Las obras de arte

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Capitulo 52:

Vanessa no estaba prestando la atención que realmente debería estar prestando, a todo aquel magnifico despliegue de colores y paisajes, que con cada paso que daba, aparecía frente a ella. Nick la había llevado a una convención de pintura clásica, en donde se exponían los principales pintores del mundo y algún que otro aficionado. Siempre le habían gustado los cuadros, los encontraba realmente fascinantes. Pero no podía concentrarse.
No había podido dormir muy bien, estaba algo alterada. La imagen de Hilary llorando, insultándola, queriendo luchar contra ella, se repetía una y otra vez en su mente.
Estaba entre la espada y la pared. Sabía que tenía que alejarse de Zayn, irse de su casa. Pero entonces él se había arrodillado a su lado y casi le había rogado que no lo hiciera, que se quedara. Se tocó el vientre, sobre la pequeña capa de ropa que llevaba puesta. Estaba creciendo, y pensar en su bebé la ayudaba a sentirse mejor. Solo un poco.
Trató de prestar atención a lo que una de las guías estaba explicando, sobre un bonito cuadro de los años veinte. Pero las palabras de la chica no llegaban con claridad a sus oídos. ¿Qué le pasaba? Se sentía... como... fuera de dimensión. Pronto un intenso calor la envolvió. Se removió algo nerviosa al lado de su primo.
—Vanessa, ¿estás bien? —le preguntó Nick.
Ella sacudió la cabeza y soltó un suspiro. Lo miró y esbozó una pequeña sonrisa.
—Sí, sí —asintió.
—Estás algo pálida —dijo preocupado.
—Estoy bien, Nick. Solo... hace un poco de calor aquí —aseguró.
Pero entonces comenzó a marearse, todo empezó a dar vueltas, el equilibrio comenzó a fallarle, se sintió flotar. Pronto sintió unas manos que la sostenía de la cintura. Su cuerpo se volvió algo pesado. A lo lejos la voz de Nick, que la sostenía, sonó pidiendo ayuda.
Las luces del lugar deban vueltas ante sus ojos, todo era borroso. Se sentía aturdida, las voces se mezclaban. Comenzó a agitarse, el pecho se le cerró. En ese mismo momento pensó en su bebé, no quería perderlo. La desesperación se adueñó de ella.
Una sombra se proyecto ante sus ojos, no podía distinguir bien su rostro, pero sabía que era un hombre. Se inclinó sobre ella.
—¿Señorita Vanessa? —inquirió la voz. Le sonó realmente familiar. Apretó los ojos para intentar ver mejor. Escuchó a Nick hablar, pero su voz sonó demasiado lejana. Volvió a apretar los ojos —¿Puede oírme? —ella asintió levemente. Cerró los ojos, tratando de mantener la calma —Respire profundamente, ya va a pasar. No trate de forzar el aire... hágalo despacio —Vanessa obedeció, sus ojos aun cerrados. La voz logró apaciguarla.
—¿Qué es lo que tiene? —preguntó Nick angustiado. Estaba sentado en el suelo, con todo el mundo mirando, y sostenía a Vanessa sobre él.
—Creo que le bajó la presión —contestó el hombre, cuya voz conocía pero no podía recordar de donde. Sintió sus manos sobre su rostro, abriéndole un poco los ojos —Sí, definitivamente le bajó la presión.
—¿No tiene que ver con el bebé, verdad? —preguntó ella en un susurro. Su garganta estaba algo seca.
—No, creo que no, señorita Vanessa —le dijo, y al fin pudo reconocerlo. Abrió lentamente los ojos, para encontrarse con una suave mirada verde.
—Doctor Pettyfer —murmuró.
—¿Está más tranquila? —le preguntó Alex —¿Se fue el mareo?
—Sí, pero... ¿Qué pasó? —quiso saber.
—¿Ha estado comiendo poco últimamente? —inquirió él.
Ella se incorporó lentamente, con la ayuda de Nick, hasta ponerse de pie. La gente que estaba a su alrededor comenzó a dispersarse al ver que no había ningún espectáculo que ver. Alex también se incorporó.
—¿Comida? —inquirió —No lo sé... anoche no cené y hoy... hoy no tuve tiempo de comer nada.
—Debe comer, Vanessa —dijo preocupado —Si no lo hace, se debilita y pasan cosas como esta. Recuerde que ahora hay alguien que consume la mitad de sus energías.
—¿Acaso voy a tener que andar detrás de ti como si fueras una niña, para que comas, Vanessa Hudgens? —preguntó Nick. Ella sonrió levemente.
—Lo sé —suspiró —Lo siento, no volverá a pasar. Pero ahora voy a presentarlos. Nick, él es el Doctor Alexander Pettyfer, mi obstetra. Doctor, él es mi primo, Nicholas Jonas.
Alex le estrechó la mano.
—Mucho gusto —dijo. Nick sonrió levemente.
—El gusto es mío —aseguró —Muchas gracias por venir a ayudarnos, es una suerte que estuviera aquí. Me estaba por desesperar al verla ponerse blanca como un papel.
—Estaba escuchando a la señorita que hablaba del cuadro, pero entonces escuché su llamado de ayuda y no dudé en acercarme.
—Creo que todo el mundo está muy interesado en ver lo que pasa —dijo Vanessa al sentirse observada por la gente que aun seguía ahí.
—Vamos, conozco un lugar en dónde podrán sentarse y estar más tranquilos —dijo Alex.
Vanessa tomó el brazo de Nick, y comenzaron a caminar detrás de Alex. Se abrieron paso tranquilamente entre la gente. La morena aun estaba algo débil, pero se sentía segura. Saber que su doctor estaba allí por cualquier emergencia era tranquilizador. Lo observó caminar delante de ellos. Iba vestido demasiado formal, para ser un doctor. Es más, si ella no lo conociera, jamás pensaría que es médico. Su caminar era tranquilo pero mantenía la espalda completamente rígida. Era atlético, y a Vanessa le transmitía paz. Como ya lo había notado la primera vez que lo vio, él era un hombre atractivo. Cada una de las mujeres que se cruzaban en su camino se giraba a contemplarlo y casi babeaban sobre sus zapatos.
Vanessa se aguantó una sonrisa. Nick la miró.
—¿Qué pasa? —le preguntó en voz baja.
—Nada —siguió sonriendo ella.
—Vamos, te conozco, ¿Qué sucede? —quiso saber.
—Solo me reía de las mujeres que contemplan al doctor... no pueden ocultar su asombro y quedan con las bocas abiertas.
—¿Y? —inquirió.
—Es gracioso —rió levemente.
—Eres rara —le aseguró su primo.
Caminaron hasta alegarse de la muchedumbre y Alex los condujo por un pasillo que estaba repleto de hermosos retratos de reyes y reinas, hasta detenerse en una puerta de marcos dorados. El rubio tocó con dos suaves golpes.
—Passez s'il vous plait —se escuchó una suave voz desde el interior. Alex abrió e ingresaron.
—Antonieta, ¿tienes que hablar en francés todo el tiempo? —le preguntó él. Al instante una mujer un poco más baja que él, igual de rubia que él, pero más alta que Vanessa se acercó hasta ellos. Contenta abrazó a Alex.
—¿Qué haces aquí? Se supone que esperarías a mamá en la entrada —le dijo ella.
—Llamo diciendo que tenía un retraso, había mucho tráfico —dijo él. La mujer miró a Vanessa y a Nick. Alex se giró a verlos —Casi lo olvido. Antonieta, ellos son la señorita Vanessa Hudgens y su primo Nicholas Jonas. Ella es una paciente mía, que ha tenido el percance de descomponerse y la traje aquí para que descansara un poco.
—Claro que sí —se acercó a Vanessa —Puedes sentarte aquí, querida, ¿quieres un poco de agua?
—Un vasito estaría bien —asintió la morena.
—Y bueno —suspiró Alex mientras veía como Vanessa tomaba asiento —Ella es Antonieta, mi hermana.
Vanessa volvió la vista a la rubia. Con razón los veía tan parecidos. Comenzó a mirar a su alrededor. Aquel pequeño saloncito era magnifico, y estaba lleno de elegantes obras de arte, pintadas con colores suaves y a tono. El dorado predominaba y resaltaba cada obra. Su atención se concentró en un cuadro, en el cual habían dos personas, un hombre y una mujer, abrazos y riendo. Vanessa se dio cuenta, al instante, que eran Antonieta y Alex.
—Aquí tienes, querida —le tendió el vaso. La morena sacó la vista del cuadro y la miró. Le dio las gracias y bebió el agua.
—Estos cuadros son increíbles —dijo al terminar de tomar.
—Los hace Antonieta —dijo Alex —Por eso está aquí... es la primera vez que va a exponer su increíble talento.
—Ya basta, me haces sonrojar —dijo la rubia. Todos rieron levemente – Así que, Vanessa, eres paciente de mi hermano. Te aconsejo que tengas cuidado.
Vanessa sonrió y frunció el ceño.
—¿Por qué? —le preguntó.
—Antonieta, no empieces —le pidió Alex.
La rubia rió y se acercó a Vanessa para sentarse a su lado.
—Tiene cierta debilidad por las embarazadas —le guiñó un ojo y volvió a ponerse de pie.
Vanessa rió al ver la cara de asesino serial que Alex había adquirido. Al parecer si había alguien que podía alterar aquella faceta pacifista que poseía.

Camila.

Es ComplicadoWhere stories live. Discover now