Llegada.

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22 de diciembre.

Estaba sentada en mi cama intentando leer, pero la carta de Camila aun me tenía pensando muchísimo, tanto así que no me podía concentrar en mi lectura.

Rogaba por perdón y aunque yo estaba muy dolida, jamás se lo podría negar.

Camila es...

Es Camz, es mi esposa, es mi vida, la luz de todo, ¿cómo podría yo negarle algo a esos ojitos marrones?

Suspiré.

Me exalté cuando la puerta se abrió de la nada.

—¡No hice nada! —Casi grité

—Hey, ya sé, no vengo a sedarte. —Rió Daniela cerrando la puerta

—¿Y cuál es la prisa entonces? Casi me matas

—Bueno, vengo en una misión que te pondrá muy contenta, pero me dejará un poco triste, sin embargo estoy tan feliz por ti.

Elevé mi ceja.

—¿No te haces idea?

—No, no sé, no me hago ideas, estoy aprendiendo a no ilusionarme con nada, así que dime ¿qué es lo que sucede?

—Jauregui, haz tus maletas que te vas de aquí.

Elevé mi otra ceja.

—¿Pensabas pasar navidad y año nuevo aquí?

Asentí.

—¿Estás cucú? Salgo en enero, déjame en paz, pésima broma, deberían sedarte.

—No seas tan amargada, es verdad, por órdenes del Castillo Real de Costa Luna, son órdenes de la máxima autoridad, no hay que negarlas, mira.

Me entregó un documento, firmado por mi esposa al final de la hoja.

—Falsificar firmas es falso.

—No me hagas insultarte y por favor haz tus maletas y ordena todo esto, ¿si?

Así lo hice, incrédula, ya tenía mis insultos preparados para cuando me dijera que era una broma.

—¿Usas estos calzones cuando estás con tu esposa? —Mostró algo bastante sexy

Se la quité de inmediato, metiéndola en la maleta, sonrojándome de inmediato. 

—Uy, que seria estás, deberías estar feliz, ¿o no quieres regresar?

—Creo que estas yendo muy lejos, las bromas tan pesadas no me gustan.

—Jauregui, te voy a insultar muy feo, deja esa actitud.

—Si resulta ser una broma, no de voy a dirigir la palabra nunca más, Daniela, ¿me oyes?

Rodó sus ojos y suspiró.

En veinte minutos ya estaba lista.

Tocaron la puerta.

—Adelante. —Daniela me miró, sonriente

Era Alex, muy bien vestido, como siempre.

—Buenas tardes, Lauren, ¿estás lista?

Asentí, incrédula.

—El auto nos espera, ¿nos vamos ya?

—S...si.

Él tomó mis maletas y se fue, miré a Daniela y la abracé, llorando un poco.

—Ay Lauren, espero no verte aquí nunca más, ¿me oyes? haz las cosas bien, mujer.

Tu Eres Mi Princesa 3 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora