Antes de...

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Permanecía tembloroso y aturdido en un ambiente frío, sentado sobre una camilla, mientras esperaba a que lo atendieran, escuchando las distintas voces de los que formaban el equipo medico de aquel hospital, a la espera de una nueva visita. En el rato que llevaba allí, distintas enfermeras pasaron para revisarlo, pero no parecían querer hacer mucho por el cuando la sensación que les proporcionaba ante su proximidad era como la de un animal asustado, el cual podía lanzar una dentellada en cualquier momento. No estaba asustado por el mismo o por lo grave que pudiera ser la lesión de su palma, sino por las dos personas que en esos momentos le preocupaban. A una de ellas lo estaban atendiendo con la mayor eficacia y profesionalidad que podían, intentando detener ese manantial de vida que se le seguía escapando del estomago. Un manantial que el no pudo taponar por mucho que presiono sobre el. Fue como intentar parar una catarata con solo una mano... pero era imposible. Y la otra, seguramente estuviese en esos momentos en la sala de espera, agitada y asustada por las distintas realidades que podían estar ocurriendo en esos momentos, sin que ella supiera nada realmente. Estaba seguro de que Alisa no le había contado toda la historia a Emma, así que su chica no sabia mucho sobre lo que ocurrió. .

Durante todo el ataque ella estuvo a salvo, o al menos eso esperaba. Sean se encargo de ello, por lo que era lógico que no supiera que había ocurrido con ellos, a pesar de la información que Alisa pudiera brindarle, que no habría sido mucha. El mismo no sabia muy bien como habían acabado así, a pesar de estar en primera fila de ataque. El dolor punzante de su mano, era la prueba fehaciente de ello. Pero nunca espero que una amenaza tan fuerte se cerniera sobre la vida de Emma. Hizo lo correcto al contratar a Sean, y le agradecería eternamente el echo de que hubiese salvado la vida de su chica y sus hijas, pero no podía soportar la idea de que el perdiera la suya. Pensaba en el como en un amigo, un camarada, que podría perder en cualquier momento, pero sobre todo, pensaba en el dolor que su hermano padecería si Sean no lograba sobreponerse a sus heridas. Pues si Sean estaba en esos momentos en la mesa de un doctor, era a causa de ellos.

¿Cómo enfrentaría a su hermano después de eso?

Las pisadas amortiguadas de la cuarta persona que iba a verlo, lo saco de sus pensamientos. Prestando atención a su entorno, frunció el ceño tras las gafas para concentrarse. Llevaba tanto tiempo yendo de un lado a otro acompañado por alguien que podía describirle a que se enfrentaba, que en esos momentos se sentía totalmente expuesto, a pesar de llevar sus gafas. Sintió la mirada de esa persona sobre el y eso provoco una nueva tensión sobre sus hombros.

--¿Qué?

Sin poderse resistir, respondió a la silenciosa observación con dureza.

--Aun no le han curado la mano, a pesar de que han entrado tres enfermeras distintas... ¿Podría dejar de asustar al personal, por favor?

--No hago nada para que ellas se vayan.

--Su silencio y la mueca que ofrece, es suficiente.

Muy posiblemente, fuese verdad, Y sin embargo, no podía hacer nada al respecto. Se sentía en carne viva y no quería que nadie se le acercara cuando no sabia que ocurría a su alrededor. Alerta y a la defensiva después de experimentar un ataque como el de hacia unos minutos, creía que era completamente normal. No podían juzgarlo por ello.

--Tenemos que tratar su herida.

Podría entrar en un debate con el doctor, sobre lo que necesitaba o no en esos momentos, pero decidió ignorar sus palabras mientras pescaba con los dedos de su mano buena, la cartera del bolsillo. La apoyo en su muslo y la abrió.

--Búsquela. Se llama Emma y esta embarazada. Seguramente este acompañada por otra mujer y un perro lazarillo.

--Señor primero...

Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora