Son solo confusiones

9 0 0
                                    


Capitulo 44:

Brittany cerró la puerta del cuarto de la morena con mucho cuidado. Vanessa estaba sentada en la punta de su cama, con el corazón latiendo lleno de preocupación. Su amiga no había soltado ni una sola palabra desde que había salido de aquella cocina. Y a decir verdad, ella no quería preguntar, pero necesitaba saber.
Snow soltó un suspiro y se acercó a ella hasta sentarse a su lado.
—Era John Quinto —habló la rubia.
—Sí, sabía que era él... —se acomodó la garganta —¿Qué quería?
Le costaba mucho hablar, aquel nudo en la garganta apenas se lo permitía.
—Es sobre tu madre, Vanessa.
Ella ya se imaginaba que era algo sobre Michelle. John era su padrino, pero jamás pudo cumplir muy bien ese rol por culpa de Robert. Él no dejaba que John la sacara de paseo o la fuera a visitar. Pero si la llamaba y siempre se había mostrado cariñoso con ellas dos. Muchas veces se había preguntado por qué su madre no se había casado con él. Tal vez todo hubiese sido muy distinto para ambas.
—¿Qué le pasó a Michelle? —inquirió.
Brittany guardó silencio y pensó en la mejor manera de darle aquella noticia. Vanessa no debía alterarse, ni nada de esas cosas. Mucho menos después del susto de hacía una semana. Pero no podía no decirle, era su madre la que estaba implicada. Y a pesar de todo sabía lo mucho que Vanessa la amaba.
—Ella... está internada —le dijo al fin.
Los ojos de la morena se abrieron bien y se llevó una mano al vientre.
—Pero... ¿Qué le pasó? —comenzó a alterarse. Ella se esperaba cualquier cosa, menos aquello, claro que no —¿Por qué está ahí? ¿Dónde esta?
—Cálmate, Vanessa, tranquila —le pidió ella.
—No me pidas que me calme, Brittany —dijo mientras se ponía de pie y se acercaba a su armario para buscar su abrigo.
—Vanessa, no vas a ganar nada poniéndote así. Estas embarazada, ¿lo olvidas? Y cuando tú te alteras, alteras a tu bebé.
Vanessa se quedó quieta, reteniendo las lágrimas, tragó saliva y se volvió a sentar en la cama. Tenía razón. Tenía que bajar un cambio. Su bebé... su bebé sentía todo lo que ella sentía. Y no quería sufrimiento para él o ella.
—¿Por qué está internada? —volvió a preguntar.
—No sé bien por qué, John solo me dijo que sería bueno que fueras a verla...
—¿Dónde esta?
—En el hospital San Marino.
—Voy ya mismo —murmuró asintiendo y tomó su cartera.
Salió del cuarto rápidamente, no dándole tiempo a Brittany para reaccionar.
—¡Vanessa, espera! —exclamó mientras intentaba alcanzarla. Maldita sea que corría rápido.
La morena no se detuvo y llegó rápidamente a la salida.
—¿Vanessa? —dijo Zayn entrando al living a la vez que ella salía. Brittany llegó allí y Zayn la miró con el ceño fruncido —¿Qué pasó? ¿A dónde fue?
—Es una terca, por Dios —suspiró exasperada —Va hacia el hospital San Marino, su madre está internada allí.
—Demonios —murmuró él, tomó las llaves de su auto y su abrigo que estaba sobre el sillón. Se acercó en dos zancadas a la puerta —Diles a todos que gracias por todo... iré a buscarla.
Brittany asintió y Zatb salió de allí. Al llegar a la calle miró hacia sus costados, tratando de localizarla. Pero ella ya no estaba en su punto de vista. Caminó rápidamente hacia su coche y prendió marcha. Ella tuvo que haberle dicho que la acompañara, que la llevara. ¡Pero no! Vanessa Hudgens tenía que hacerse la fuerte, la que podía con todo sola. Tenía que demostrarle al mundo que no dependía de nadie, para nada. Seguramente no le dijo nada por el beso que habían compartido en su habitación. Se pasó la mano por la cara, frustrado. Eso no implicaba que no podía ayudarla, que no podía confiar en él. Sino todo lo contrario, él podía acompañarla, cuidarla.
Se detuvo en un maldito semáforo y por alguna razón miró hacia su derecha. Allí estaba ella, secándose silenciosas lágrimas en un taxi. Se le retorció el estomago.
Sin dudarlo tocó bocina. Ella giró la cabeza y lo miró. Él bajó la ventanilla.
—¡Vanessa, baja, ven conmigo! —le gritó. El taxista lo miró y frunció el ceño —Por favor, señor ¿Puede detenerse en la esquina? —le pidió —Necesito hablar con ella...
El taxista miró a Vanessa a través del espejo retrovisor. Ella solo asintió levemente. El conductor se detuvo en la esquina y Zayn se estacionó detrás.
Él se bajó a la vez que ella se bajaba. El taxi arrancó.
—¿Por qué no me dijiste? —le preguntó él a la vez que se le acercaba. Ella no lo miró a los ojos.
—Es tu cumpleaños —murmuró —Deberías estar con tu familia...
—Maldita sea, Vanessa —dijo entre dientes —¿Cuándo vas a entender que no estas sola ahora?
—No maldigas —lo enfrentó, mirándolo al fin. Su mirada chocolate, brillosa por las lagrimas. El clima era frío y ella no estaba lo bastante abrigada como para estar allí —No soy una niña, Zayn, y sé cuidarme y afrontar mis problemas...
—Sé que no eres una niña, diablos... —sacudió la cabeza —Perdón, no maldigo más, lo prometo. Pero necesito que entiendas que puedes confiar en mí...
—Nuestra confianza se está confundiendo.
Él cerró los ojos y respiro profundamente por la nariz. Un suave humo blanco le salió de los labios al soltar el aire.
—Lamento lo que pasó en la habitación, Vanessa—le dijo —Y sí, puede que me haya confundido... pero es que aun estoy tratando de separar las cosas. Eres la madre de mi hijo, pero no eres mi mujer, ni nada. Te comportas como si fueras mi novia, me haces regalos, mi familia te adora... Hoy fue un día especial, estaba movilizado por todos lados. ¡Dijiste que podíamos ponerle Simón si era niño! —exclamó y soltó una pequeña carcajada nerviosa, mientras levantaba los brazos. Los dejó caer —No tienes ni idea de lo que eso significa para mí, no sabes como me llegó. Es por eso que te besé. Fue un acumulo de cosas, fue un impulso... un... solo fue un beso.
—Trataré de no comportarme más como si fuera tu novia —dijo ella.
—No es eso...
—Ya lo entendí —aseguró.
—Pero no...
—No quiero seguir discutiendo —murmuró y miró el auto —Solo llévame al hospital.
Él asintió resignado y bajó la cabeza mientras suspiraba. Se acercaron al coche y Zayn le abrió la puerta. Ella se acomodó despacio y Zayn rodeó el auto para tomar su posición. Al instante arrancó.
Vanessa miraba por la ventana, pensativa, intentado aclararse. Muchos motivos por los cuales su madre podría estar internada le pasaban por la cabeza. Pero solo esperaba que no fuera algo grave. De solo pensarlo le dolía el pecho.
—Vanessa —la llamó él.
—¿Si? —inquirió sin mirarlo. Las nubes blancas y esponjosas le parecían más entretenidas en ese momento.
—Vas a confiar en mi, ¿verdad?
Entonces ella lo miró. Recordó sus labios sobre los suyos. La imagen se le colocó en la cabeza. Había sido suave, cuidadoso, dulce. No... ella tenía que parar aquello. No iba a poner su corazón en juego de nuevo. No iba a ser lastimada otra vez. No.
En ese momento Zayn era peor que Jesse. Mucho peor. Sí, porque él tenía una mujer que estaba a cientos de kilómetros, imaginándose el momento de volver a verlo. Mientras él estaba en su casa, con su nueva 'dama de compañía', la que cual venía con un pequeño regalo. Por lo menos Jesse se lo había dicho por teléfono: Oye, me voy a Paris con la zorra de mi secretaría.
En cambio Zayn solo esperaba... esperaba a que la bomba le explotara en la cara. Ella no quería estar presente cuando eso pasara. No quería ver el odio de esa mujer, su desilusión. Simplemente porque ella conocía de primera mano el dolor de la traición. ¿Y cómo podía depositar su confianza en un hombre así? Entonces lo supo... por alguna maldita razón lo sabía. Zayn no era malo, él no lo hacía con intención de lastimar a Hilary. Solo quería ser honesto con ella y estar presente, darle la cara.
—Sí, Zayn —suspiró y estiró la mano para tocarle la majilla. Su piel estaba algo rasposa, por la sombra de barba que se cernía sobre su rostro —Voy a confiar... confío en ti...
—Muchas gracias —dijo él y colocó su mano sobre la de ella.
Se sonrieron levemente, olvidando todos los problemas y tormentos, y solo concentrándose el uno en el otro.
El auto se detuvo frente a las instalaciones del gran hospital de clínica San Marino. La calma de Vanessa desapareció. Solo esperaba que no fuera lo que acababa de pasársele por la mente... porque si era así... Robert Hudgens iba a arrepentirse de haber nacido.


Camila.

Es ComplicadoWhere stories live. Discover now