Adiós.

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Lo intenté, claro que lo intenté, pero cuando comencé a creer que podía hacerlo, me di cuenta de que no podía.

Ahora si que estaba sola.

Chris, Tay y sus padres se fueron por dos semanas, Sofía se había ido con Josh a no se donde, Keana no estaba y Vero tuvo que viajar a Venezuela.

Estaba sola. No podía con toda esta mierda.

Lo intenté.

Pero no puedo.

Y lo lamento mucho.

Estaba en el balcón de mi habitación, corría viento y cada cierto tiempo yo me acercaba más al barandal, era una altura bastante alta de aquí al suelo y si caía me iba a morir si o si.

No sé como ni cuando, pero yo estaba sentada en el barandal, mis pies colgaban, hacía mucho frío.

15 de agosto estaba anotado en el papelito que dejé en mi mesa de noche, por si accidentalmente caía de la baranda hacia abajo.

¿Tenía miedo?

Si, un poco, de arrepentirme por el camino, de que en el lapso de mi caída recapacitara y quisiera vivir, pero sería muy tarde, ¿no?

Me comencé a balancear de atrás hacia adelante y sentí un destello de luz que llegó a mis ojos y me quedé ciega unos segundos.

Me caí.

Pero hacia atrás en los brazos de alguien.

Era un guardia, Rick creo que era su nombre, no lo recordaba muy bien.

Medía como dos metros y era puro músculo.

—¿Se encuentra bien? —Me dejó en la cama, más guardias entraron, seguido de Sofía y Josh.

No se habían ido.

Ellos vieron la nota en la cama.

Me preguntaron como estaba pero no respondí, luego la casa se llenó de gente y ahí estaba yo, llorando frente a Emily.

Estos días me había sentido como la mierda, peor que antes, peor que nunca. Cuanta mierda tengo que vivir.

Me quería morir.

Pero Emily insistía en que no era la solución. Porque tenía que luchar y salir adelante, pero yo quería morir y eso no lo entendían.

Creo que tendría que internarme, no lo sé.

Emily me dijo que toda esa energía que había recuperado no la estaba usando en cosas buenas, si no en darme más impulsos para suicidarme.

Que fuerte suena.

Tal vez un balazo sea más efectivo.

20 de agosto, pasé de 38 kilos a 40, no hay mucha diferencia, pero creo que de a poco me voy sintiendo más saludable.

Poquito a poquito.

Todos los días veo a Emily y estoy y converso con ella, envié cartas disculpándome con todos, por ser grosera cuando ellos querían acercarse a mi.

Nadie sabía del incidente del otro día.

Mi día comienza a las ocho de la mañana, desayuno y luego me doy una ducha y paso tiempo con las niñas, después salgo a dar una caminata sola, a veces con Sofía para luego regresar y estar con Emily, estoy al menos cuatro horas diarias con ella, me dijo que tenía que despejar mi mente y hacer otra cosa, pintar, escribir, cantar, hacer deporte o cualquier otra cosa.

Todavía no sabía que hacer, así que de momento dibujaba con mis hijas, quienes no dejaban de preguntar por su madre. Me alegraba poder ayudarles a mejorar su escritura, escriben lento pero seguro. Les encantan las matemáticas.

Llamé a la clínica, me dijeron que Lauren lo está haciendo bien y que pronto podrá salir al patio y tener tiempos sola, porque siempre hay alguien que la vigila, menos en el baño. Aun no pedía nada. 

Hasta hoy, recibí una carta.

Pero no era de ella, era de Daniela y pedía una guitarra, porque Lauren lo ha hablado mucho de tocar la guitarra y quiere aprender o algo así, entonces no tuve más remedio que poner mi guitarra favorita en su estuche y enviársela. Iba con una nota que decía:

"Espero que la disfrutes y te entretengas con ella"

Ahora, más que nunca quería recuperarme para ir a verla, necesitaba ver sus ojitos.

Yo la había perdonado, claro que si, pero Lauren tiene que saber que lo que hizo fue muy feo y...tendré que ponerme dura con ella los primeros días, no grosera ni nada, pero dura, no flaquear ante sus preciosos ojos, ante sus palabras.

Quería que me enamorara de nuevo, aunque ya lo estuviera, quería que me demostrara que sigo valiendo la pena.

Porque ella vale la pena para mi.

—¿En qué tanto piensas? —Emily me asustó, yo guardé mi diario de vida

—Nada, cosas mías. —Sonreí

Ella rió.

—Te ves feliz, ¿qué pasa?

Mis mejillas comenzaron a calentarse y supe que ella lo sabía cuando volvió a reír.

—Le envié una guitarra a Lauren, la estaba pidiendo, realmente espero que la disfrute —comenté

—Mira que bien, eso significa que quiere despejar su mente

Asentí.

—Pronto podrá tener tiempos sin vigilancia, eso le dará un respiro, a ella no le gusta que la controlen y allí debe sentirse muy encerrada. —Expliqué

—¿Es una chica difícil?

Asentí.

—Porque tiene su carácter y sus ideales, a Lauren no la puedes meter dentro de una caja cuadrada porque...Lauren simplemente rompe todos los esquemas, no entiende de protocolos ni de etiqueta porque es solo ella, por eso ha sido tan difícil que se adapte a lo que es...esta vida. —Miré mis manos

—¿Ella te ha dicho que le complica?

—No mucho, pero si sé que los tutores la estresan, que le gustaría aprender de otras maneras, eso antes de que...bueno, de que al menos me enterara de lo que hacía ella.

Emily desvió el tema. 

—Las tres, ¿almuerzo?

Asentí y nos fuimos a comer. Comí más que ayer y eso era un logro, tenía que tomar un par de medicamentos porque mi cuerpo había estado en un estado deplorable.

A eso de las seis comí un poco más y mi ultima comida fue a las ocho, luego de eso a acostar a las niñas y luego yo regresaba a la cama.

Esperaba que ahora si mi esfuerzo valiera la pena, todo para que ahora me pusiera bien y poder visitar a mi esposa.

La extraño tanto, ver sus ojos, su sonrisa, escucharla reír, sus abrazos, sus caricias, sus besos.

No sé como no he muerto sin ella. 

Me hace tanta falta.

Tu Eres Mi Princesa 3 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora