Esᴘᴇᴄɪᴀʟ 10ᴋ

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(Día de la coronación)
Cumple años de...

[Andromeda]

—Elizabeth fue muy linda en prestarme uno de sus elegantes vestidos— Comente posando frente al espejo de cuerpo completo, viendo desde diferentes ángulos la tela de seda y sus diferentes tonalidades.

Un suspiro llamó mi atención, y gire a ver a Arthur, quien se encontraba sentado en la cama observandome derramando amor y corazones burbujeaban por encima de él. Reí por lo tierno que se veía y me acerque a él con lentitud, tomando un poco el vestido para no arrastrarlo tanto.

Pareció por fin volver a su mundo y los nervios se apoderaron de él, un sonrojo lo invadió y torpemente trató de unir la esmeralda con la otra parte de la prenda. Reí y aleje sus manos de la acción, para ser yo quien terminará de arreglarlo —Gracias— Susurro.

—Te ves muy bien— Se puso de pie y pude apreciar el traje verde, negro y blanco que le habían prestado... Hacía juego con el mio. No me miraba a los ojos y estaba sudando, eso me hizo sonreír con burla y solté una risita —¿Sucede algo? Arthur...

—¿Eh?— Me incline a él y rápidamente se alejo de mi. Eso me hizo dejar de sonreír —N-no, no, no sucede nada ¿Vamos?— Comenzó a caminar hacia la puerta, y se detuvo cuando noto que no lo seguía.

Se giro a verme y ambos nos quedamos parados en nuestros lugares, lejos uno del otro —¿Me estás evitando?— Pregunte con dolor en la voz. Función el ceño, y luego se vio algo molesto, relajando su cuerpo y girando completamente para verme de frente.

—¿Qué? No— Estaba serio, y parecía que mi comentario le había desconcertado por completo —Andromeda, no te evitó— Camino a mi.

—Pareciera— Me analizó de pies a cabeza con vergüenza y suspiro —No quieres verme directo a los ojos y evitas tocarme ¿Es por lo que paso en la noche?— Mis mejillas ardieron y estaba segura que me encontraba igual de roja que él.
Bajo la mirada y suspiro.

—Lo siento, es sólo que... Me da pena verte...— Eso rompió mi corazón y sin decir una palabra más, camine a la puerta pasándolo por alto —Espera, Andromeda...

—¿Fue un error habernos entregado, Arthur?— Cuestione abriendo la puerta —Porque no dejó de pensar en eso. Desde en la mañana no dejas de comportarte como si me hubieras hecho algo, o peor aún, como si no pudieras perdonarme por algo que hice... Yo no me arrepiento de haberme entregado a ti, y haberte dado una parte importante de mi... ¿Y tú?

Sonrió y camino a mi, quitando mi mano del picaporte. Cerro la puerta y me acorralo a la pared a lado de la misma, encerrandome con sus brazos, uno a lado de mi rostro y la otra había por fin tocado mi cuerpo, apretando mi cintura.
Me beso y sentí mis piernas flaquear, de la manera en que lo estaba haciendo, me demostraba un sentimiento que no pudiese explicar con palabras.

—No me arrepiento de nada, jamás lo haría— Junto nuestras frentes —Sólo que no puedo evitar al verte, recordar las bellas imágenes de anoche y añorar con volver a estar así contigo ahora mismo— Mi rostro ardía y estaba sumergiendome en la vergüenza —Lo siento si te hice creer algo malo con mis acciones, realmente me disculpo— Dejo de acorralarme y acarició mi mejilla sonriendome con ternura.
Sus ojos seguían las acciones que hacía con su pulgar, hasta contornear mis labios entreabiertos. Trague saliva y sentí que daba un paso más hacia a mí, pegando más su cuerpo con el mio y dejándome más acorralada a la pared —... Pero no puedo dejar de pensar y recordar la manera en que decías mi nombre— Su voz comenzó a volverse más áspera y ronca, y sus ojos púrpura dejaron de brillar para opacarse. Estaba bastante concentrado en mis labios, acariciandolos con su dedo.

Solté un gemido cuando separó mis piernas y puso uno de las suyas en medio de estas para que no las volviera a juntar. Y lo mire sorprendida cuando su pulgar entró por fin a mi boca.
Mayor fue mi sorpresa cuando mi cuerpo accionó por si solo, atrapando su pulgar y comenzando a pasar mi lengua por el mismo. Queriendo más cercanía entre mi cuerpo y el suyo.

Arthur gruño y su feroz mirada cayó en la mía, separando su pulgar de mi boca creando un "pop" al retirarlo. Me beso y por fin terminó con los centímetros que nos separaba, me aferre a su cuerpo pasando mis brazos por su cuello y enterrando mis dedos en su cabello.

—Arthur, Andromeda... Los estamos esperando— Nos separamos rápidamente y asustados por la repentina interrupción.
Nuestras respiraciones eran agitadas y estábamos acalorados por el momento que habíamos iniciado.

Arthur aclaró su garganta y miró la puerta —¡Sí! ¡En un momento!— Se escucharon los pasos de Merlín alejándose de la habitación y por fin suspiramos con alivio.

Volvió a jutar nuestras frentes y ambos comenzamos a reír.

(...)

Mayor parte de los caballeros, la clase alta y una pequeña porción de la población, se encontraba reunida en el salón principal del castillo. Todo sólo por mi coronación, que se había decidido de un día a otro.

El rey Bartra, sobre todos los demás, había casi sentenciado que sería una aberración sino cumplía con el propósito de la corona Británica. Y ahora... Sería coronada como reina de Camelot muy lejos de mi reino.

—Arthur— Merlín lo llamó después de rato, en el que estuvimos esperando indicaciones para proceder con la ceremonia.
Mi novio me miró y apretó mi mano, me sonrió y beso mi frente y después el dorso de mi mano.

—Te espero en el trono— Asentí y se alejo de mi.

Me puse de pie y mire por la ventana ¿Cómo sería su reacción si me niego a la corona frente a todos los presentes? ¿Que pasaría después? —No es como si te fueras a casar— Salte en mi lugar y gire a ver a Bartra, quien se encontraba en el marco de la puerta —Dejame decir algo, querida Andromeda— Camino a mi con serenidad y se sentó en aquel sofá del salón —Ven, toma asiento— Y abedeci —Sé que estamos en momentos de inquietud y preocupación y que justo ahora una coronación no estaba por nada dentro de tus planes, sin embargo, debes saber que al cumplir tus 16 automáticamente la corona sería puesta en tu persona...

—No es eso, Bartra— Suspire y decidida se lo dije —No quiero convertirme en reina— Sus semblante cambio drásticamente, y pareció adoptar una de preocupación —No sabiendo que por mi culpa el reino fue derrocado por los demonios, si tan sólo nos hubiésemos quedado en él, ahora Camelot no estaría bajo el mando de esos miserables y despreciables criaturas— Mis manos comenzaron a temblar al igual que mi voz, y mi vista comenzó a opacarse —No quiero convertirme en reina sabiendo que no pude hacer nada por mi reino.

Él suspiro y se sentó a mi lado abrazándome —No te culpes por algo que ya no estaba en tus manos. Incluso si se hubiesen encontrado en el reino, inevitablemente este también hubiese caído... Porque no puedes encontrá del destino— Deje que sus brazos me consolaran, y aquellos pensamientos que había tenido noches anteriores los dejé salir por fin —Pero puedes hacer algo para remediarlo... Luchar por tu reino, y recuperarlo. Sé la reina que salvo a su reino de las garras del mal, y que no dejo que pereciera.

Me enderece y lo observe con una sonrisa —Gracias.

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𝘍𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢  "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora