Capítulo 1

8.6K 326 14
                                    

Solo pude contener el aliento cuando sentí su presencia, no tuve siquiera que terminar de escuchar su nombre para saber de quien se trataba porque todo mi cuerpo había reaccionado a su cercanía como antes, mis manos empezaron a sudar y sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo, una sensación que era conocida, muy conocida de hecho. Solo existía una persona en el universo que era capaz de provocarme eso.

"Con ustedes la Dra. Juliana Valdés" el presentador dijo.

Y ahí estaba ella, mi primer y único amor, subiendo las escaleras con esa elegancia e imponencia que la caracterizaba, la seguí con la mirada embelesada por su belleza, hasta que llegó al centro del escenario, donde comenzaría su magistral conferencia.

No sabía que hacer o cómo reaccionar, habían pasado algunos años desde la última vez que la había visto y muchos más sin haber siquiera intercambiado algunas palabras, todos nuestros momentos juntas vinieron a mi mente como un remolino y junto con ellos miles de preguntas sin responder, no pude más que suspirar mientras recordaba toda nuestra historia...

7 años atrás...

Me sentía totalmente extasiada, era mi primer día de universidad y no podía evitarlo. Había decidido estudiar medicina como mis padres, el gran Dr. León Carvajal, el mejor neurocirujano del país, totalmente famoso a nivel nacional por sus diversas investigaciones y la Dra. Lucía Carvajal una ginecóloga reconocida por su amabilidad y profesionalismo a pesar de que no se dedicaba al cien por ciento a su carrera, debido a que llego el regalo de la maternidad y decidió que se sentía más plena viviendo su vida de esposa y madre. Tuvieron 3 hijos, mi hermano Guillermo, el mayor, era un gran ingeniero en mecatrónica, siempre tan dedicado y entusiasta queriendo inventar o crear cosas nuevas, trabajaba mano a mano con mi padre realizando artefactos en pro de las ciencias médicas, seguido de mi hermana Eva, siempre tan organizada, callada pero observadora, era perfecta desempeñando su papel de abogada, las últimas encuestas de internet y la cantidad de clientes que tenía no dejaban duda de que había nacido para eso y por último yo, Valentina Carvajal. Viendo todo este panorama, yo no podía aspirar a menos, quería que todos en mi familia se sintieran orgullosos de mí y quería demostrar que podía llegar muy lejos.

Definitivamente era afortunada, podía escoger cualquier carrera que quisiera, algo que no todos en mi círculo de amigos podía presumir. "Siempre persigue tus sueños mi amor" eran las palabras de mi mamá. Ella me recalcaba que eligiera lo que a mí me hiciera feliz, que eso era lo más importante. Que ellos siempre se iban a sentir orgullosos de mí, que luchará por lo quería sin importar nadie más que yo. Mi familia era sumamente amorosa, no podía pedir una mejor familia que esta. Por lo general tenía todas las facilidades que el dinero y la posición de una familia reconocida puede darte, a pesar de ello me habían enseñado el gran valor de la humildad y a nunca creerme más que nadie.

Si, era totalmente afortunada.

"Hija, ¿ya estás lista para irte a la escuela?" mamá irrumpió en mi habitación, mientras yo terminaba de arreglarme "ya es tarde Valen, no te va a dar tiempo de desayunar y Chivis hizo un desayuno especial para ti, por ser tu primer día"

"Tranquila mamá, ya acabé así que bajemos de una vez" mi madre me sonrió y salió del cuarto, conmigo siguiéndola por detrás. Al llegar a nuestro espacioso comedor, sentí la mirada de todos los que se encontraban allí. Toda mi familia me sonreía, sabían que era mi primer día en la universidad, que ellos describieron como la mejor y la peor etapa de mi vida, así que para darme ánimos iban a desayunar conmigo. Y todo se volvía aún más perfecto cuando vi que lo que era el desayuno: waffles con crema batida y chocolate líquido. Realmente querían desearme un magnifico día.

Después de un desayuno ameno entre pláticas y risas, ya estaba lista para partir, pero no sin antes recibir las palabras de aliento y éxito que me dedicaban todos acompañada de unos cuantos abrazos, besos y una que otra lágrima de mamá, que se sentía sumamente emocionada, ya que, en palabras de ella, "mi bebé ha crecido" era motivo suficiente para llorar todo lo que ella quisiera sin dar lugar a las críticas.

Cuando te vasWhere stories live. Discover now