Confesiones

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Capitulo 93:

Vanessa supo en ese instante que estaba perdida. Y en cierto modo eso le gustaba. Volvió a morderse los labios y lo escuchó moverse. Su audición estaba terriblemente sensibilizada. Escuchó el sonido de las persianas de la enorme ventana que había en la habitación, abrirse o cerrase... no estaba muy segura.
—¿Qué haces? —le preguntó antes de detenerse a pensar un poco más.
—Quiero que haya más luz. No quiero perderme ningún detalle de ti.
Ella pensó en eso. Era de día, un poco más de la una de la tarde. Había estado tan absorta en aquello que se había olvidado completamente del tiempo. Recordaba que cielo había comenzado a despejarse cuando dejaron el cementerio. Se preguntó si ya estaría visible el sol.
—¿Hay sol? —quiso saber.
Lo escuchó acercarse. Su pulso se aceleró.
—Sí, y te ilumina...
Su voz estaba cerca de la cama, pero no estaba segura de donde. Movió la cabeza hacia el frente. Estaba por hablar, cuando sintió una mano caliente cerrarse sobre su tobillo. Aquella mano, fuerte y algo áspera, comenzó a subir por su pierna. Sintió el calor que él desprendía a medida que su cuerpo se aproximaba al de ella. Ahora él usaba ambas manos para recorrer ambas piernas. Las caricias eran muy suaves y le erizaban la piel. Quería mirarlo, estuvo a punto de decirle que necesitaba verlo. Pero entonces sintió sus manos a los costados de sus caderas, aforrándose a la única prenda que quedaba sobre ella. Vanessa elevó un poco las caderas, una vez que él empezó a tirar de su ropa interior.
Zayn estuvo a punto de gruñir al observar como ella cooperaba sin que él hablara. Terminó de quitarle el pequeño culotte y la observó.
—Eres hermosa, ¿lo sabes, verdad?
Vanessa tragó dos veces antes de contestar.
—Tú me haces hermosa... —respiró hondo —...siempre. Pero por favor, ya no me tortures más...
Él arqueó una ceja.
—¿Estoy torturándote? —inquirió.
—Pff, no hagas como que no sabes de lo que te estoy hablando... Te necesito y tú estás ahí, donde quiera que sea, haciendo quien sabe que cosa, callado. No puedo verte y tampoco levantarme y obligarte a hacerme el amor. Simplemente estas acabando conmigo.
Él se rió. Sí, fuerte y algo ronco. Su risa hizo que la humedad entre las piernas de ella aumentara. Era un bastardo, y cuando estuviera desatada y desvendada, iba a vengarse por hacer que su cuerpo fuera una especie de aparato que solo respondía a todo lo que él decía o hacía. Ella también iba a atarlo a la cama y a hacerlo suplicar por su toque. Sí, sería una dulce venganza. Sonrió malvadamente, sin tener en cuenta que Zayn la estaba mirando.
—¿A qué se debe esa sonrisa de creo-que-encontré-algo-que-alguien-no? —le preguntó.
—A nada —le aseguró.
—No sabes mentir. Dime.
—No voy a decírtelo —sentenció.
—Bien, entonces voy a obligarte a decírmelo —ella escuchó la risa en sus palabras. Arqueó una ceja.
—No me digas —se burló —¿Y cómo se supone que lo harás?
Se paralizó cuando sintió la cercanía de su cuerpo a los pies de la cama. Acababa de sentarse. No pudo evitar pensar que él estaba desnudo. Contrólate, se dijo a sí misma.
Zayn rió bajo y profundo. Una especie de vibración sexy que salía de su pecho. Maldito, maldito, maldito, pensó ella. Cada cosa de él era sexy.
—No voy a decírtelo —le dijo utilizando las mimas palabras de ella.
Vanessa abrió la boca para protestar, pero las palabras se atoraron en su garganta cuando sintió que él se inclinaba y comenzaba a besar sus pies y subía por su pierna. Se aclaró la garganta, tratando de no parecer afectada. Pero no podía, no podía fingir. El corazón estaba a punto de salírsele del cuerpo. Y todo lo que ella estaba intentando contener se le escapó de los labios en un suspiro de sorpresa, cuando él la obligó a separar las piernas. La vergüenza se cernió sobre el deseo.
—Zayn, yo...
—Abre —sentenció él. Vanessa apretó los labios. Era tan intenso que la asustaba. No podía controlarlo. Jamás había sentido algo así con nadie. ¿Iría él a hacer eso que ella estaba pensando? Se le aceleró la respiración. Nunca nadie la había besado allí. Nunca había tenido el valor de pedirlo. El sexo con Jesse había sido tranquilo, de maneras suaves, de esos de una vez por semana. El deseo que Zayn despertaba en ella era primitivo, salvaje, desesperado.
Un beso suave aterrizó en la parte interna de su muslo izquierdo. La sorpresa y un pequeño escalofrío la hicieron arquear un poco la espalda.
—¿Zayn? —lo llamó.
—¿Si? —dijo él levantando un poco la cabeza.
—¿Qué haces? —se apresuró a preguntar.
Zayn observó el rojo de sus mejillas. La respiración salía en rápidos jadeos de sus labios. Iban a tener que hablar un poco. Se incorporó, haciendo que el aire se filtrara entre ellos. Vanessa movió la cabeza de un lado al otro. ¿Por qué se había levantado? ¿Qué iba a hacer? Mejor dicho, ¿Dónde estaba? Iba a llamarlo, pero entonces lo sintió acostarse a su lado. El suave algodón de una manta los cubrió. Entonces un suspiro puramente placentero escapó de sus labios cuando él se subió sobre su cuerpo, cubriéndola con su calor y pasión. Una mano levantó la venda que cubría sus ojos, tuvo que parpadear varias veces para poder acostumbrarse a la luz. Una vez que su visión se aclaró, sus ojos se encontraron con los de él.
—Hola —la saludó. Vanessa sonrió algo nerviosa.
—Hola —le dijo.
—Vamos a aclarar un poco lo que pasa aquí, ¿si? —su voz era suave y dulce. Ella asintió levemente. Sus manos cosquillearon con la necesidad de tocarlo, de aferrarse a él. Pero aun seguía agarrada a la cabecera de la cama —¿Qué es lo que te da vergüenza, Vanessa? No hay nada en ti que no sea hermoso y perfecto para mí. Entonces necesito saber que es lo que te asusta.
Ella apartó la mirada de la suya, solo por unos segundos, mientras la sangre se precipitaba nuevamente hacia sus mejillas. Volvió a mirarlo.
—Bueno, voy a ser sincera contigo...
—Es lo único que quiero —sonrió él.
—El sexo siempre fue tranquilo para mí —dijo con en voz baja. Zayn acariciaba su mejilla mientras ella hablaba.
—¿A qué te refieres con tranquilo? —quiso saber.
—Nunca sentí la necesidad que siento contigo —confesó. La mirada de Zayn se oscureció —Quiero decir que... mi experiencia es básica —cerró los ojos para no mirarlo mientras decía lo último que tenía para decir —Nunca nadie me besó... allí.
—¿Allí? —sonrió él. Vanessa abrió los ojos de golpe. El enojo asomó sus garras en ella. ¿Cómo se atrevía a reírse de ella?
—No es gracioso —lo atacó. Intentó zafarse del amarre de las corbatas, pero no obtuvo éxito —Que tú tengas una experiencia de todo un Don Juan no significa que el resto del mundo deba tenerlo —volvió a intentar salir, pero mientras más se movía más consciente era del peso de él sobre su cuerpo. Su virilidad se apoyaba caliente sobre su vientre. Sacudió la cabeza. Eso no podía distraerla —Que tengas el aspecto de un dios del Olimpo, no te da derecho a reírte de la poca experiencia de los demás... así que ahora sal de encima mío y suéltame.
—Yo nunca besé a una mujer allí...
—Además, ¿con qué derecho te burlas de mí? —siguió. Pero las palabras que él acababa de soltar sonaron como eco en su cabeza. Lo miró —¿Qué?
—He tenido sexo, Vanessa, y mucho cuando estaba en la secundaria, no voy a mentirte —una punzada de tontos celos la atravesó —Pero nunca una mujer me pidió que lo haga.
—Yo tampoco lo hice —dijo ella.
—Sí lo hiciste —aseguró. Vanessa iba a contestarle, pero él colocó un dedo sobre su boca —Lo hiciste cuando me dijiste que hiciera contigo lo que quisiera.
Ella se quedó en silencio, procesando sus palabras.
—¿Y... y tú... tú quieres hacerlo? —la pregunta sonó más nerviosa de lo que ella hubiese querido. Zayn bajó la cabeza y la besó en la boca, tomando primero el labio inferior, atrapándolo entre sus labios, soltándolo al instante, para hacer lo mismo con el superior. Él tenía un suave sabor a zumo de naranja, la lujuria recorrió su cuerpo.
—Desde hace mucho tengo curiosidad de saber como se siente —le dijo cuando rompió el beso.
—¿Cómo se siente qué? —quiso saber ella. Estaba flotando en una nube de deseo y fantasías perdidas, que jamás creyó poder tener.
—Hacer que grites de placer solo con mi boca.


Camila.

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