Fotografías

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Capitulo 31:

Vanessa suspiró y se acercó al viejo escritorio, para observar todas las fotos que allí había. Su mirada se posó en la primera. En ella Trish abrazaba a un pequeño moreno de cabellos lacios, mientras este sostenía a un bebé envuelto en una sabanita color celeste.
—Ese día fue trajeron a Chace a casa —le dijo él acercándose a ella. Se colocó a su lado. La cercanía desprendió calor. Vanessa tembló levemente —Yo tenía cinco años, y él era la cosa más pequeña y horrible que yo había visto.
—¿Horrible? —inquirió ella.
—Sí —sonrió Zayn y tomó la foto para mirarla con ternura —Chace estaba completamente peladito y apenas se le notaban las cejas. Y su piel estaba tan rojiza que le pregunté a papá si lo habían metido en algún horno.
Vanessa rió por lo bajo, Zayn imitó su acción. Dejó la foto en su lugar.
—¿Y esta? —preguntó ella tomando otra.
En la foto Zayn, de unos doce o trece años, abrazaba a una pequeña Miley, mientras que atrás estaba, seguramente Chace, tirado en el suelo riendo.
—En esa foto Miley tenía cinco años, Chace siete y yo doce. Chace le había escondido todas sus muñecas y le había dicho que se las había comido el perro del vecino. Miley lloró tanto que se le salieron manchas rojas en toda la piel. Papá tomó esa foto mientras yo intentaba calmarla, y Chace no dejaba de reírse.
Vanessa giró la cabeza para mirarlo.
—Eras un gran hermano... quiero decir, aun lo eres —él también la miró.
—Mmm, puede que sí. Sí, intenté serlo... quiero decir, intento serlo.
Ella miró su boca. Él miró su boca. La sensación de que necesitaban algo los recorrió. Volvieron a mirarse a los ojos. Vanessa aguantó la respiración y apartó la mirada de él rápidamente mirando otra de las fotografías.
—¿Y quienes son ellos? —preguntó. En ella se veía a una pareja que no llegaba a ser vieja, pero tampoco era joven.
—Son mis abuelos —dijo él y tomó la foto.
Hacía mucho que no veía aquella foto. Entonces miró aquellos ojos grisáceos y sintió nostalgia. Por Dios, cuanto lo extrañaba. Como necesitaba tenerlo con él para que le diera consejos sobre la futura paternidad que se le avecinaba. Como le gustaría que él estuviera allí para decirle: Óyeme, vas a ser bisabuelo.
Vanessa pudo notar que algo había cambiado en él al ver aquella foto. Tomó su mano y tiró de él hasta que se sentaron en la pequeña cama. Zayn aun miraba fijamente la foto.
—¿Quieres contarme? —le preguntó ella. Zayn tragó saliva.
—Mi abuelo Simón era un hombre tan... —se le formó un nudo en la garganta.
Hacía mucho que no hablaba con alguien sobre su abuelo. Simón Malik había muerto hacía tres años, luego de un largo sufrimiento. Le habían diagnosticado el mal de alzehimer. Pero la enfermedad avanzó más rápido de lo que todos esperaban. Apenas cinco años después del diagnostico, Simón se fue.
—¿Era un hombre tan...? —insistió ella.
Ahora pudo notar la tristeza que él había adquirido en sus ojos. Era la primera vez, desde que lo había conocido, que veía eso en él.
—Él era mi héroe —murmuró —Él me enseñó todo lo que sé sobre los autos. Mejor dicho, él me pasó su pasión por los autos...
Vanessa tomó su mano libre y entrelazó sus dedos.
—Lo extrañas, ¿verdad?
—Todos los días —asintió —Mis abuelos maternos viven en Irlanda, jamás tuvimos mucho contacto con ellos, los quiero, sí. Pero la relación que teníamos con mis abuelos paternos era... los amaba. Es decir, los amo. Crecí viendo a mi abuelo hablar de autos. Crecí viendo a mi abuela cantando y cocinando pasta los domingos. Ellos me daban todos los gustos. Y yo decía que cuando fuera 'hombre' los llevaría a navegar por el mundo.
—¿Y lo hiciste?
—No —dijo despacio —Me enfoqué tanto en mis necesidades, que... lo dejé pasar. Un día fui a verlos a su casa, para contarle al abuelo que había conseguido un nuevo taller y que teníamos más clientes. Cuando llegué la abuela me abrió la puerta, y estaba llorando. Me dijo que el abuelo se había despertado muy raro, que decía no saber donde estaba, ni quien era ella o él, que le dolía la cabeza. Entré corriendo a buscarlo y estaba sentado en su cama, con la mirada fija en la nada...
—¿Abuelo?
Él ni siquiera se giró a mirarlo. Zayn se acercó con cuidado a la cama. Se sentó a su lado y tomó su mano. Simón no se movió. Pero entonces giró lentamente la cabeza para mirarlo. Sus ojos grises estaban vidriosos.
—Hola, campeón —lo saludó. Zayn suspiró aliviado.
—¿Me reconoces? —le preguntó.
—¿Cómo no voy a reconocerte? —sonrió Simón —Fíjate que en el baúl del auto está tu regalo de cumpleaños.
Zayn frunció el ceño.
—¿Qué?
—Feliz cumpleaños, David, hijo mío, que grande estás.
—Abuelo, no soy David... soy Zayn, tu nieto.
Simón cerró los ojos con fuerza, como si algo le doliera. Zayn tomó su rostro con ambas manos y se acercó más a él.
—Me duele mucho...
—¿Qué cosa, abuelo? ¿Qué pasa?
Simón se llevó la mano a la cabeza y se la tocó despacio. Zayn lo observó detenidamente, hasta que abrió los ojos y lo miró.
—¿Quién eres tú y por qué estás en mi casa?
—Unos meses después de ese día... —habló al salir de aquel recuerdo —Nos dijeron lo que él tenía. La enfermedad avanzó sobre él como un tren... de a poco lo fue consumiendo y llevándose lo mejor de mi héroe. Cinco años después murió sin saber todo lo que significaba para mí. Murió completamente... vacío.
Sin pensárselo dos veces, Vanessa se acercó a él, rodeó su cuello con los brazos y lo atrajo hacia ella. Zayn se encontró levantando los brazos y rodeando su pequeña cintura. Aquel abrazo era algo reconfortante. Apoyó el mentón en su delicado hombro y por alguna extraña razón disfrutó demasiado de su cercanía. Disfrutó de aquel consuelo.
—Estoy completamente segura de que tu abuelo sí sabía todo lo que significaba para ti. Y también estoy segura de que tenía sus recuerdos cuando se fue... Y ahora él te cuida y está muy orgulloso de ti... de la gran persona que eres.
Un escalofrío bajó por la espalda de Zayn cuando ella le acarició la misma consoladoramente.
¿Qué era lo que estaba pasando allí? ¿Qué estaba pasando entre ellos?
Nada, no pasa nada. NADA.
Pensó él. Se alejó de ella con cuidado, muy a su pesar, porque quería seguir abrazándola, y la miró a los ojos.
—Gracias —le dijo. Vanessa tenía la mirada algo vidriosa.
Ellos dos eran tan diferentes. Mientras él lloraba y sufría la muerte de su abuelo. Ella se había sentido alegre sobre la noticia de que el suyo iba a morir pronto. ¿Era malo aquello? Seguramente sí.
—No... no es nada —logró hablar y acomodó su garganta. Un nudo se había formado en su interior, tenía ganas de llorar.
—Oye, bonita —la calmó él —No llores —tomó su rostro con ambas manos e hizo pequeños círculos con sus pulgares sobre sus mejillas —No soporto verte llorar, me haces doler el pecho...
—Lo... lo siento.
—Vanessa, no me pidas perdón, por favor. Me haces sentir un estúpido...
Ella soltó una pequeña risita, mezcla de angustia y diversión.
—¿Tengo que pedirte perdón por eso también?
—No, si lo haces tendré que castigarte.
Vanessa arqueó una ceja y se sorbió la nariz como si de una niña se tratara. Lo miró fijo a los ojos. Otra vez él estaba cerca. Pero ahora no se sentía nerviosa. Solo curiosa.
—¿Y como sería eso? —quiso saber.
La comisura derecha de los labios masculinos subió un poco. Aquella era una típica sonrisa de galán haciéndose el matador. Ella tuvo ganas de besar aquella esquina egocéntrica.
—Ya sabes... a las niñas, para mantenerlas a raya, hay que darles unas tres o cuatro nalgadas...
—¿Nalgadas?
—Una zurra... así se le dice en forma vulgar, ¿entiendes?
El calor llegó rápidamente a las mejillas de la morena, al comprender lo que él quería decir. El muy maldito estaba hablando de la noche que pasaron juntos. Sí, a ella le habían gustado aquellas... traviesas nalgadas.
Más que nerviosa se alejó de aquel círculo de intimidad y acomodó su garganta exageradamente. ¡Diablos! En ese momento deseaba haber recibido la carta de aceptación de Hogwarts, para poder realizar algún hechizo que la hiciera desaparecer. Maldita sea que odiaba ser una simple muggle, sangre sucia.
Zayn se pasó la mano por la boca varias veces para evitar echarse a reír. La había incomodado, claro que sí. No lo había hecho apropósito. Es más, ni siquiera se había dado cuenta, hasta que ella se había puesto colorada. Le gustaba el modo en que Vanessa hacía obvia su vergüenza, a través de aquellas lindas mejillas.
—¿Y tu abuela? —preguntó ella para romper el silencio y cambiar el tema.
—Mi abuela Kate —sonrió —Es una mujer luchadora que ama vivir. Mi abuelo la amó mucho, y con mucha razón. Ella era la esposa que todo hombre quiere encontrar en su vida. Una excelente mujer, una excelente madre, una excelente compañera de vida. Ahora está viviendo en un lugar para ancianos. Quisimos traerla a vivir aquí luego de que el abuelo murió, pero ella se negó, diciendo que necesitaba estar con gente de su 'onda'
—Se ve encantadora —sonrió Vanessa.
—Lo es —asintió él. Miró la hora sobre la pared —Creo que va a ser mejor que bajemos... aquellos pueden llegar a mal interpretar nuestra tardanza.
—Oh, Dios —dijo ella y se puso de pie —Vamos.
Salieron de allí y bajaron rápidamente las escaleras. Al entrar al comedor, los Malik dejaron de hablar. Zayn los miró asesinamente.
La morena caminó en silencio hasta su lugar y se sentó con cuidado. Sonrió nerviosa y miró a Trish y a David.
—¿Por qué tardaron tanto? —preguntó Chace. Zayn, que se sentó a su lado, le dio un manotazo en la panza —Ouch... mamá, este salvaje me está pegando.
—Zayn... —dijo Trish.
—Perdón, mami —sonrió inocente —Mano mala.
—No, pero de verdad —habló Miley —¿Por qué tardaron tanto? Yo ya estaba por subir a buscarlos. Pensamos que se estaban matando o algo así.
—O por ahí estaban terminando lo que sin querer interrumpí —dijo sonriente el otro moreno.
—Padre, o le dices que se calle o me dejas golpearlo —dijo Zayn.
—Ya basta, Chace, si sigues así, dejaré a tu hermano darte una lección.
—Me siento muy, muy desilusionado de ti, padre, muy —le aseguró.
—Ya —habló Vanessa —Solo me mostró su antigua habitación...
—Oh, Dios mío, Zayn, ¿la llevaste a ese lugar? —dijo sin poder creerlo Trish. Zayn se encogió de hombros —No puedo creerlo... de todos los lugares lindos que hay en la casa, ¿tenías que llevarla a esa horrenda habitación?
—Oye —se quejó él.
—La verdad es que sí es horrenda —aseguró la morena.
—Lo sé, intenté miles veces re decorarla cuando aun vivía aquí, pero... yo soy de las que creen que sus hijos deben asumir esa responsabilidad. Mejor dicho, deben poner sus propias reglas dentro de sus habitaciones. Y bueno, la dejé así porque es el recuerdo de mi bebito mayor... ahora no me atrevo a cambiar nada —miró a su hijo con los ojos llenos de amor.
—Como te amo, mamita —dijo él bobamente.
—Yo también, mi cielito lindo.
—Por Dios, ya basta —dijo Chace.
—Celoso —sonrió Zayn —Lo que pasa es que mamá no te ama tanto como a mí.
—Eso no es cierto, Zayn —lo retó ella —Yo amo a todos mis hijos de la misma manera.
—Mentira, ma —habló Miley —Hazles saber de una vez a estos dos idiotas que es a mí a quien amas más de los tres...
—Ya quisieras tú, que mamá te amara más que a mí o a Zayn, pero no es así, tontita.
David suspiró y miró a Vanessa. Ella también lo miró.
—Te juro que no cambian más —le dijo él —Siempre son así... no crecen.
Ella le sonrió.
—Pero aun así, usted no quiere que cambien, ¿verdad? —le preguntó. David le sonrió.
—Ya empiezas a conocerme, niña, eso me agrada —aseguró.
—¡Ya dejen de pelear! —exclamó Trish —Por todos los cielos, son grandes. Ya no peleen por mi amor. Yo los amo a los tres por igual... quizás ahora los ame un poco menos.
—¿Qué? —dijo Zayn —¿Por qué?
—Porque ahora tendré una quinta y sexta razón para amar —dijo y miró a Vanessa y luego a su vientre. La morena le sonrió —¿Y qué les parece si ahora jugamos un Bingo?

Camila


Es ComplicadoWhere stories live. Discover now