(...)

—¿Ya todo esta bien, pequeña Andromeda?— Mire a Meliodas y sonreí débilmente.

—Sí, supongo... Bueno es lo que espero creer— El rubio recargo sus dos brazos detrás de su nuca y suspiro con una sonrisa ladeada.

—¿Su primera pelea?— Asenti, dejando de lado los tarros que limpiaba —Bueno, aunque no soy muy bueno para dar consejos de amor...— Lo observe y sonreí por el simple hecho que se esforzaba por animarme —Quiero que sepas que Arthur en verdad te ama, y mucho... Tanto como yo amo manosear a Elizabeth.

—Supongo que gracias— Mire a los demás y luego exhale —Sé que me ama como yo lo amo, es sólo que me molesta que dude sobre este amor.

—Oh no— Se puso a mi lado, para también observar a los demás sumidos en una platica bastante pacífica —No creo que Arthur dude sobre su amor, más bien, él duda sobre el mismo. Ya sabes, como cuando te enfrentas con alguien mejor que tú y tienes miedo de no poder ser capaz de proteger a los que amas... A mi punto de viste, Arthur se siente así— Y tenia razón, porque detrás de su armadura de caballero Sacro, Arthur temblaba al sostener a Escalibur. Era algo que al estar conmigo ocultaba, pero el conocerlo bastante bien, me permitía ver incluso los pequeños detalles que siempre trataba de esconder.

—Tienes razón— Me observó y yo a él —¿Algún tip que me pueda ayudar para ayudar a Arthur?— Meliodas sonrió y alzó su dedo inhalando profundamente y chispoteando gran energía.

—Nop— Toda aquella energía decayó como sacó pesado, y aquella chispa de esperanza se desvaneció de mí.
Pero enseguida, cuando vi al pelinaranja bajar las escaleras, una gran idea se cruzo por mi mente. Casi casi podía saborearla, y sonreí con gran triunfo —Por tu mirada deduzco que ya encontraste una solución.

—Sip— Observe al rubio y sonreí —No nos esperen, puede que lleguemos tarde.

—No me des detalles, es raro que mi niña tenga cosas indebidas con su novio— Alce mis cejas sorprendida y comencé a negar.

—¡No haremos esa clase de cosas, señor Meliodas!— El rubio me miró con sus ojos entre cerrados y luego su cara se transformo a una completada chibi.

—Que bien, aún eres muy chiquita para hacer eso.

Suspire y negué, observando que cierto pelinegro no despegaba su mirada de mi. Por lo que le sonreí, haciendo que desviara sus ojos verdes hacia otro lado.

No te acostumbres demasiado a los cambios, porque cuando te quedes quieto en el lugar que te quedaste, lo más probable es que te hasties

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No te acostumbres demasiado a los cambios, porque cuando te quedes quieto en el lugar que te quedaste, lo más probable es que te hasties.

[Arthur]

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

[Arthur]

¡Demonios! Ella se dio cuanta, su mirada lo decía todo, debería controlarme más.

La he cagado, por completo... Pero algo dentro de mi, comienza a descontrolarse y es sólo cuando Andromeda esta cercas de mi. Y no hablo exactamente de las hormonas, ese es otro tema.

Una corriente eléctrica atraviesa desde la punta de mis dedos hasta mi espina dorsal, una corriente que me hace temblar. Es algo tan inevitable.

—¿Terminaron?— Deje de observar mi mano para posar mis ojos en Cath —Creí que tardarían más.

—¿Eh?

—Incluso yo sentí la incomodidad en el ambiente, ambos deberían controlar sus hormonas... Adolescentes hormonales— Todo mi rostro adquirió un tonl rojizo y mis mejillas junto con mis orejas comenzaron a calentarse.

—¡Cath!

𝘍𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢  "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Where stories live. Discover now