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No me preocupa, porque sé que nuestro amor no es frágil.

No me preocupa, porque sé que nuestro amor no es frágil

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La cosa es... Que el cuerpo de Hendrickson no había soportado más el entrenamiento y antes de llegar a la muerte Jenna lo había sacado de la cueva, dejándome sola... Figurativamente, debido a que, ahora un chico de hace miles de años atrás se encontraba conmigo.

Lo había liderado de su maldición con aquella mujer a la cual nos enfrentamos, y  no era su golem... no del todo —¿Estas bien?— Él me miró y luego bajó la mirada.

—Te lo agradezco en verdad, estare eternamente agradecido contigo hasta el último día de mi vida— Trague saliva y mordí mi labio.

—Sabes, no es necesario. Con un gracias me basta— Un temblor provocó que me pusiera en alerta, y él también, quien me tomó de la cintura y me pego a él en un intento por protegerme.

Me aleje enseguida y mire la cueva, la cual ya se encontraba llena de ambares nuevos —Los reconozco, cada uno posee un desafío diferente. Tocas uno y al instante tendrás que enfrentarte con tu destino— Suspire y me deje caer en la piedra mirando mi pierna.

—Estas loca Jenna si crees que seguiré peleando con una herida así de profunda— Dije algo cansada.

—Cómo quieras, después de todo no creo que a los diez mandamientos les importe tanto que no quieras luchar por un simple rasguño— Gruñi por su comentario y me puse de pie.

—Bien ¿Donde esta Hendrickson? ¿Va a volver a ser mi compañero?— Camine hacia un ámbar morado y lo toque.

—No, ahora tu compañero sera Tadashi. Todos deben cambiar de compañero de batalla— Bufe y gire a ver la estructura.

—Jenna, te odio— Le respondí una vez que los demás ambares se fueron del lugar, gire a ver al chico y me cruce de brazos —¿Así que eres Tadashi?

—Ese es mi apellido, la verdad es que no tengo nombre, así que... Llamame como quieras— Asenti y camine a él, ofreciéndole mi mano en modo de saludo.

—Soy Andromeda, un gusto conocerte Tadashi. Bienvenido de vuelta, nos serás de gran ayuda— El ojiazul me sonrió y tomo mi mano estrechandola.

(...)

Me deje caer al suelo, soltando un suspiro. Algo en mi no estaba bien y pronto, como si algo me hubiera golpeado la cabeza, me encontraba en otro lugar... Fuera de la cueva, sin peleas, sin nada, sólo estaba ahí parada detrás de un chico no más alto que... Yo.

Quiero decir, parecía ser un niño, pero su musculatura me decía lo contrario, vestia de rojo y tenía cabello negro —....— Sabía que habían dicho mi nombre, pero se escuchaba tan lejana que me sentía atontada —... An....— El chico giro pero no pude ni siquiera distinguir su rostro. Luego todo fue confuso, estaba Arthur allí, vestia de blanco y un gato lo acompañaba ¿Eso no era un gato... O si? No lo sé, parecía que cada cosa que veía al instante lo olvidaba ¿Qué estoy haciendo aquí?

Ahora estaba en la cafetería de mamá ¿Había visto a Arthur antes? Porque siento que si lo hice —¡Andromeda!— Inhale profundamente y regrese de nuevo a la realidad.

Tadashi me sostenía de los hombros y parecía haberme estado sacudiendo por mucho tiempo, su preocupación se mostraba hasta sus poros —¿Qué sucedió?

—No lo sé, tu dime... Dejaste que esa cosa te golpeara ¿Qué sucedio?— Trague saliva y mire mis manos.

—No lo sé, pero no me siento bien— Me puso de pie y sólo así me percate que aquello estaba muerto —Fue muy extraño, sentí un poder casi inimaginable... Uno que sin duda lo había sentido antes pero ahora, me es extraño... Es casi como...— Lo mire y negué, tratando de entender lo que había pasado —De alguna manera sentir aquello me hizo entrar a un estado de confusión que ni mi propia mente pudo enterder y a causa de ello ha obligado al hipocampo enfocarse en aquello para reconocer el poder, sin embargo ante el shock y la confusión me llevó a... Diferentes escenarios en los cuales posiblemente no tengan nada que ver o todo que ver con esa sensación— Tadashi me miraba confundido —Lo que quiero decir es que navegue por mis memorias sin tener éxito al encontrar aquel mismo sentimiento— Pero para ser honesta, no precisamente siento que haya viajado por mis memorias.

—¿Siempre eres así?— Ladee mi cabeza, haciendo que sonreirá —Suenas como una chica sabelotodo.

—Bueno, teniendo en cuenta que soy mucho más inteligente que cualquier otra persona promedio... Superado por casi nada a Merlín, yo... Soy una chica sabelotodo.

—No me digas ¿También sabes hacer de comer?— Asenti —¿Hay algo que no sepas hacer?— Lo pensé y luego lo mire.

—Claro, mentir— Él se rio y luego me ayudo a ponerme de pie.

—Me agradas— Una luz se hizo presente y ambos giramos a verla —He estado esperando por ¡años! Esa luz...— Lo mire y luego a la dirección de nuestra salida.

—Bueno ¿y que estamos esperando?— Juntos caminamos hacia la luz.

Mis manos temblaron y tuve que apretarlas por aquello, pero solo hizo que eso aumentará —¿Qué sucede?— Abrí mis manos y nada apareció ahí, así que mire al chico y negué.

—Nada— Al salir los demás ya estaban allí y les sonreí —¡Hey chicos! Señor Meliodas ¿Cómo le fue?

—Muy bien ¿Y a ti?

—Genial— Ahora gire hacia Arthur, quien me sonrió. Le devolví la sonrisa e ignorando el bicho raro encima de su cabeza me lance a él, provocando que ambos cayeramos al suelo. Reí y me separe de él —No preguntaré por esa cosa.

—Gracias— Tomó mis mejillas y me analizó —¿Quién es él?— Me preguntó sin siquiera quetarme su mirada de mi. Sonreí y deje un beso en la punta de su nariz.

—Es Tadashi, un chico al cual salve de una maldición de hace miles de años atrás— Frunció su ceño, el cual también bese —Te extrañe.

—Y yo a ti— Me volvió a abrazar.

Pueden haber cientos y miles de corazones en este mundo, y siempre el mío seguirá latiendo sólo por el tuyo

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Pueden haber cientos y miles de corazones en este mundo, y siempre el mío seguirá latiendo sólo por el tuyo.

𝘍𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢  "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora