Vi que sostenía una navaja, pero la guardó en el bolsillo de su chaqueta mientras se relamía los labios. Las náuseas incrementaron.

–Sé una buena chica como siempre y no tendrás problemas. ¿Entendido, amor? –Esperó a que respondiera pero yo estaba paralizada. –¡¿Entendido?! –Alzó la voz haciendo que me sobresaltara y yo asentí varias veces. –Bien.

Se colocó de pie, tomó su chaqueta y se dio la vuelta para salir del cuarto.

–Nunca me amaste. –Pronuncié sin poder evitarlo.

Él volteó sosteniendo el pomo de la puerta, me miró con odio y con una sonrisa de lado: –¿Te quedan dudas sobre eso?

Y se fue.

Mis sollozos se hicieron descontrolados y me acosté en el suelo haciéndome un ovillo, abrazando mis piernas con fuerza.

Todo fue una mentira. No podía entender la razón del por qué HoSeok estuvo conmigo si nunca me amó, si dejaba claro que no sentía ni un poco de cariño por mi.

Se mostró ante mi tan descaradamente, estaba seguro de que la policía, en tal caso de que me estuviesen buscando, no me encontraría y por ende no lo atraparían.


No sabía cuanto tiempo estuve en esa posición, ni me di cuenta que me había quedado dormida hasta que sentí que movían mi brazo. Me reincorporé de inmediato estando alerta y vi a un chico delante de mi, se podría decir que de mi edad o un poco mayor. Nunca lo había visto, tenía algunas perforaciones en la cara. Su expresión era neutra y se levantó aún observándome.

–Debes comer, ven. –Dijo señalando hacia la puerta que estaba abierta.

–No tengo hambre. –Musité. Me sentía débil por haber llorado tanto, pero mi estómago estaba revuelto aún.

–No te estoy preguntando, es una orden. –Se acercó a mi y me tomó del brazo haciendo que me levantara.

Sin soltarme me haló un poco hasta salir de la habitación, me di cuenta que era una casa, caminamos por un pasillo amplio con varias puertas a los lados las cuales se encontraban cerradas pero pude escuchar gritos y llanto al pasar por frente de estas. Tenían a otras chicas aquí también, eso hizo que el nudo en mi garganta volviera.

Llegamos a unas escaleras y bajamos, era una casa muy grande casi como la mía. El chico seguía sin soltarme pero su agarre no me lastimaba, pasamos por una estancia, me di cuenta que todos los ventanales estaban cubiertos así que no sabía si era de día o de noche, seguimos hasta llegar a la cocina. No había nadie, pero pude ver varios platillos sobre la barra. Parecía haber sido preparado por un chef, lo cual me pareció extraño. ¿Por qué las otras chicas no estaban aquí? ¿Por qué tendrían este trato conmigo si se supone que estaba secuestrada?

El chico indicó que me sentara frente a toda la comida y él lo hizo a mi lado pero con cierta distancia.

–Come.

No tenía hambre pero tampoco quería que me lastimaran por no acatar a lo que me decían, así que tomé los palillos y lentamente fui tomando de cada cosa. Mi labio inferior ahora estaba un poco hinchado y pude saborear la sangre en éste.

Miré al chico que revisaba su celular, pero a cada tanto me echaba vistazos para comprobar si estaba comiendo.

–¿Qué hora es? –Me atreví a preguntarle, me sentía desorientada. Él simplemente me ignoró y no respondió a mi pregunta.

Luego de un rato sentía que no podía ingerir nada más y dejé los palillos a un lado.

–Estoy llena. –Dije, esta vez me miró y asintió. Se levantó tomándome de nuevo por el brazo y salimos de la cocina.

•Little Lies. |PJMWhere stories live. Discover now