¿Querías un cambio?

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CAPITULO 12:

  <<Urgentemente necesito un cambio en mi vida>>
<<¿Un cambio?>>
<<Sí, Clara, un cambio. Necesito algo nuevo, algo positivo. Lo que sea>>
<<Sí, los cambios siempre son buenos>>
Sacudió la cabeza alejando el recuerdo de la conversación que había tenido ayer por la tarde con su doctora. Y ahora volvía a verla, porque supuestamente su cambio estaba por llegar. Se sentía tan nerviosa y tan descompuesta.
Después de aquella horrible y terrible reunión con su abuelo, en la que había salido corriendo para vomitar en el baño y no en su cara, todo era malo. Por poco y había llegado tarde a su consulta con Clara, ya que el maldito auto se había quedado sin gasolina a mitad de camino. Y para su más mala suerte uno de sus zapatos se había roto, justo en el taco. Realmente esperaba que no fueran malas noticias las que le diera su médica.
—Vanessa Hudgens, consultorio cinco.
Ese era su llamado. Se puso de pie y cojeando comenzó a caminar hacia dónde ya sabía que la esperaba otra tanda de nervios. Llegó e ingresó. Clara estaba sentada del otro lado con un par de sobres abiertos sobre su escritorio blanco. Todo era tan blanco. Tan inmaculado. Se sintió terriblemente mareada. Tambaleándose se acercó a la silla y se sentó.
—¿Qué le pasó a tu zapato? —le preguntó Clara.
Vanessa lo alzó y se lo mostró, le brindó una sonrisa de labios sellados y volvió a colocarse el zapato roto.
—Se le despegó el tacón mientras corría hacia aquí —le dijo.
—No vuelvas a intentar correr de esa forma —le dijo ella.
Vanessa la miró extrañada y entonces miró los sobres que estaba allí. Se le secó la garganta. Y sintió que su corazón se convertía en una bomba de tiempo.
—Bien —habló al fin —Vine para que me dijeras de una vez que es lo que tengo...
Clara miró las hojas que estaban en sus manos, tenía una pequeña sonrisa curvada en su rostro. Miró Vanessa detrás de aquellos anteojos de lectura. A la morena se le cortó la respiración.
—Todo lo que tienes es normal —le dijo. Ella frunció el ceño.
—¿Normal? —inquirió —No creo que sea normal vomitar por nada. Marearme por nada. Comer por nada. Llorar por nada.
—Esas cosas son normales en tu estado, Vanessa.
—¿En mi estado?
—Sí, niña —sonrió —En tu estado.
—Por Dios, Clara, me estás poniendo muy nerviosa. No sé de qué estado estás hablando. Lo único que sé es que no quiero seguir así.
Clara soltó un suspiro y se quitó los anteojos para apoyarlos despacio sobre la montaña de papeles frente a ella.
—¿Recuerdas que ayer hablaste de que querías un cambio?
—Sí —asintió más nerviosa —Pero a un cambio me refería a una nueva casa, o un nuevo auto. Unas vacaciones al caribe. A esos tipos de cambios.
—Bueno, creo que ahora vas a tener un verdadero cambio —dijo bajando la mirada un poco. Vanessa estuvo a punto de gritarle que se apurara y le dijera que era lo que tenía de una buena maldita vez —Vanessa, estás embarazada.
La morena se quedó quieta en su asiento, la mirada fija en la mirada de Clara Molina. ¿Qué era lo que ella acababa de decirle? Seguramente había escuchado mal. Estaba tan loca últimamente que ahora escuchaba cualquier cosa.
—Perdona —le sonrió —¿Qué has dicho?
—Que estás embarazada, cariño. Por eso tienes vómitos, mareos, nauseas, sueño, cambios de humor. Estás embarazada.
No. No. No. No. No. Eso no podía ser cierto. Ella no podía estar embarazada. Claro que no.
—Clara —negó levemente con la cabeza —Tiene que haber un error. Yo no puedo estar embarazada. Es imposible.
—¿Por qué? —le preguntó y volvió a mirar los papeles —Tus análisis dieron positivo a la prueba del embarazo. Claro que lo estás. La alteración en tus hormonas indica todo...
—¿Cómo diablos puedo estar embaraza si Jesse me dejó hace más de dos meses? —preguntó nerviosa. Entonces todo su mundo se detuvo. Absolutamente todo.
<<Soy Zayn...>>
<<Vanessa..>>
<<Te juro que voy a ser muy amable... >>
<<Vamos a mi departamento, Zayn>>
<<¿Quieres más, cariño?>>
<<Oh, Dios,... si >>
—Oh, por Dios —murmuró afligidamente y se llevó la mano al pecho.
No. No. No. No. No. No. Ella se negaba rotundamente a que eso fuera así. No podía ser cierto. Claro que no lo era. No.
—Vanessa, tienes un embarazo de... exactamente cinco semanas de gestación.
Ella ahogó un sollozo y se cubrió la boca. Clara se puso rápidamente de pie y se acercó a ella. No pensó que iba a tomarlo tan mal. En realidad se la había imaginado contenta.
—No puede ser verdad, Clara —le dijo entre lágrimas. Clara apretó los labios y trato de calmarla. ¿Qué podía decirle?
—Lo siento, Vanessa —le acarició la espalda —Pero es verdad. Estás esperando un bebé.

Vanessa rompió en llanto aun más. Un bebé. Ella estaba esperando un bebé. No se lo creía. Aun no podía creerlo. Seguramente los resultados habían salido mal. Esa era la única explicación. Se alejó de Clara y se puso de pie.
—Me voy —le dijo.
—No, Vanessa, espera que llamo a Brittany...
—¡No! —exclamó exaltada —No llames a nadie. Nadie debe saber esto, Clara ¿Entiendes?
—Pero, Vane...
—¡Pero nada! —gritó nerviosa —Yo no estoy embarazada...
Salió de allí rápidamente y comenzó a correr. Ella no estaba embarazada, claro que no. Todo era una mentira. Los resultados habían dado mal. Y ella misma iba a comprobarlo.
Abandonó los consultorios médicos más rápido de lo que esperaba. Se subió a su coche y arrancó a toda velocidad.
'Estás embarazada'
—No, no lo estoy —dijo apretando los dientes mientras las lágrimas caían en silencio por sus mejillas. De verdad ella no podía estarlo. Manejó sin saber bien a dónde iba. Hasta que divisó una farmacia. Sí, ella misma iba a sacarse la duda. Y le iba a demostrar a Clara que sus exámenes se habían equivocado.
Estacionó de cualquier manera, menos la correcta, e ingresó rápidamente al lugar. Para su suerte no había nadie antes de ella. Se acercó al mostrador y un chico, ni joven ni mayor, se acercó a ella.
—¿En qué puedo ayudarla?
—Necesito veinte cajitas de test de embarazo —le dijo rápidamente.
El chico-hombre la miró bien y alzó ambas cejas.
—¿Veinte? —inquirió.

—Sí, dije Veinte. ¿Qué estás esperando para traerlas? —preguntó nerviosa.
Él asintió y fue a buscar lo que ella le había pedido. Volvió cinco minutos después con una caja marrón que al parecer contenía adentro las veinte cajitas.
—Bien —murmuró él —Serían sesenta dólares.
Ella puso cien sobre el mostrador y tomó la caja.
—Quédate con el cambio —le dijo y salió rápidamente de allí.
No tenía tiempo que perder. Subió a su auto y se dirigió a su casa. Iba a hacerse los veinte test y todos iban a dar negativo. Claro que sí. Luego iría con la caja entera y se los tiraría a Clara en la cabeza por haberla asustado de esa manera. Ya lo vería...
Ni siquiera se preocupó por guardar el auto en el garaje de su edificio. Tampoco tenía tiempo para eso. Bajó y subió corriendo a su departamento. Apenas ingresó, fue directamente al baño. Dejó la caja a un costado y la abrió.
Se mareó ante el repentino color rosa de todas las cajitas. Era demasiado color rosa para ella. Sacudió la cabeza y los sacó uno por uno. Era hora de sacarse esa horrible sensación de odio a si misma. Porque ella NO estaba embarazada.
Los hizo a todos. Sí, a los veinte. Y los dejó uno al lado del otro frente a la bañadera.
Salió del baño y esperó unos quince minutos, comiéndose las uñas. Ya se había calmado un poco cuando entró. Pero entró con los ojos cerrados.
Se acercó a la pequeña fila de cositas rosas y blancas, y se arrodilló en frente. Contó hasta tres y abrió los ojos. Su mirada quedó fija en el primero.
Su corazón se aceleró. Pasó al segundo, al tercero, cuarto... décimo, décimo quinto... las lágrimas volvieron a salir de ella. Su corazón se encogió. Su mundo comenzó a derrumbarse una vez más.
Todos dieron positivo. Maldita sea, ella sí estaba embarazada.  

Camila🌼

Es ComplicadoWhere stories live. Discover now