Brittonita

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CAPITULO 1:

A Brittany Snow casi le da un infarto cuando entró al cuarto de su mejor amiga y un mar de pañuelitos descartables se le cayó encima. Esto no podía ser peor de lo que era. Vanessa no podía haber caído tan bajo por el infeliz de Jesse.
¿Cuántas veces ella le había dicho que él era un idiota hijo de puta? Miles.
¿Vanessa la había escuchado? Nunca.
Soltó un suspiro y corriendo los asquerosos pañuelos con la punta del pie se acercó a la cama y se sentó al lado del cuerpo inmóvil de la morena. Estaba tirada boca abajo, con un horroroso pijama de abuela puesto.
-¿Hasta cuando piensas seguir así? -le preguntó.
Escuchó un sollozo dentro de la almohada. Puso los ojos en blanco.
-Hasta que me deshidrate y me muera -escuchó que ella decía.
-Vanessa, por favor, tienes que dejar de llorar -exclamó nerviosa -Está bien... ya pasó. El maldito idiota eligió irse con una pechugona de piernas largas. Ya está, fin del tema... Es hora de que lo superes, hermana.
Bien... eso pude haber sido un poco brusco. Pero alguien necesitaba sacarla de aquella habitación o de verdad moriría deshidratada.
Vanessa levantó la cabeza de la almohada y la miró de costado. Brittany pudo ver el resentimiento de sus marrones ojos.
-¿Sabes? No eres precisamente algo a lo que llamarían amiga -le aseguró.
La rubia dejó escapar el aire lentamente. Le hizo un gesto para que se moviera un poco y le hiciera lugar en la cama. Ella de mala gana se movió.
Cuando ambas estuvieron acostadas y cómodas, la rubia decidió hablar.
-Verdaderamente, Vanessa, no puedes seguir así.
Ambas miraban fijamente el techo de la habitación. El techo era tan blanco que había comenzado a marearlas.
-No puedo estar de otra forma.
-Sí, sí puedes.
La morena negó con la cabeza y volvió a hundir el rostro en la almohada. Hacía más de un mes que estaba encerrada en su casa, en su habitación, llorando a mares porque su novio la había dejado para irse a Paris con una rubia pechugona.
¿Por qué preferían un par de tetas que unas buenas neuronas? ¿O un culo parado que una conversación fluida?
-No, no quiero dejar de llorar... no quiero -sollozó ella.
-Pero, Vanessa, así no puedes seguir. Tus padres están muy preocupados. Tu abuelo no deja de preguntar por ti... hace más de un mes que no vas a trabajar.
-Sí claro, preocupados -murmuró -Y no pienso hacerlo -le aseguró.
-¿Ya no estás más con Andrés, cierto? -le preguntó.
Vanessa levantó un poco la mirada para encontrarse con la mirada celeste de Brittany. Su mejor amiga había estado a su lado desde el día en que el maldito de Jesse le había roto el corazón... por teléfono.
-No, Andrés se ha ido hace un par de días -le contestó.
-Entonces no tienes excusa -dijo la rubia esbozando una sonrisa triunfadora.
-¿Para qué?
-Hoy a la noche vamos a ir a una fiesta, quieras o no.
-Brittany, no estoy para fiestas -chilló.
-¡Por dios, Vanessa Hudgens! -la voz de Brittany salió enojada -No puedes seguir llorando por ese infeliz. Tienes 23 años, eres joven y hermosa ¿sabes cuantos hombres sueñan con estar con una mujer como tú?
-Muchos. Menos Jesse -musitó -Yo lo amo aun, Britt. ¿Por qué me hizo esto?
-Ya me cansé de decirte que el madito solo quería tu dinero y el aprecio de tu abuelo. Pero ¿quieres entenderlo? ¡No! Y la verdad, Vanessa, ya me estoy cansando de venir a buscarte a tu casa, chocarme con pañuelos y escucharte llorar por alguien que no te merece ni en lo más mínimo de la palabra MINIMO. ¡Mientras tú chorreas mocos como una canilla rota, el muy hijo de puta está teniendo sexo sin parar con la torre Eiffel de fondo!
Escuchar aquello de la boca de su amiga la hizo reaccionar. Se sentó lentamente en la cama. Su mirada quedó fija en la nada. Ella sabía que Jesse la había utilizado. Pero hasta ese momento no había querido creerlo. Levantó una de sus manos y secó su rostro.
¿Qué era lo que ella estaba haciendo? No podía quedarse allí, tirada, llorando por aquel mal nacido. Esa no era la actitud que una mujer con carácter tenía que tomar. Y ella se consideraba una mujer con carácter.
¿Por qué ahora iba a despreciarse a si misma por qué un pito andante lo hizo? No, eso no era digno de una mujer.
Miró a Britt y le sonrió levemente.
-No me puedo imaginar que sería de mi vida sin ti, Brittonita -le dijo. Brittany sonrió al instante y se abrazaron para luego dejarse caer en la cama soltando un par de risitas.
-Claramente sería un desastre, Vanessa. ¿Vamos a ir a la fiesta, verdad? ¿Verdad? -preguntó entusiasmada.
Aunque la idea no la mataba de la emoción, Vanessa decidió que sí iba a ir. Era hora de quistarse aquel espantoso pijama de abuela.
-Está bien -le dijo a su mejor amiga -Vamos a ir a esa fiesta.
-¡Siiii! -canturreó la rubia entusiasmada -Vas a ver que la vamos a pasar más que súper bien... Vas a conocer a hombres mucho más atractivos y todo va...
-Oooh, amiga -la detuvo -Solo iré para salir un poco de estas cuatro paredes. No iré a hacer sociales y coquetear con hombres. No quiero hombres en mi vida por un largo, largo tiempo.
-Pero, Vanessa...
-Pero nada, Brittany.
-Está bien -dijo enojada mientras se cruzaba de brazos -Sigue manteniendo tu celibato mientras el idiota sin cerebro se revuelca con la cara-de-chupa-pitos en Paris.
Vanessa no pudo evitar reírse ante aquel comentario. Claro que ese apodo le iba perfecto a la arrastrada esa. Pero escucharlo de Britt, era más gracioso de lo que parecía.
-No estoy manteniendo mi celibato -le aclaró -Solo estoy cuidando mi corazón, amiga. Podría ir y buscarme un hombre para revolcarme, pero yo no soy de esas y lo sabes. Además lo que yo sentía por Jesse... y odio admitir que todavía lo siento, un poco,... era cierto.
-Yo te juro que si hubiese sido tú, lo hubiese mandado a matar.
-Lo sé. Eres capaz -dijo divertida.
-Bueno -suspiró la rubia -Pero por lo menos saldrás de esta apestosa habitación.
-Mi habitación no es apestosa -se quejó la morena.
-Apestosa en el sentido de que parece una incubadora de virus mortales. ¡Por dios, Vanessa! ¿Hace cuanto que esos pañuelitos llenos de mocos y lágrimas están allí?
Vanessa bajó la cabeza como si se sintiera apenada. Era verdad que hacía mucho que su cuarto parecía un funeral más que un cuarto. Se había deprimido tanto que ni siquiera le importaba si estaba bien o mal.
-Te prometo que hoy mismo voy a deshacerme de todos ellos -le aseguró. Brittany sonrió llena de orgullo.
-Esa es mi hermana.
Se abrazaron como las mejores amigas que eran, y Vanessa se puso a pensar que sería de ella sin aquella rubia algo loca que siempre estaba al pie del cañón. Definitivamente sería nada. Britt y ella se habían criado juntas. Eran como hermanas. Habían vivido de todo.
Desde la muerte del padre de Brittany, hasta los problemas familiares de Vanessa. Y jamás se habían abandonado.
Salieron del cuarto de la morena y decidieron pasar la tarde tiradas en el sillón mirando Bob Esponja. Sí, ambas ya eran mayorcitas, tenían un trabajo, un departamento y todavía miraban dibujos animados. Les era imposible no hacerlo. Pasaron toda la tarde así. Riendo, comiendo chocolate, y recordando viejos tiempos. Como cuando siendo unas niñas le habían metido en la cartera una babosa a su profesora de catequesis.
Llegada la tarde-noche, Brittany había decidido irse a su departamento para prepararse, y luego volvería a buscar a Vanessa.
La morena se sentía algo nerviosa. Salir y exponerse después de un mes... Se sentía como una tonta inexperta que jamás había salido en su vida. No quería cometer errores de nuevo. No quería más ser la decepción de todo el mundo...
Soltando un suspiro se puso de pie y entró a su baño para comenzar a prepararse. Mientras dejaba que el agua cayera sobre ella, imágenes de Jesse y la pechugona juntos se filtraron en su mente. Y sintió rabia. Mucha.
Ellos dos habían estado riéndose de ella desde... no sabía desde cuando, pero estaba segura de que era desde hacía bastante. Y la amargura la llenó de nuevo.
¿Por qué aquel dolor no se iba?
Ella quería odiarlo. Él merecía todo su odio. Pero de cierto modo no lo conseguía. Sabía que si él volvía y le pedía perdón... tal vez lo perdonaría.
¡Por dios, que idiota que era! ¿Cómo podía ser capaz de aquello? Él no la amaba, jamás la había amado. Lo único que le importaba era su dinero. Mejor dicho, dinero de su abuelo. A veces odiaba ser una Hudgens. Odiaba su apellido, su sangre.
Jesse McCartney la había deslumbrado desde el momento en que lo vio. Él era un hombre inteligente, culto... todo lo que ella siempre había soñado como hombre ideal. Desde que lo vio, ella no había tenido ojos para otro. Él era su centro, su mundo. ¡Ella se había visto casada y con hijos de él! De verdad, que tonta había sido. Idiota era el amor. Y ahora recién lo estaba comprendiendo.
Sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos de si, y terminó de bañarse. Ya no iba a llorar, no tenía que llorar. Ni por Jesse, ni por ningún otro hombre.
Apagó la ducha y se envolvió en una toalla blanca. Y mientras salía del baño escuchó que su celular sonaba. Corrió para atender.
-¿Hola? -dijo algo agitada.
-¿Cuándo te vas a dignar a venir a trabajar? -le preguntó. Ella soltó un suspiro y puso los ojos en blanco.
La que me faltaba.
-Abuelo... ¿Cómo estás? ¿Bien? Yo también, no sabes, estoy increíble -dijo con todo el sarcasmo del mundo.
-Vanessa, ¿Qué pasa contigo, muchacha? Pensé que eras una mujer con carácter. Pero al parecer todavía no has crecido.
Se contuvo de gritarle y cortar. A veces su abuelo era demasiado duro con ella. Aunque sus padres también. No entendía por qué era así... A decir verdad creía no entenderlo. No le entraba en la cabeza como ellos podían ser tan... injustos con ella. ¿Qué culpa tenía de no haber sido lo que todos ellos quería?
Para su mala suerte, o la de ellos, ella había nacido con una vagina. Mientras que el clan Hudgens deseaba y ansiaba un pequeño varoncito, que en el futuro se hiciera cargo de toda la empresa familiar. Pensamiento demasiado burgués...
Para el punto de vista de su familia, Vanessa no era capaz de manejar nada. Ni siquiera su vida. Ella no comprendía como su madre, siendo una mujer, podía estar tan de acuerdo con su abuelo y su padre. Y para mayor mala suerte no habían podido tener más hijos. Todo el rechazo caía sobre ella.
Verdaderamente ya estaba cansada de ser la decepción de todos. Principalmente la decepción de si misma.
-Iré a trabajar desde el lunes, abuelo -le dijo.
-¿Por qué no desde mañana? -inquirió él.
-Porque estoy algo... enferma. Quiero recuperarme bien.
-No me decepciones más, Vanessa. Ya ha sido una gran decepción que perdieras a un hombre como Jesse.
Genial. Simplemente aquello era genial. En sus ojos las lágrimas se hicieron presentes. Pero los cerró con fuerza para alejarlas.
-Tranquilo -musitó -No voy a decepcionarte.
-Así me gusta, querida -le dijo. Ella quiso romper todo -Ahora tengo que colgar. Tengo un par de negocios que arreglar.
-Adiós -le dijo secamente.
Cuando colgó arrojó su celular con fuerza sobre la cama. Apretó los dientes para no gritar. Y no pudo contener sus lágrimas. Se sentó sobre el borde de la cama.
¿Por qué eran así de injustos con ella?
Entonces comenzó a comprenderlo. Nadie la tomaba en serio. Nadie creía en ella. Ni su abuelo, ni sus padres... ni Jesse había creído en ella. Todos creían que ella era una mujer tonta que no tenía ni dos dedos de frente.
¡Por dios que sola estaba!
Había tanta gente a su alrededor, pero estaba tan sola al mismo tiempo. Todos la conocían como la heredera del maravilloso Anthony Hudgens. Y todos querían hablarle, saludarla, agradarle por eso. Nada más por dinero.
No estoy tan sola, tengo a Brittonita...
Sí, se recordó. Tenía a su mejor amiga, a su hermana del alma. Y tenía que demostrarle, por lo menos a ella, que si podía superar la traición y pisotear al dolor. El abandono de un hombre no era el fin del mundo ¿o si?.

El primer capitulo!!!!!!!! Si les gusto no olviden votar 🌟🌟

Camila🌼

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