Solo iba a ser un mes...

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Capitulo 81:

Semana 28 y 15 días (Siete meses y medio)


Ella se bajó del auto frente a la casa de John y su madre. Haber conducido por casi cuatro horas había sido más que agotador. Pero al fin estaba en casa de nuevo. Miró con una pequeña sonrisa a su alrededor. El jardín de la parte delantera se veía realmente hermoso, su madre había hecho un trabajo increíble.
La enorme puerta de mármol se abrió frente a ella y Michelle salió corriendo al encuentro de su hija. Vanessa caminó un par de pasos y se refugió en sus brazos.
—Por Dios, esta es la última vez que te dejo irte tanto tiempo —dijo Michelle sin dejar de abrazarla.
—Ay, mamá —dijo Vanessa divertida —Tampoco es que me fui por un año...
—Fueron tres meses y medio, Vanessa —la retó. La morena lo pensó por un momento. Tal vez los primeros dos meses habían sido lentos, pero el último mes y medio había pasado más que rápido para la morena. Y había sido divertido —Pero ya, déjame ver tu panza.
Se alejó de ella y se tapó la boca con una mano. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Mamá... —dijo la morena.
—Estás tan hermosa —lloró ella y la volvió a abrazar.
Vanessa dejó que su madre llorara tranquila. Luego de varios segundos, Michelle, la soltó una vez más.
—¿Ya estás más tranquila? —le preguntó. Michelle se secó las lágrimas.
—Sí, lo siento, hija —ambas sonrieron —Es que no pude evitarlo.
—Está bien, mami —la calmó —Te entiendo.
—¿Por qué no entramos? —le preguntó —Luego mandaré a Richard a meter tus cosas
—Pero yo puedo hacerlo...
—Vanessa Hudgens —la retó —Estás embarazada, no puedes levantar cosas pesadas. Es más, ni siquiera tuviste que haber manejado, fue una locura. Tuviste que haber dejado que John fuera por ti.
—Por favor, Michelle, no empieces —le pidió divertida.
—Debería darte la reprimenda de tu vida, jovencita —dijo apuntándola con un dedo —Pero primero entremos, que aun esta fresco.
El invierno comenzaba a alejarse para darle paso a la primavera, pero los días de bajas temperaturas aun continuaban.
—¿Dónde está John? —preguntó la morena al ingresar a la casa y escuchar la calma total.
—Tenía un caso importante hoy —caminaron hasta la habitación en dónde la morena se había quedado anteriormente —Como llamaste hoy para avisar que volvías, él no tuvo tiempo de cancelar el caso. Se suponía que volvías hace dos semanas...
—Lo sé —suspiró y cuando entró se sentó en el borde de la cama —Pero estaba muy bien en el campo. No quería volver...
—Pero aquí te extrañamos demasiado.
—Yo también los extrañé —le sonrió. Luego se dejó caer de espaldas en la cómoda cama. Ahora era un poco más difícil estar de pie. Su panza era enorme, y de vez en cuando le dolían los pies.
—Te preparé un baño —le dijo su madre mientras se acercaba un poco a la cama para mirarla mejor. Vanessa la miró de costado.
—Eso suena genial —murmuró.
—Solo tienes que entrar y relajarte. Ya mismo voy a mandar a entrar tus cosas para que tengas ropa que ponerte, ¿si?
—Gracias, mami —Michelle se inclinó y acarició su mejilla.
—No es nada. Luego del baño... puedes llamarlo.
Ella asintió y su madre salió de la habitación. Llamarlo era lo que más quería en el mundo. Pensar en él le hizo latir el corazón rápidamente. Tenía tantas ganas de verlo, de besarlo, de abrazarlo. Lo necesitaba. Lo extrañaba. Por eso mismo había dejado de llamarlo tan seguido, cada vez que hablaban y cortaban la comunicación, ella se sentía vacía. Pero ahora estaba de vuelta.
Se puso de pie para luego entrar al baño. Realmente necesitaba ese baño con desesperación. Observó la bañera que su madre había preparado. Estaba llena y el agua caliente desprendía un suave olor a sales y aceites de baño. Se quitó la ropa, y entró. Todos los músculos de su cuerpo se relajaron al instante, mientras apoyaba la cabeza contra el borde, levemente acolchado. Cerró los ojos y colocó las manos sobre su panza.
Su hija había crecido demasiado en el último mes y medio. A veces creía que podría nacer en cualquier momento. Pero aun tenía que permanecer allí un par de semanas más...
Sonrió. Estaba ansiosa por verla, por tenerla en brazos. Muchas veces había soñado con ese momento. Pero estaba segura que la realidad iba a ser mucho más intensa que en sus sueños.
No supo por cuanto tiempo estuvo allí, pero tres suaves golpes en la puerta la hicieron abrir los ojos.
—¿Sí? —inquirió.
—Vanessa, mi amor, ¿estás bien? —preguntó Michelle.
—Sí, mamá, ya salgo...
—Okey, te dejé tus cosas sobre la cama.
—Gracias de nuevo, mamita.
La escuchó alejarse y se puso de pie. Tomó una bata y se envolvió con ella, mientras con una toalla pequeña se secaba el cabello. Entró a su cuarto y encontró su valija con su pijama favorito ya sobre la cama. Sonrió, su madre era genial. Se vistió tranquila y despacio. Sus movimientos, con esa enorme panza, tenían que ser más controlados. Cuando ya estuvo vestida, buscó entre sus cosas una bata de seda y su celular. Se dejó caer nuevamente en la cama y marcó su número. Sus latidos se volvieron acelerados nuevamente, al escuchar como el teléfono sonaba del otro lado...
—Te extraño tanto —dijo él al atender. Ella cerró los ojos al escucharlo.
—Yo también —le habló luego de unos segundos —Pero te tengo una sorpresa...
Ella aun no le había dicho que había decido volver, así que Zayn no sabía que estaba allí.
—Ah, ¿si? —inquirió —Que coincidencia, yo también te tengo una sorpresa.
—¿Cuál es? —quiso saber ella.
—Yo quiero saberlo primero —rió él.
—No, yo Zayn, anda dime, por favor...
—¿Por qué mejor no te acercas a la puertas y la abres?
Vanessa se incorporó casi de un salto, dio los pasos más grandes que pudo hacia la puerta y la abrió de un tirón. Allí estaba él, con el teléfono pegado a la oreja y con una media sonrisa grabada en el rostro. Ella lo miró por todos lados. Parecía un sueño. Un hermoso sueño. Sin dudarlo ni un segundo más, se lanzó a sus brazos y lo besó en los labios.
Zayn rió contra su boca y la envolvió, levantándola del suelo. El impacto del abrazo lo había hecho dar un par de pasos hacia atrás, pero se estabilizó y caminó con ella hacia dentro de la habitación. Cerró la puerta con una pierna, sin dejar de besarla ni un solo segundo. Un mes y medio más sin ella, había sido un calvario. Pero en ese mes había podido averiguar varias cosas sobre Robert Hudgens. Ahora que ella estaba de vuelta, iba a poder cuidarla él directamente.
La morena se alejó un poco para poder respirar y lo miró a los ojos. Sus respiraciones eran algo agitadas y él aun la tenía en brazos.
—Se suponía que no sabías que vendría —habló ella.
—Tu madre me llamó esta mañana —sonrió él y besó la punta de su nariz – Me dijo que vendrías hoy, y queríamos darte una sorpresa.
—Esa traidora —dijo ella bromeando.
Zayn la besó en la boca y la dejó sobre el suelo nuevamente. Se alejó un poco para inclinarse ante ella y mirar fijamente su panza. Era increíble lo mucho que podía crecer en tan poco tiempo. Levantó la mirada hacia ella.
—Dijiste que solo iba a ser un mes...
—Lo sé —susurró mientras hundía los dedos en su cabello y lo acariciaba con ternura.
—Fue más de un mes —le dijo.
—Eso también lo sé —siguió hablando en un susurro —Y lo siento... pero no estaba lista aun.
—¿Y ahora sí lo estás? —inquirió él.
Le dio un pequeño beso sobre el ombligo y volvió a erguirse frente a ella. Ahora _____ tuvo que alzar un poco la cabeza para poder mirarlo a los ojos.
—Sí, ya estoy preparada.
—No vas a irte nunca más tanto tiempo, Vanessa...
—¿No? —murmuró mientras el amor en ella latía no solo en su corazón sino en el de su bebé también.
—No, no voy a dejarte.
Ella le sonrió y levantó su mano para tocar su rostro.
—Ya no quiero irme, no te preocupes...
—Pero no es solo por mi beneficio —dijo ya algo serio —Es por tu padre...


Camila.


Es ComplicadoWhere stories live. Discover now