64 Oscuridad.

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Virginia Potts, esa delgada, pelirroja y controladora mujer que desde el primer momento que entró a mi oficina en busca de trabajo había llamado más que mi atención. Nunca pensé que terminaríamos así, nunca imaginé que ella lograría aguantarme, se enamoraría de mí y me volvería loco.

El mismo dolor que mil veces había sentido esta vez fue aún más fuerte. 

De igual manera, sobre esa camilla, se veía hermosa; sus finos y rojos labios cerrados uno contra el otro, sus párpados terminando en sus largas pestañas tapando sus ojos azules como el color del cielo, los que con una solo mirada me causaban miles de sensaciones y me decían millones de cosas. Su cabello estaba algo alborotado aunque su cerquillo seguía ordenado. Yo se lo había peinado, hace unos momentos, sabía que a ella le molestaba tenerlo desordenado.

Seguí pensando en nuestra historia.
Haberle pedido que fuera mi novia fue unas de las pocas buenas decisiones que he tomado en mi vida. Tuve miedo a que me rechazara, ella se merecía a alguien mil veces mejor, me conocía perfectamente y sabía de todos mis constantes errores, pero de todas formas me acepto, haciéndome el hombre más feliz del mundo. Después con la llegada de los chicos, Peter y Harley, los que día a día deseaba que de verdad fueran mis hijos, esos niños son tan buenas personas y tan talentosos. Si algo me pasará, si muriera, podría hacerlo tranquilo porque sabía que el mundo del mañana, donde Morgan crecería, sería protegido por ellos. Y Morgan... Nuestra hija saco un lado de nosotros que ni nosotros mismos conocíamos. Había sido una bendición en nuestras vidas, tanta alegría nos ha brindado. Todos la ven y dicen que es igual a mi, pero al verla yo solo puedo ver a Pepper, la forma de cómo se para cuando estaba enojada o quiere conseguir algo, la forma de sonreír que me hace sentir feliz pase lo que pase, es igual a su madre.

Deseaba que esto solo hubiera sido un sueño.

Todos habían salido de la habitación donde hace un rato había nacido mi hijo dejándome solo. Ella seguía en la camilla y yo seguía allí llorando. 
Estaba sentado en una banca junto a su tranquilo cuerpo.
Cada vez que la miraba me sentí culpable, por lo que escondí mi rostro entre mis manos evitando verla. Yo solo quería que todos estuviéramos bien como antes. Una parte de mi solo quería tomarse miles botellas de alcohol hasta olvidar todo, pero no lo haría sabía que Pepper odiaba eso y que los niños me necesitaban.

Me sobresalte al sentir una mano sobre mi hombro.

—Tony... - el Capitán me miró a los ojos —Tranquilizate, esto no es tu culpa...

Sus palabras generaron el efecto contrario haciéndome soltar un gran sollozo y seguir llorando.
Steve se sentó junto a mí y pasó su mano por mis hombros, abrazándome hacia él, reconfortandome. Me deshice en lágrimas sobre el hombro del rubio.

—Quizás esto te alegre un poco, Stark... - soltó Steve. 

Sin entender levante mi mirada borrosa por el llanto y vi a Natasha entrar a la habitación con algo en sus brazos. Sequé mis ojos para poder ver mejor la escena. Traía a mi hijo. Con las pocas fuerzas que me quedaban me levanté y me acerque a la mujer.

El bebé dormía plácidamente, su cara denotaba tranquilidad. Obviamente no sabía todo lo que había acabado de pasar. Era diminuto, más pequeño que Morgan cuando nació. Con una seña Nat me indico que lo tomara y así lo hice. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al sentirlo tan cerca de mí y en mis brazos. El pequeño estaba envuelto en algunas mantas; la ropa que llevaba, le quedaba algo grande y ancha haciéndolo ver aún más pequeño. Era un conjunto celeste y amarillo pastel, el cual Pepper no había aguantado las ganas de comprar. Sonreí más ante el recuerdo. Ese días habíamos paseado horas por el centro comercial buscando el regalo de cumpleaños de Morgan, pero habíamos terminado comparando cosas para todos. 

Normal life - Pepperony - IronFamily [Terminada]Where stories live. Discover now