Capítulo 56

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Errores.

Los seres humanos cometemos muchos de esos. Algunos con errores tan ínfimos que cuesta darse cuenta de que existen, pasan desapercibidos o las consecuencias pueden incluso ser graciosas.

Otros, son errores tan grandes que marcan vidas, cambian el transcurso de historias o crean guerras. Pueden ser tan profundos que destruyen lazos, dañan corazones y parten almas.

Lo que es seguro con los errores es que enseñan, dan lecciones de vida y te cambian la percepción de lo que te rodea. Incluso, pueden traer algo bueno después del caos.

Quisiera decir que cometí un error muy grande, pero la verdad es que me dedique a tomar una serie de decisiones equivocadas. Un error tras otro, tras otro, tras otro... que al final crearon situaciones muy malas para las personas que me rodeaban.

No sé cómo fui capaz de hacer lo que hice, hasta donde llegué para demostrarme algo que resaltaba a la superficie si prestabas la suficiente atención. Lo que mi corazón realmente quería. Así que, allí afuera de la casa de Miranda, viendo como Ivana y Camila se iban fue que estallé en mil pedazos.

Dentro de mí ocurría un choque de sentimientos muy grande. Por un lado, la culpabilidad de haber logrado que Juliana se fuera de su casa, lejos de su familia a la que tanto amaba, pareciendo una delincuente en fuga. Sin contar el hecho, que fui la razón de que huyera.

Ira, un inmenso enojo hacia mí misma, porque fui tan idiota. Por cada segundo en el que dudé de mi amor y mi sentir. Por cada palabra que hizo que Juls se alejara de mí, cuando podía haberme refugiado en ella. Por cada acto egoísta que hice desde que empecé a dudar.

Tristeza, porque tardé demasiado en darme cuenta. Porque perdí a una mujer increíble, amorosa, honesta, llena de muchas virtudes que me ofrecía en bandeja de oro. Por dañar a alguien que merecía el mundo entero, después de las angustias que paso. Porque fui la única responsable de romper mi propio corazón. Y al saber que las huellas de lo sucedido perdurarían mucho tiempo.

Coloqué una mano sobre mi boca, para ahogar el grito de desesperación y sufrimiento. Me deslicé contra la pared de la barda, para abrazar mis piernas y llorar largo y tendido. El sol quemaba mi cuerpo, algo que no importo. Si era posible, quería que me desapareciera, para pagar el daño que provoqué.

Ignoró cuanto tiempo estuve allí, sollozando sin vergüenza en la calle, empapada de sudor por el calor, sintiendo el escozor de las quemaduras que sabía que iba a tener en las partes expuestas de mi piel. Hasta que sentí a alguien sentarse a mi lado.

"Camila me llamó" una mano se posó en mi espalda, frotando con cariño "dijo que necesitabas apoyo y a alguien que pudiera llevarte a casa."

"Lau" gimoteé sorprendida de que la morena la llamará para mí, verla allí me hizo sentir que todavía había personas con las que contaba "cometí un grave error."

"Hey, no vine aquí a juzgarte" con su otra mano disponible apretó uno de mis brazos, mostrando apoyo "soy tu amiga, quiero ayudarte. Vamos, te llevare a tu departamento."

"No, no, no" seguí soltando lágrimas "déjame aquí, debo esperar a que Juliana regrese para hablar con ella."

"Valen..." Lauren se puso de pie, extendiendo su mano para ayudar a levantarme "a veces el tiempo es el mejor amigo que podrías tener. Deberías darle a Juli y a su familia un poco de eso."

La ojiverde tenía razón, pensando en las reacciones que tuvo su familia, esperar algo mejor de Juls era imposible. Lo que era lógico.

"Si" tartamudeé con dificultad "vamos" acepté la ayuda de Lauren.

Cuando te vasWhere stories live. Discover now