Capítulo 52

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Lucho colocó sus manos en mis glúteos para poder alzarme mientras me seguía besando, a lo que de inmediato respondí, situando mis piernas de tal forma que envolvía su cintura. Cargando conmigo llegamos a mi recamara, entre uno que otro tropezón, para que juntos pudiéramos resolver nuestras dudas.

Desabotone su camisa, tirando de ella hasta que quedó tirada en el pasillo. Con mis manos detallé su cuerpo lentamente, debía reconocer que su cuerpo era bello, bien trabajado. Lucho era esbelto y suave, pero no era como el de Juls.

Juliana, Juliana, Juliana.

Con lentitud me puso sobre la cama para quitarme la playera con la mayor delicadeza que el pudiese. Me empezó a besar con ternura los ojos, las mejillas, la frente y por último los labios. Muy diferente a los besos presurosos del pasillo, en el fondo sabía que había cambiado la táctica porque ambos sudábamos nervios. Cerré los ojos para intentar concentrarme, traté de corresponder a todos sus besos, a todas sus caricias.

Sentí como su mano soltó mi mechón para asentarse en mi cuello, su tacto en mi piel causo un revuelo en mi cuerpo, una ligera capa de electricidad se desplazó lentamente a través de todo mi ser.

Estando allí, viviendo ese momento me sentí desconectada, porque mi cuerpo no reaccionaba a como estaba familiarizada. Con besos húmedos los labios de Luis recorrieron mi cuello y mis brazos, besos que no me erizaban la piel como otros a los que me acostumbré.

El calor que salía de la palma de su mano, se movía lentamente bajando hasta mi hombro y volvía subir, un movimiento que repitió varias veces.

Lucho succiono en ciertas zonas, donde sabía que quedarían marcas. El pensamiento me hizo sentir sucia. De ser los labios de Juliana, hubieran provocado pequeños gemidos que le arrancarían una sonrisa que amaría, sin contar que jamás había dejado marca por querer cuidar de mi en todos los sentidos.

Entonces, como si de verdad pudiera leer mi mente, sostuvo mi cara entre sus manos, acarició mis mejillas con sus pulgares e hizo contacto con los labios. Sus tiernas caricias seguían sobre las partes expuestas de mi cuerpo, mi cuello, hombros y brazos. El problema era que yo quería más, sentir la suavidad de sus movimientos sobre todo mi cuerpo. No tenía miedo, era casi una locura creer que ella podría hacerme algún tipo de daño. Ella cuidaba de mí, en todos los sentidos.

Mi mente se estaba dividiendo entre lo que debía hacer y lo que quería hacer. Debía probar estar con un hombre, por mi familia, si esto me gustaba yo tal vez podría ser normal y no decepcionarlos ni perderlos, porque ellos eran mi pilar. Siempre habían estado allí para mí, en cada paso, en cada error y en cada acierto.

Entonces ¿por qué no estarían ahora?

"Puedo decirte que cuando lo hagas, voy a estar allí para apoyarte sin importar cuales sean las consecuencias, si es que las hay."

Lo que quería era muy diferente, quería estar con Juls, entre sus brazos y no los de Lucho, quería sus labios, su cuerpo, pero sobre todo su amor. Lo que quería era parar esto e irme a refugiar en ella.

"La que sabe lo que quieres, eres tú Valen. Qué no te escuches a ti misma, qué no defiendas tus ideales y luches por lo que quieres, es el peor error que vas a cometer en tu vida."

Quería detenerme.

Olvide como respirar por un instante, sentí como algo tiraba de mi interior, como si cayera en espiral, pero en realidad estuviera flotando, mi mirada impacto directo a los ojos color chocolate más hermosos que hubiera visto en toda mi vida, pertenecían a una chica excepcionalmente guapa, mejor dicho hermosa, no había palabras para describir su belleza, me lograba transmitir una paz inmensa que jamás había logrado tener con nada ni nadie, de repente como si hubiera hallado una pieza faltante, sentí que estaba completa.

Cuando te vasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora