Reencuentro

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Capitulo 76:

Zayn aceleró al ver aquel caro auto negro, en el cual subía un hombre mayor. Tenía una molesta presión en medio del pecho. Era una mezcla de sentimientos; nerviosismo, expectativa, preocupación, ansias. El auto negro arrancó y el divisó que se disponía a salir por otro camino, uno más lejano del que él estaba entrando. Aceleró más, y la inmensa casa de campo se volvía cada vez más visible. Llevaba conduciendo sin parar, como si se lo llevara el diablo.
Dos meses. Dos malditos meses sin poder verla. Había sido una tortura. Seguiría siendo una tortura. Hilary vivía con él. Hilary planeaba una boda, que se aproximaba demasiado rápido. Su vida era un desastre, una mierda. En ese momento solo quería ver a la morena, respirar su mismo aire... y solo con eso sería feliz y volvería sin chistar al infierno en Nueva York.
Se detuvo rápidamente en el mismo lugar en donde había estacionado el auto anterior. Apagó todo y se bajó. Los pasos hasta la enorme puerta de madera se le hicieron interminables. Tenía el corazón en la boca. Su mano se levantó para tocar, pero la puerta se abrió antes de que su puño llegara a destino. Su mirada la encontró. Allí estaba ella... tan hermosa, tan natural, tan única. Nada en él parecía reaccionar. Entonces su mirada bajó hasta encontrarse con aquello que se había estado imaginando. Por Dios... aquello era redondo, sublime, nadie podría negar que estaba embarazada. No podía creerlo, su princesa estaba enorme. Estiró las manos y la tocó, apoyando la palma en la parte baja. Volvió la vista al rostro de ella. Había lágrimas en sus ojos, que aun no escapaban. No estaba seguro de si eran por él o por otra cosa. Vio como su labio inferior temblaba.
—Hola —la saludó suave mientras una de sus manos subía hasta su rostro y acariciaba su mejilla.
Vanessa cerró los ojos, recibiendo esa caricia, agradecida. Las lágrimas cayeron en silencio. Él dio un paso hacia ella y la atrajo a su pecho.
Al instante lo abrazó con fuerza intentando alejar los fantasmas de la culpa que acababan de acudir a ella con la visita de su abuelo. Por todos los cielos, su aroma le llenaba hasta el alma. Lo había echado tanto de menos.
Zayn la mantuvo pegada a él, acariciando su espalda una y otra vez, dándole tiempo para calmarse, disfrutando de tenerla de nuevo así. Vanessa se tranquilizó escuchando los tranquilos latidos del corazón masculino.
Estuvieron abrazados por incontables segundos. Hasta que él se alejó un poco porque necesitaba verle el rostro. Ella levantó la mirada, vidriosa, para enfrentar la de él.
—Pensé que vendrías más tarde —fue lo único que se le ocurrió decirle. Era una tonta.
Zayn sonrió y tomó su rostro con ambas manos, acarició sus mejillas con los pulgares.
—Me parece que vine justo a tiempo —le dijo —Además no podía esperar más. Así que le dejé todo a mi buen amigo Horan y me vine.
Ella ya no lloraba, pero el podía ver la angustia en sus ojos.
—Me alegro de que estés aquí —murmuró.
Quería besarla, pero sería tan condenadamente malo para ambos.
—Yo también te he extrañado cada maldito día —le aseguró. Ella sonrió. Él volvió a posar las manos en su panza —A ambas...
—¿Por qué no entramos? —inquirió rompiendo un poco el momento —Me dio un poco de frío.
Zayn asintió e ingresó detrás de ella, cerrando la puerta con cuidado. La casa no era tan ostentosa por dentro como lo era por fuera, pero era muy agradable a la vista. Con una decoración bien rustica y muebles viejos, pero bien cuidados.
—Había un auto negro cuando yo llegué —comentó él sin dejar de observar a su alrededor. Vanessa se giró a verlo —¿Qué pasó?
Soltando un suspiro, la morena se dejó caer en uno de los sillones. Pero antes de que se acomodara, él la tomó de un brazo, la paró con cuidado, se sentó y luego la sentó sobre su regazo.
Ella se recostó contra él, encantada. Su cercanía la llenaba de seguridad. En sus brazos no había problemas. Este tipo de gestos eran los únicos que iban a poder compartir, lo sabía y lo aceptaba. Él colocó una mano sobre su vientre y comenzó a realizar suaves caricias circulares. Vanessa se relajó completamente.
—Era mi abuelo...
Zayn alzó ambas cejas sorprendido. Su mirada estaba fija en la vieja chimenea que tenía al frente. Más tarde podría prender el fuego allí.
—¿Y que quería? —quiso saber.
No obtuvo una respuesta inmediata, y pasó tanto tiempo que él creyó que ella no iba a responderle.
—Él vino a pedirme perdón —murmuró al fin.
Zayn intentó verle el rostro, pero ella estaba firmemente escondida contra su pecho y cuello.
—¿Así nomás? ¿Dijo perdón y se fue? —la escuchó reír quedamente.
—¿Suena raro, cierto? —preguntó —Aun estoy tratando de creerlo.
—¿Lo perdonaste?
—No —negó pensativa —No pude.
—Quizás esté arrepentido de verdad.
—Solo tiene cargo de conciencia —le aseguró. Se negaba a creer que todo lo que Anthony le había dicho era cierto —Ahora que sabe que va a morir, quiere librarse de culpas.
—Puede que sí —asintió —Pero ya no hablemos de eso, ¿quieres?
—¿Y de qué podemos hablar? —preguntó con tono suave —Hemos hablado todos los días... no se me ocurre de qué hablar ahora.
—Entonces no hablemos. Solo quédate en dónde estás y déjame tenerte cerca.
Ella asintió y cerró los ojos. Pero ambos sabían que debían hablar, preferían el silencio. Era mejor intentar ocultarlo todo, como si no existiera. Como si en ese momento solo fueran ellos dos. El resto no existía.
De repente algo golpeó suavemente, pero con bastante fuerza como para notarse, contra la palma de él. Vanessa se irguió al instante para mirarlo a los ojos.
—¿Lo sentiste? —le preguntó. Él asintió boquiabierto y con los ojos como platos. Hizo una leve presión en el mismo lugar, justo donde había sentido el golpe. Dos segundos después, volvió a sentirlo —Auch —se quejó ella —Ese dolió...
—Está pateando —susurró anonadado.
—Lo sé —sonrió contenta —La estoy sintiendo. Es la primera vez que lo hace.
Se había movido un par de veces, ella la había sentido cambiar de posición. Pero era la primera vez que pateaba, y con tanto entusiasmo.
—Nos escucha —dijo él, recordando lo que Alex les había dicho en la última ecografía.
—Sí —asintió —Según lo que sé, además de escuchar, abre los ojos, se chupa el dedo... Tiene sueños que la hacen sonreír.
La pequeña patadita volvió recargada. Zayn rió encantado, y miró fijo el hogar de su nena.
—Hola, princesa —le habló —¿Estás pateando porque deberíamos haber hablado de ti desde el principio? —no hubo respuesta como él esperaba —Lo siento, princesa, papi es un idiota, no volverá a pasar. Te he echado de menos... muchísimo.
Pateó de nuevo. Vanessa sonrió.
—Ella también te extrañó... extrañó tu voz.
Se miraron fijo. Msrrones sobre miel. No iban a poder evitarlo. Zayn acercó su rostro al de ella, y sus narices se rozaron. Vanessa suspiró, cerrando los ojos ante su cercanía.
—Fueron los dos meses más infelices de mi vida —dijo él en voz baja. Ella elevó los brazos, lánguidamente, y los dejó caer alrededor de su cuello.
—Lo sé —susurró.
—Ella sigue sin recordar...
—También lo sé. Britt me lo ha contado todo – bajó una de sus manos a su pecho, y lo apoyó sobre su corazón —Todo está bien, Zayn... me conformo con tenerte así.
—Está yendo al psicólogo, sé que esto terminará.
Vanessa sonrió y se acercó más para depositar un dulce beso en su mejilla. Él le devolvió el gesto, pero no se aguantó y la besó cerca de la comisura de sus labios.
—No deberías... —le dijo sin ganas, sintiendo su aliento rozarle la boca.
—Perdón, es más fuerte que yo.
—¿Por qué no vamos a recorrer la casa? —le preguntó para que todo eso pasara a un segundo plano por un segundo —Y de paso conoces a Tina que se moría por conocerte.
—Vamos —asintió.
Se pusieron de pie, y de la mano caminaron hacia la cocina. Tina terminaba de cerrar la puerta del horno cuando giró y los miró sorprendida.
—Tina, él es Zayn.
—Bienvenido, Joven —dijo contenta y se acercó a él para estrechar su mano entusiasmada —Vanessa, me ha hablado mucho de usted.
—Espero que bien —bromeó.
—Claro que sí —sonrió la mujer —¿Se quedará a pasar la noche? Así sé si preparar más para la cena.
—No, Tina, él...
—Sí —la interrumpió —Voy a quedarme. Merezco quedarme.

Camila.

Es ComplicadoWhere stories live. Discover now