Perdón

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Capitulo 75:

Se sentaron uno frente al otro. Vanessa estaba realmente nerviosa, pero no iba a demostrárselo. No le iba a dar la satisfacción de saber que aun la intimidaba. Se miraron en silencio. Ella intentó saber que era lo que él quería. Pero no había nada en su mirada, o en su expresión. Él simplemente estaba muy tranquilo, esperando a que ella explotara de los nervios. Tina entró al living, bastante sorprendida, rompiendo aquel tenso silencio.
—Señor Hudgens —dijo y se acomodó un poco el delantal —No lo esperábamos por aquí.
—Tina, querida, ¿Cómo has estado? —le preguntó —Perdón por no haber avisado. Fue una decisión de último momento.
—No se preocupe, señor —miró a Vanessa. La morena pudo deducir la pregunta en su mirada '¿todo esta bien?', decían sus ojos. Asintió levemente, y la mujer pareció relajarse un poco.
—¿Por qué no me traes una copa de vino, Tin? —le pidió.
—Enseguida —asintió y se fue de allí.
Ellos quedaron en silencio nuevamente. Vanessa lo miró. Tenía muchas cosas en la punta de la lengua que imploraban escapar de allí.
Anthony se removió en su lugar y comenzó a buscar algo en el bolsillo de su saco. Ella observó cada uno de sus movimientos, hasta que vio la pequeña cajita de habanos. Él iba a fumar.
—Por favor, no fumes —le pidió —No es bueno para mí, y para mi bebé... y no creo que sea recomendable para tus pulmones.
Él suspiró, y guardó la cajita en donde estaba.
—Ni antes de morir uno puede hacer lo que quiere...
—Así es la vida – dijo encogiéndose de hombros.
—¿Qué va a ser? —le preguntó. Vanessa acomodó la garganta.
—Aun no lo sé —mintió —Preferí no saberlo hasta que nazca.
Él asintió.
—¿Y el padre?
—Trabajando —dijo al instante —Yo necesitaba un poco de aire limpio, por eso he venido.
—¿Has pasado por mucho, verdad niña? —le preguntó.
Ella sonrió con amargura. Era de cínico que le preguntara aquello. Él era uno de los que le había hecho pasar mucho.
—No tienes ni idea —murmuró.
Tina volvió a entrar a la sala, y le entregó la copa de vino a Anthony. Y a pesar de que ella no se lo había pedido, le entregó el licuado que había prometido prepararle. Vanessa le dio las gracias de manera dulce. La mujer miró a Anthony.
—¿Quiere que le cocine algo de comer?
—No, Tina, no estaré mucho tiempo aquí. Gracias de todos modos.
—No es nada —sonrió con labios sellados —Cualquier cosa que necesiten, estaré en la cocina.
Salió de allí rápidamente. Vanessa tomó un poco de su licuado y disfrutó de su sabor. Volvió la vista a él.
—Por las noches no puedo dormir —le dijo. Ella alzó las cejas sorprendida. Esperaba escuchar cualquier cosa menos eso —No puedo dejar de pensar en mi muerte... Pensé que sería más fácil —sonrió y bebió un sorbo de vino. Cerró los ojos y suspiró. Ella lo observó detenidamente, analizándolo —Pero la verdad es que me da terror morir — Vanessa aun no entendía por qué él le estaba diciendo aquello —Me aterra no saber lo que hay después de la muerte, ¿Alguna vez lo pensaste?
—No —respondió al instante.
—Claro que no —sonrió él —Aun eres muy joven...
—Uno nunca sabe cuando le llega el momento.
—Tú tienes para rato.
—¿Qué es lo que realmente quieres, Anthony? —dijo ya cansada de intentar descifrar su llegada.
—Pedirte perdón, muchacha, a eso he venido —contestó.
Ella analizó esas palabras. Mantuvo la mirada en la suya. ¿Buscaba perdón? Sonrió sin poder evitarlo.
—Quieres ganarte la puerta al cielo —le dijo.
—No —negó —Yo sé que no tengo la entrada permitida a ese 'supuesta' paraíso.
—Entonces no necesitas mi perdón —aseguró.
Anthony jugó con el contenido de su copa, moviéndolo circularmente, una y otra vez. Volvió a beber, como si eso lo ayudara a hablar. La tensión en el aire era palpable. Había mucho resentimiento en ese lugar, mucho dolor. Demasiados años de desdén y desaprobación... ¿y ahora quería su perdón? ¿Así como si nada? Estaba equivocado.
—No he sido justo contigo...
—¡Oh, Dios! ¿Cuándo lo descubriste? —preguntó con ironía —Abuelo, deja de ser cínico.
—Eres igual de intensa que tu abuela —murmuró con la mirada fija en su copa de vino. Ella se calló. Su abuela. A él no le gustaba hablar de ella. Vanessa no la había conocido, ya que murió en un accidente de auto cuando Robert tenía quince años —Entiendo tu sarcasmo, Vanessa, y lo acepto. Pero hay cosas que debes saber. Yo siempre te quise...
—No, no lo hiciste —murmuró. Sus ojos habían empezado a acumular lágrimas.
—Claro que sí. Solo estaba equivocado. Yo creía que siendo duro contigo, ibas a ser tan lista, decidida y fuerte como yo. Creí que de esa forma jamás nadie iba a pasarte por encima.
—¿Esa es tu justificación? —preguntó y dejó su licuado sobre la mesa, apoyándolo con algo de fuerza —Porque déjame decirte que es una mierda. La única razón de tu odio hacia mí es que no nací con un maldito pene entre las piernas.
—Los hombres pueden soportar más las cosas, Vanessa, en su mayoría. En cambio las mujeres son frágiles, suaves... Cuando supe que serías una niña, me aterró la fragilidad que ibas a tener. Principalmente con el idiota de tu padre...
—Tú también lo eres...
—Ya, pequeña, cuida tus palabras que aun soy mayor y aun que no te guste soy tu abuelo —ella lo miró con rabia —Tu padre es la prueba cabal de que hombre no se nace... hombre se hace. No fui duro con él, Vanessa... y yo no quería como fueras como él.
—No tiene sentido, abuelo —negó levemente —Me diste la espalda... cuando más necesitaba de apoyo. Un poco de humanidad no iba a hacerme más débil.
—Lo sé —asintió —Es por eso que estoy aquí, dispuesto a aceptar mis errores, asumir mis culpas. Por eso te pido, muchacha, que me muestres esa humanidad que te negué, y me perdones.
Vanessa no dijo nada, sintiendo millones de cosas a la vez en su interior. Jamás creyó que en algún momento de su vida, iba a ver al grandioso Anthony Hudgens, diciendo aquellas cosas. Pidiéndole perdón. Pero no podía... en ese momento no podía hacerlo. ¿Cómo podía olvidar sus palabras, sus humillaciones? ¿Cómo podía olvidar el desprecio de su mirada cada vez que ella estaba cerca? ¿Cómo podía perdonar el dolor de no ser aceptada por su propia familiar, por su propia sangre?
—No, abuelo —le dijo luego de varios segundos —No puedo perdonarte.
Él sonrió, sin sonreír, y terminó de beber el poco vino que quedaba en su copa. Lo la apoyó suavemente en la mesita.
—Bien —asintió y se puso lentamente de pie. Vanessa observó los años en él. Quiso levantarse y gritarle que no tenía derecho a ir hasta ella y hacerla sentir culpable. Pero se contuvo, sabiendo que era mejor dejarlo ir —Sigues siendo la única heredera de todo lo que tengo. Lo que te dije de casarte para poder heredar... ya no.
—No quiero nada tuyo... —murmuró.
Comenzó a caminar hacia la puerta. Vanessa se fue consciente de su vejez, de su soledad, de su amargura. Tenía las palabras atoradas en la garganta.
—¡Ben! —elevó su rasposa y grave voz. Unos segundos después el chofer apareció allí.
—¿Sí, señor? —preguntó.
—Ve a prender el auto, por favor —le dijo. Ben asintió, se despidió de ella con un movimiento de cabeza y salió de allí. Anthony la miró —Te guste o no eres una Hudgens... debes heredarlo todo.
—Dáselo a Robert.
—No... Ese inútil no va a tener ni un solo centavo. Jamás hizo nada para ganárselo —abrió la puerta y dio un paso hacia fuera, pero se detuvo y la miró una vez más —En cambio, tú me llenas de orgullo, Vanessa.
—Mentiras —le dijo con la voz entrecortada.
—En cierto modo tienes algo mío. Puede que te haya hecho daño, pero todo valió la pena... porque eres lista, decidida y fuerte —el labio de ella tembló —Me gustaría conocerla cuando nazca, si es que sigo vivo para entonces —ella se tensó al instante. ¿Cómo sabía que iba a tener una niña? —Se nota en tu mirada que será una muchachita —contestó como si hubiese leído su pregunta —Y una cosa más... cuando vuelvas, puedes hacerlo a tu antiguo departamento. Lo mandé a decorar nuevamente para mí y tus comodidades.
Al fin salió de allí. Vanessa se quedó muy quieta en aquel pequeño y viejo sillón de mimbre. Era la primera vez en su vida que sentía pena por Anthony Hudgens.


Camila.

Es ComplicadoWhere stories live. Discover now