Pequeño momento de pasión

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Capitulo 82:

Se sentaron en la cama, con las manos entrelazadas. Vanessa estaba realmente preocupada. No podía leer demasiado las emociones de Zayn, estaba realmente serio.
—He ido a ver a tu abuelo —habló él al fin.
Ella alzó ambas cejas, sorprendida. Anthony no conocía a Zayn, así que ella no se podía imaginar como había reaccionado.
—¿Qué... qué te dijo? —preguntó en un susurro.
Zayn alzó la mano y acomodó un rizo húmedo que colgaba sobre su hombro.
—Me recibió tranquilo, no hablamos demasiado... pero sí hemos dejado varias cosas en claro —le contó sin apartar la mirada de ella —Pero antes de que yo entrara a su oficina... vi salir a tu padre de allí.
Vanessa se tensó.
—¿Te dijo algo?
—No, solo me miró y se fue. Entré, hablé con tu abuelo, pero antes de irme me dijo que te cuidara de Robert... que él tenía algo entre manos.
Ella tragó, tratando de bajar el nudo que se acababa de instalar en su garganta.
—¿Algo como qué? —inquirió.
—He estado investigando a tu padre, amor... Tiene problemas de dinero, le debe a un grupo de mafiosos. Ellos están detrás de él. Está desesperado por juntar el dinero... y para conseguirlo ha estado buscándote.
—Yo tengo dinero —dijo ella al instante, algo aterrada.
—Él ya sabe que tu abuelo volvió a dejártelo todo...
—Le dije que no quiero su maldito dinero —su voz sonó nerviosa.
—Tranquila, amor —murmuró acariciando su rostro —Nadie va a hacerte daño, te lo juro.
El corazón de Vanessa latía acelerado. El solo pensar que ese monstruo, que era su padre, le hiciera algo para conseguir el maldito dinero, le revolvía el estomago.
—¿Me juras que no va a pasar nada? —le preguntó mirándolo con miedo. Malik le sostuvo la mirada, sabiendo que ella necesitaba ese momento de seguridad.
—Te lo juro, mi amor —susurró antes de acercarse a ella y besarla.
Vanessa aspiró su aliento y se aferró a él, a la seguridad de su abrazo, de su amor. Se calmó un poco, porque sabía que Zayn iba a cumplir con su palabra. Tenía sabor a paraíso. Había un suave rastro de café en su lengua, y aquel sabor tan masculino que solo él tenía. Sus manos cosquillearon con la necesidad de tocarlo.
Él se alejó despacio y la abrazó, enterrando su rostro cerca de su cuello. Respiró para llenarse los pulmones de su aroma. Vanessa olía a jabón y mujer. Era un aroma increíble, que lo dejaba totalmente noqueado. Cerró los ojos y la acercó aun más. Haberla tenido lejos lo había hecho sentirse miserable, pero la recompensa de su llegada era simplemente perfecta como para lamentar los días perdidos.
Compartieron ese abrazo, con aquella enorme panza en medio de ambos. Compartieron el silencio, la calma, el estar juntos otra vez. Estuvieron así por incontables minutos.
—Te extrañé tanto —habló ella.
—Y yo a ti —dijo él sin soltarla. Movió un poco la cabeza y besó su hombro. Comenzó a trazar su pequeño camino de besos hacia su cuello.
Un escalofrío recorrió a la morena. La temperatura comenzó a subir en su cuerpo. Hacia tanto tiempo que no...
Se mordió el labio inferior, tratando de mantener la mente en blanco. Pero era casi imposible. Las imágenes venían solas y sin permiso cada vez que el posaba sus labios sobre un punto nervioso de su cuello. Recordar la noche que se conocieron no era una buena idea en ese momento.
Zayn besó un punto, debajo de su oreja, la que hizo aguantar la respiración.
—Zayn —murmuró con la esperanza de que él escuchara el miedo en su voz y la dejara libre.
—Sueño todos los días con la noche en la que hicimos a nuestra bebé —susurró en su oído. Vanessa suspiró —No veo la hora de que seas mía de esa manera de nuevo, Vanessa...
—Yo... —ella estaba sin aliento. Las palabras no salían de sus labios, aunque tenía un millón para decirle a él. Zayn besó su mentón y luego se acercó peligrosamente a sus labios
—¿Tú también piensas en ese momento? ¿Recuerdas mis besos? ¿Mis caricias? —su aliento chocó contra los labios femeninos.
Vanessa abrió los ojos y lo observó. Sus azules ojos brillaban con intensidad. Había deseo allí, un deseo que ella misma sentía en su interior. Pero no estaba lista para volver a sentirlo. Era tan intenso que tenía miedo de no poder resistirlo.
—Recuerdo todo —le respondió, haciendo lo posible para que su voz saliera tranquila. No he podido olvidarlo... Y jamás voy a hacerlo.
Él atrapó sus labios cuando ella soltó la última palabra. Colocó una mano en su nuca, acercándola a él tanto como fuera sanamente posible. La necesitaba de una manera que no lograba explicar... la necesitaba para poder seguir con su maldita vida.
Vanessa cerró las manos alrededor de las solapas de su abrigo, y trató de mantener la calma... pero la verdad era que estaba tan asustada. Su cuerpo no era el mismo... ¿Iban a hacer el amor en ese momento? Pensó en su enorme panza. No, no iban a poder... sería tan extraño. Pero Dios santo, lo necesitaba tanto. Y no encontraba las palabras para detenerlo.
Él la estaba besando como si no hubiera mañana. Ella respiraba a través de él, pero el aire que llegaba a sus pulmones era ínfimo... necesitaba respirar por ella y por su hija. Logró separarse un poco.
—No podemos —dijo pero sus labios se vieron nuevamente atrapados.
—Maldita sea, yo sé que no podemos —murmuró él pero sin dejar de besarla.
Tres suaves golpes en la puerta los hizo detenerse abruptamente. Vanessa se alejó de él, sentándose erguidamente en la cama. Se acomodó, con manos temblorosas, la bata y lamió sus labios, tratando de calmar el ardor que había en ellos.
Zayn calmó su respiración y se sentó mirando al frente también.
—¿Quién es? —preguntó la morena cuando al fin tuvo voz. La puerta se abrió y Michelle se asomó.
—Perdón que los interrumpa... pero Zayn, tu celular estaba sonando en la mesa donde lo dejaste apoyado antes de tomar el café. Sonó muchas veces, por eso decidí contestar – Vanessa lo miró a él. Malik se puso de pie.
—¿Quién es? —quiso saber mientras estiraba la mano y recibía el teléfono.
—Hilary —musitó Michelle.
Zayn le agradeció con un movimiento de cabeza y cerró la puerta cuando ella se fue. Colocó el aparato en su oreja y habló.
—¿Dónde estás? —preguntó la castaña con impaciencia.
—En casa de la mamá de Vanessa, ¿Por qué? —dijo él tratando de no perder la paciencia. A veces se preguntaba como seguía en camino, como había hecho para no mandarlo todo a la mismísima mierda. Lo sabía, era jodidamente un hombre de palabra.
—¿Y qué haces allí? —inquirió.
—Vanessa... va a llegar mañana del campo —mintió.
Sabía que era mejor que ella creyera que la morena aun no estaba allí. Sino lo llamaría cada cinco minutos durante el resto de la tarde y noche.
—¿Va a... regresar?
—Sí, Hilary, tiene que volver para los chequeos de la bebé. No falta mucho para que mi pequeña llegue a casa...
Hubo un silencio largo. Zayn pensó que Hilary había cortado, pero miró la pantalla del celular y la llamada seguía en pie.
—¿Vas... vas a venir a cenar?
—No lo sé. Tengo que ayudar a Michelle con un par de cosas y luego iré a mirar el partido con Niall. Si mis planes llegan a cambiar, te avisaré...
—Zayn, no te olvides que mañana tenemos una reunión en la iglesia. El padre Devon quiere vernos para tener una pequeña entrevista pre-matrimonial.
—Bien —asintió mientras un nudo se instalaba en su estomago —Mañana te llamo y me dices la hora.
—Falta tan poco para que llegue ese día, mi amor —habló ella como si no lo hubiese escuchado —Estoy tan ansiosa por que ese momento llegue... va a ser perfecto. Vamos a ser perfectos, por siempre.
—Adiós, Hilary —colgó antes de volverse completamente loco.
No giró al instante para mirar a Vanessa. Sabía que ella lo miraba fijo, podía sentir su mirada sobre él. Por Dios... era una basura. Tomó coraje y la miró. Vanessa le entregó una pequeña sonrisa de compasión.
—En un mes... ¿verdad? —inquirió con voz baja. Zayn soltó un suspiro cansado. Algo tenía que suceder en ese mes para que aquella locura se detuviera.
—Sí, en un maldito mes va a ser la maldita boda.


Camila.

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