Amor por el baloncesto - MYG+KTH.

Parte 62: el partido de béisbol

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La alarma suena a las 5:00 a.m. en punto y es apagada por un quejido.

—Amor —menciona el hombre contra la almohada—, amooor —escucha de nuevo la castaña y luego ella suelta un quejido.

—Ya sé, ya sé —es lo que responde.

Luego de unos minutos, 5 para ser exactos la alarma del lado de la mujer comienza a sonar. Hiroko se sienta contra el respaldo y apaga su despertador.

Se talla los ojos y suelta un bostezo, mira a su derecha y se encuentra con su esposo acostado conteniendo una estruendosa risa al verlo dormido con los ojos abiertos, por lo que sólo opta por lanzarse encima de él y besarle el rostro.

—Ya despierta —menciona y el hombre suelta un quejido.

Ella por su parte sonríe y le da un suave golpe en el abdomen, posterior se pone de pie y se dirige al baño fuera de la habitación, ya estando ahí se sujeta el cabello con una coleta alta y despeinada, se enjuaga la boca y enciende las llaves de la bañera para poder tomar una ducha, por las tardes el clima es bueno, pero por las mañana hace fresco y lo más adecuado es que el agua de la ducha esté maniobrada de modo que se encuentre un poco más caliente que fría.

Una vez el agua está en condiciones favorables para ella, se despoja de su ropa y se adentra para tomar una ducha de menos de 15 minutos, pues su esposo no tardará en despertar del todo y querer tomar él también una ducha para ir al trabajo.

Cuando sale del baño, tal y como supone su esposo está acercándose con su uniforme para la oficina, le sonríe y ambos se dan un corto beso para luego continuar con su respectivo camino, ella hacía la cocina para preparar el desayuno, al ser miércoles a ella le toca.

Se encuentra haciendo huevo con frijoles cuando su celular vibra por un mensaje, mira por el listado de notificaciones y se da cuenta que es un mensaje de su padre, toma un respiro y apaga la estufa cuando el huevo está bien cocido al igual que los frijoles. Una vez que lo sirve en dos platos, le hace acompañamiento con dos rebanadas de pan, y sirve un poco de jugo de sandía en dos vasos, aguarda a que su esposo llegue para desayunar juntos, así que toma su celular y lee el mensaje que su padre le ha mandado.

<¿Cómo estás?

¿No quieres que te transfiera devuelta a Seúl?>

Y Hiroko no puede evitar soltar un suspiro y rodear los ojos mientras responde con un "no, gracias papá" y le envía el mensaje.

—¿De nuevo tu padre? —Entra a la cocina Dong-hee y ella le asiente con la cabeza.

—Estoy cansada de que haga esto —confiesa.

—Bueno, eres su bebé, ¿qué esperabas? —Cuestiona.

—No me cuida —detiene—, cree que no puedo con esto, y claro que puedo —toma un pedazo de pan y unta un tanto de huevo con frijoles y se lo lleva a la boca. —Ahora estoy molesta —admite con un bufido.

Dong suelta una risa y niega con la cabeza.

—Sabes que él sabe que eres buena —asiente.

—Mucha rima en tu texto —pucherea y el hombre suelta de nuevo a reír.

—Eres mala —le saca la lengua.

—Sabías a lo que te atenías al casarte con una docente de literatura —le ataca encogiéndose de hombros.

Ambos sueltan una risa y continuan con su desayuno.