𝘍𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ"

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La decisión más difícil de una madre siempre será el bienestar de su hijo o su felicidad junto a él.

10 años atrás.
A 24 hrs de Camelot.

—Merlín ¿A donde vamos?— Preguntó la pequeña niña de cinco años, observando caminar a su madrina delante de ella. Estaba cansada, llevaban caminando por mucho tiempo puesto que según la mujer había dicho que le hacía falta.

—A un lugar— No era tonta, a su corta edad ya se sabía el mandamiento británico de memoria y era mucho más inteligente que cualquier adulto promedio. Sin duda era una niña prodigio.

—¿De qué escapamos exactamente?— A Merlín no le sorprendia el hecho que sabía porque habían salido de Liones —Quiero ir con mamá— La miró por un sugundos antes de pensar con claridad si en verdad quería decirle que nunca más volverían. Si hubiera sido alguien más lo hubiera hecho, pero se trataba de ella, se trataba de su pequeña niña.

—Te voy a entrenar— La niña la miro con un brillo especial en sus ojos y una enorme sonrisa. Aquellas palabras fueron suficientes para que su entusiasmo y ánimo se elevarán como nunca antes —Pero antes tendremos que hacer algo.

—¿Hacer algo? ¿Por qué el señor Meliodas no viene con nosotras? ¿Es una misión sólo para nosotras?— Su curiosidad era inmensa como su gran corazón y su capacidad de aprender algo en cuestión de segundos —Iremos a buscar a alguien ¿No?— La adulta la miró y se preguntó cómo es que sabía muchas más cosas de las que debía saber. Ni siquiera recordaba haberle dicho algo al respecto, estaba tan segura que no lo había hecho —Estamos caminando a Camelot, hace menos de un día pasamos aquel bosque donde...— Giro a verla al escuchar tan repentino silencio.

—Andromeda— La niña se quedó callada observandola.

—¿Por qué tan de repente el ambiente cambió?— No lo había notado pero era cierto, todo a su alrededor comenzó a sentirse pesado. Sabía de quien se trataba, la había dejado y sabía que aquella niña de ocho años haría algo por mero coraje  al saber que había escapado y se había llevado a la prodigio con ella. Siempre le había tenido una envidia enorme a su pequeña ¿Por qué no aprovechar que había dejado sus cosas en Liones?

Con un chasquido desapareció delante de Andromeda quien simplemente jadeo por tan repentino abandono —¡Merlín!— Y al otro segundo apareció con simplemente dos mantas, una se la dio a ella mientras la otra ya la tenía puesta —Gracias.

Se hincó fre a ella y le puso una pequeña pulsera de plata que tenía como detalles estrellas —Nunca en tu vida mientras yo esté viva te la quites ¿De acuerdo?

—De acuerdo— La analizaba con admiración, sabía que aquella delgada pulsera tenía un hechizo contra ataques de magia, lo sabia con certeza. Le sonrió y siguieron caminando —¿Me dirás a quien buscamos?

—Me temo que no puedo hacerlo, porque sólo tu sabes quien es aquel quien buscamos. — La niña sonrió.

—¿Será mi nuevo compañero? Porque Vivian nunca me agrado, era muy indecorosa conmigo.

—Ya no tendrás que soportarla ni un día más— Le sonrió Merlín con algo de malicia, que solo la preocupo un poco, porque aunque no le agradará Vivian no se merecía morir tan joven.

Siempre se dice que las leyen suelen tener algo escondido, en este caso, Merlín no se queda atrás.