Solo nosotros

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Capitulo 85:

Vanessa ya estaba acomodada en una habitación común y que gracias a Dios no olía a suero. Tenía una enorme ventana que daba a un hermoso parque que el hospital tenía para salir a respirar. Sabía que había sido Alex el que había mandado a darle aquel cuarto.
Estaba realmente agotada, sentía un sueño que jamás había sentido en su vida. Era como si cada poro de su piel le gritara que se sumiera en las profundidades del cansancio. Pero no podía dormir, no sin volver a tener a su hija en brazos.
La puerta se abrió y una enfermera ingresó, empujando una pequeña cuna que estaba decorada con una manta rosa clarito. Vanessa se sentó al instante y sonrió.
—Que raro que no esté durmiendo —dijo la mujer —La mayoría de las veces las madres están tan cansadas luego del parto que se quedan dormidas.
—No podía dormir sin ella aquí —le dijo.
La enfermera sonrió y colocó la cunita bien cerca de ella así la morena podía verla.
—Está todo perfecto con la pequeña —le contó —Es perfecta y hermosa de la cabeza a los pies. Ahora está dormidita porque se ha cansado de que la revisáramos. Así que puedes dormir tranquila, cariño. Todo está bien.
—Gracias —susurró Vanessa.
—Cualquier cosa que necesites, toca el botón rojo.
La puerta volvió a abrirse para darle paso a Zayn que llevaba consigo un enorme ramo de flores, unos cuantos osos y globos con frases de bienvenida. La mujer le sonrió y se acercó a él para ayudarlo a acomodar todo alrededor de la cama. Él se acercó a la morena y la besó suavemente en los labios. Colocó las flores sobre una mesa al costado y fue hacia el baño para lavarse las manos. Volvió al instante y se acercó a la pequeña cunita.
—Adiós —dijo la enfermera y se fue de allí.
—Adiós —dijeron ambos al unísono. El silencio los envolvió. Él clavó la mirada en ella.
—Nuestras familias siguen como locas allí afuera. Todos quieren pasar a la vez y verlas a ambas. Pero Alex se los ha prohibido rotundamente, diciéndoles que las primeras tres horas son enteramente nuestras.
Ella sonrió y suspiró. Él rodeó la cama y le pidió que se moviera un poco. La morena así lo hizo, dejándole un pequeño lugar. Zayn se acomodó a su lado, apoyándola sobre su costado. Se observaron tranquilamente.
—¿En qué piensas? —preguntó ella con voz suave.
—En que deberías estar durmiendo —dijo él.
—No podía —le contó —Ella no estaba aquí y eso no me dejaba dormir.
—Ahora ya lo está —murmuró y acomodó un pequeño mechón que caía sobre su frente —Duerme, mi amor, que yo estaré aquí cuidando de nuestra hija y de ti.
La morena levantó su mano y acarició su mejilla, pudo notar bajo su palma el suave vello de la barba que comenzaba a crecer. Zayn se inclinó un poco y rozó sus labios.
—Te...
—...amo —terminó él la frase por ella, para luego besarla tomando sus labios entre los suyos, ejerciendo una suave presión sobre ellos. Era simplemente delicioso. Se alejó un poco para observar como ella dejaba los ojos cerrados y se disponía a dormir.
Zayn se acomodó mejor y también cerró los ojos. Por algún motivo también se sentía cansado. Era como si recién ahora pudiera estar realmente tranquilo. En los últimos meses no había podido dormir sin despertarse a cada rato, alterado, nervioso, incluso asustado. En ese momento no había nada de eso. Solo paz, una paz que lo envolvió y lo llevó sin más al mundo de los sueños.
Se despertó por un pequeño sonido que llegaba hasta sus oídos. Era parecido que hacían los gatitos al quejarse. Abrió los ojos rápidamente y se dio cuenta de que sí se había quedado dormido con Vanessa. La observó y ella seguía profundamente relajada. El sonidito volvió a llamar su atención. Levantó la cabeza y observó como Amara se removía molesta dentro de la cunita. Con sumo cuidado se puso de pie para no despertar a la morena. Se acercó a ver a su bebé. Ella tenía los ojos abiertos como platos y tenía una manito cerrada en un puño y lo chupaba con ansias. Oh, tiene hambre, pensó él. Ella era tan pequeña. Ahora ya no estaba roja. Se veía suave y rosadita. Tenía aquella pequeña boca en forma de capullo. Él sonrió divertido al verla sacarse el puño de la boca enojada y fruncir el ceño. Iba a llorar.
Se inclinó un poco y decidió levantarla. Era tan pequeña y estaba seguro de que cabía en su antebrazo.
La tomó despacio, colocando su mano derecha debajo de su cabecita. Amara se removió y suspiró mientras él la levantaba de aquella cómoda cunita. La colocó sobre su pecho, como lo había hecho Vanessa anteriormente. Aquella pequeña cabecita descansó justo en la unión entre su cuello y hombro. Su manito izquierda se cerró sobre el cuello de su camisa. Zayn se quedó completamente quieto. Sintiendo su respiración suave y tibia contra la piel. Ella olía a... simplemente a bebé. Su pequeña mejilla quedaba perfectamente al alcance de su boca. Rozó sus labios sobre esa perfecta piel, para luego depositar un beso allí. Con su nariz acarició el lugar donde la había besado. Era tan frágil, tan dependiente.
—¿Sabes las veces que imaginé este momento? —le preguntó en un murmuro y comenzó a mecerse suavemente —Dios, amor, jamás pensé que podría amarte tanto —sintió como ella comenzaba a chupetear su manito otra vez. Sonrió —Eres el mejor momento de inconciencia que me pasó en la vida, mi amor.
—¿También yo? —escuchó que ella preguntaba.
Se giró y la vio. Allí estaba ella mirándolo con ternura, con una suave sonrisa plasmada en su hermoso rostro. Se acercó nuevamente a la cama y se acostó a su lado con sumo cuidado, agarrando a su bebé por todos lados.
—Claro que también tú eres lo mejor que pasó en mucho tiempo, Vanessa —la observó. Ella estiró la mano para acariciar la espaldita de la niña —Pero me parece ahora señorita Hudgens, que es hora de dar de comer a esta hermosa cosita. Esta a punto de comerme a mí.

Camila.

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