso una y mil veces. Sin embargo, como la descerebrada enamorada que era, un amor que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a lo que sentía ahora por Noah, no le hizo ni el mas mínimo caso y se marcho con él, hacia una vida de cautiverio y golpes. Si hubiese abierto sus orejas antes de dar el paso e irse, no habría pasado por nada eso durante esos tres largos años, pero al pensar en ello, creía que de ese modo tampoco hubiese conocido a Noah y su familia. ¿El destino habría puesto en su camino a alguno de los McCarter? Ella veía ese encuentro como una luz de ayuda en su tormentoso camino, así que si no hubiese pasado por ello... no hubiese tenido esa ayuda que tanto necesito, y que finalmente recibió.

Pero dejando atrás esos pensamientos, se centro en como Sean serpenteaba entre una persona u otra, apartándolas con su enorme cuerpo para hacerse sitio y camino hacia la pequeña mujer que la buscaba con la mirada. Sabiendo que su guardaespaldas no dejaría que nada malo le pasara a su madre, desvió la mirada durante un momento hacia el hombre que había dejado atrás y sonrió. Solo verlo, la tranquilizaba. Noah se había retirado hacia un lugar un poco más seguro y menos céntrico, con su permanente y adorable ayudante de cuatro patas. Para alguien que no lo conociera, dirían fácilmente que aquel hermoso hombre estaba tranquilo, pero la realidad era otra muy distinta. Se sentía seguro en los lugares bulliciosos, pero no eran de su agrado en absoluto. Esa fue una de las principales razones, por las que se mudaron a un rancho en Richmond. La naturaleza y los animales, conseguían un efecto relajante en el hombre y aunque no estaba disfrutando de esa vida tanto como debería, era innegable que estaba mucho más tranquilo que cuando Vivian en Boston. Echaban de menos a Carmen y John, y a los gemelos, quienes cada cierto tiempo eran llevados a la casa para que sus pobres y cansados padres tuvieran un poco de tiempo para ellos. Mark, el desvergonzado hermano de Noah, quien se paseaba casi en cueros por los pasillos de la casa. Y no se olvidaba de su querida suegra. Roxanne era un torbellino con forma humana. Ver a Noah y a Roxanne interactuar entre ellos como madre e hijo, era muy divertido. Pero Noah no estaba a gusto en Boston y por eso se mudaron. Y al verlo de lejos, con ese aire imponente que tenia, y el inmenso cuerpo tenso por la variedad infinita de ruidos a su alrededor, supo que hicieron lo correcto.

Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora