Capítulo XXXIII

3.2K 192 13
                                    


La imagen del pecado

Vayolet

Llegamos después de un rato a Nueva York, el viaje no fue pesado lo que fue pesado fue que durante la hora de viaje Henry y yo ni siquiera nos habíamos dirigido la palabra, algo que no me sorprendía desde que salimos de la casa de mis padres, al otro día de la discusión, solo salimos sin decir nada.

Él no habló yo no lo hice. Aleck me preguntó si estaba bien y para dejarlo tranquilo le dije que teníamos que regresar por problemas en la empresa. Despedirme de Tony por otro lado fue mas difícil, pero prometí que regresaría pronto a verles.

Antes de ir a la oficina fuimos a mi departamento, o más bien yo fui, él solo me dejó en la entrada y se fue de inmediato.

No intente hablarle, sabía que todo era una bomba, también sabía que muy probablemente en la noche mientras no hablábamos se había dado cuenta del problema en el que se había metido por querer ayudarme, así que entendía el silencio, las miradas, todo lo hacía, lo entendía.

Deje las llaves donde siempre y camine a la parte de arriba de mi departamento, para ducharme, cambiarme y salir directo a la oficina.

Cuando llegue a la agencia, Smith me miró con una sonrisa pequeña y luego me enseñó la oficina.

—La están esperando, el señor Joseph, llegó muy temprano hoy y esta la oficina de Henry. Me dijo que cuando llegará le dijera que fuera. Por cierto felicidades. —su voz animada era algo que me reconfortaba. Smith y su voz habían nacido para darle paz hasta a la persona más iracunda.

La mire extrañada, luego lo recordé según las revistas y todo el mundo estaba feliz mente comprometida con Henrry Black. Asentí hacia ella y traté de darle lo que debía de ser una pequeña sonrisa, camine a la oficina de Henrry.

Mis paso eran lentos, como intentando alargar la agonía, como si el tardar en llegar hiciera que mágicamente nada de esto hubiera pasado y no tuviera que ir a esa oficina, ver al señor Black, decirle a los ojos que siempre si me voy a casar con su hijo. La señora Black se ríe desde el cielo de mi lo aseguro.

A medida que mis pasos se acercaban a la entrada podía escuchar las voces de ambos pero al último solo era la del señor Joseph.

—Una vez más, una vez más es un juego tuyo, una vez más crees que el matrimonio es algo tan simple como tomar una copa de vino francés. ¡Por una maldita vez en tu vida! Entiéndelo, no eres cualquier hombre, eres un Black, tienes negocios y fortunas que cuidar. Henrry, no eres cualquier persona deja de actuar como el inmaduro e irresponsable que siempre has sido.

Se quedó un momento callado. Pero estaba furioso y no entendía si Henrry le había dicho a su padre la verdad o simplemente le preocupaba la parte en la que si él se casaba su fortuna podría correr riesgo.

>>No vas a jugar a la casita con Vayolet, solo porque te quieres meter en sus bragas y sabes que ella es una mujer decente, deja de inventar matrimonios solo porque quieres follar con la primera cara bonita que miras. Tu jamás vas a casarte de forma decente yo lo sé, sé que esto solo es un juego tuyo como todos.

Y entonces, solo entonces la sangre se me subió a la cabeza, si justo como cuando decidí que mis padres no me casarían a la fuerza y deje todo sin mirar consecuencias.

En mi cabeza solo podía mirar lo molesto que estaba Henrry y lo frustrante que podía ser para él que su padre pensara así de él. Así que le había prometido salvar su culo de lo que fuera y ahí iba lista para patear el culo de mi jefe, el cual a decir verdad siempre era un amor.

El Mujeriego Es Mi Prometido (editando) Where stories live. Discover now