A pesar de lo sucedido durante el medio día, llegue casi al atardecer a mi departamento. Ninguno quiso separarse hasta asegurarse de que Ren e Iv llegaran sanas y salvas a casa, que el coche destruido fuera recogido y llevado al lugar correspondiente y que alguien revisara los dedos de Juls.
Futuros dedos de cirujana.
Para el registro, la mano de Juls no corría peligro alguno. Una fisura en uno, inflamación en ambos. La noticia alegro a Sofi, quien sutilmente (no fue) menciono que podría seguir disfrutando de ellos en poco tiempo. El comentario me causo incomodidad, Juliana se dio cuenta, pero la morena lo oculto riéndose y siguiéndole el juego como siempre.
Quería llegar a ducharme, cenar algo ligero y dormir. Lo común, ya saben. Mi rutina de los últimos días. Tanta adrenalina, a pesar de que no hice más que asustar a una chica, fue suficiente para el resto del año. Sin contar, la cantidad enorme de preocupación por mis amigos, los pensamientos sobre lo sucedido, etcétera. Complicado.
Miranda me mandó un mensaje horas atrás para informarme que mis padres estaban enterados de lo ocurrido, así como tranquilos porque me hallaba bien. A pesar de ello, contaba con que me llamarían al terminar la noche o algo así. La única razón por la que seguían sin armar un escándalo era que se encontraban en una reunión importante.
Subí las escaleras arrastrando los pies. Mi cabeza con un pequeño dolor, que resultaba molestoso.
"Hermanita" escuché decir a alguien.
"Guille" saludé sin mucho ánimo, cuando lo vi "¿qué haces aquí?"
"Verificando que estes sana y salva" explico mi hermano que seguía sentado con la espalda recargada en mi puerta "nuestros padres confían en Miranda, pero nunca esta demás comprobar tu integridad."
Guille me dedicaba una de esas sonrisas que me motivaban, que indicaban que nunca nada podría salir mal si nos teníamos el uno al otro. Esa imagen, junto a sus palabras, diciendo que mis padres siempre se preocupaban por mí, fueron suficientes para hacerme estallar en llanto.
Demasiado, todo esto era demasiado.
"¡Hey!" mi hermano se puso de pie enseguida, alcanzándome para envolverme en sus fuertes brazos "calma Valen, respira. Estoy aquí contigo."
"¿Por cuánto tiempo Guille?" sollocé sintiendo que las pocas fuerzas en mi interior se desvanecían "cuando los demás se enteren de mi relación con Juliana, me van a dejar... como le paso a Ivana."
"Valen, tranquila" susurraba él con tanto cariño que dolía "sigo aquí ¿no? Sé sobre tu relación, no me he ido. Quiero ayudarte, eres lo que más me importa hermanita" se separó un poco para secar mis lágrimas "mejor pasemos al departamento, para hablar bien."
Asentí a su propuesta, derrumbarme de esa forma en el pasillo era algo incomodo si lo pensaba a fondo. Una vez dentro, ocupamos el sofá y al igual que cuando éramos niños, nos sentamos con las piernas cruzadas. Listo para tener una conversación entre los mejores hermanos del universo.
"¿Quieres hablar del tema?" preguntó Guille suavemente, me daba la oportunidad de retirarme. Algo que no quise, por lo que accedí a hablar sobre mis preocupaciones.
"Me mataría perderlos, a ti, a papá y mamá, a Eva e incluso Chivis" me ardían los ojos de solo pensar, que mi familia podría darme la espalda, alejarme y no querer volverme a ver jamás "el otro día, escuché como mi papá hablaba con mamá, diciéndole que si resultaba igual que Ivana, sería una absoluta decepción. Jamás quiero ser una decepción para ellos, me han dado todo Guille."
"¿Has pensado en el psicólogo que te recomendé? Mi amigo me dijo que existen muchas probabilidades de que lo que te dije el otro día sea verdad. Que a raíz de lo sucedido con Lucho, quieras ocultarte así de malas relaciones con chicos" mi hermano agarró mis pies para colocarlos sobre su regazo, quería que me relajara un poco. "Deberías ir, que te chequen bien la cabecita y ver qué pasa. Si después de tu terapia sigues con la idea, te apoyare frente a cualquiera. Aunque espero logres reivindicarte."
