¿Cómo olvidar a una mujer?

443 32 0
                                    

19 de diciembre.

"Inmediatamente me llegaron las noticias de lo que te ocurrió.

¿Creíste que no me enteraría, Lauren?

¿Por qué insistes en seguir decepcionandonos a todos? 

¿Por qué tus comportamientos depresivos, casi suicidas?

Me preocupas Lauren, más de lo que piensas, todos queremos que salgas de allí, sin embargo no estás ayudando mucho que digamos.

Si pensabas que yo estaba enojada contigo, ahora lo estoy mucho más y ni creas que te vas a salvar de esta fácilmente, porque no tendré más compasión contigo, Jauregui. Y si tu decides seguir ocultándome cosas, si quieres seguir comportándote de esa manera, si quieres seguir dejándome ajena a lo que te sucede, sin siquiera escribir una carta, no te quejes luego, ¿si?

Recuerda, solo recuerda, que tienes dos hijas que te aman, que te necesitan y que tienes que hacerlas sentir orgullosas de tener una madre como tu, ¿lo entiendes?

Se despide, con una amarga sensación, Camila"

Contaba los días en mi calendario para el gran día.

—¿Ocurre algo? —Sentí la mano de Markus en mi hombro desnudo, solo cubierto por unos delgados tirantes de mi camiseta blanca

—No, no, aun me tengo que terminar de arreglar —rápidamente metí la carta bajo un libro—. No te sentí entrar

Miró el libro y suspiró.

—Toqué muchas veces y nadie abrió ni dio señales, pero veo que está ocupada, así que con su permiso.

Se iba marchando y lo sentí casi molesto.

—Espere, Markus. —Lo alcancé y tomé su brazo

Se quedó estático y primero giró un poco su cabeza sobre su hombro, luego giró.

—¿Si?

Vi como los músculos de su rostro se contraían y su mandíbula lucía como si pudiera cortar a alguien en trozos.

—¿Está usted bien? Puede...puede confiar en mi si le ocurre algo, lo noto algo...

—Si, estoy perfecto,  y muchas gracias, pero no me sucede nada, con permiso. —Se retiró y me quedé con la sensación de que algo iba mal

Y por alguna razón me sentí culpable.

Me puse mi blusa y la parte de arriba de mi traje azul oscuro, puse la carta en el sobre y fui en busca de Alex para que la enviara.

Anoté en mi cerebro recordar llamar a Daniela.

La situación de Lauren era preocupante.

Salí y Markus abrió la puerta del auto, se sentó a mi lado, sin embargo no cruzó palabra y tampoco lo hice yo. Camino a mi lado hasta el palacio y su rostro se mantuvo muy serio siempre.

—¿Pasa algo conmigo? —dije mientras caminaba hasta la biblioteca en busca de unos archivos

Me miró, serio.

—No, es una estupidez.

—Para ser una estupidez está usted muy serio y amargado, ¿puedo hacer algo para remediar eso?

Vi como entre la tensión de sus músculos faciales, su comisura se levantaba. Sonreí y él rió, negando.

—No, nada.

—¿Seguro? —Tomé su mano

Él bajó su mirada, su mano grande y tosca acompañada de un lindo reloj apretó la mía suavemente.

—¿Por qué insiste usted tanto en querer ayudarme con un problema minúsculo y, reitero, estúpido?

—Porque es usted mi guardaespaldas y no voy a permitir que tenga esa cara de ataúd todo el día, porque si mal no recuerdo, está casi todo el día junto a mi y no es grato tener a alguien que no sonríe.

—Pero yo siempre sonrío.

—Claro, menos hoy, no sé que le ha ocurrido para que tenga usted esa cara.

Negó y abrió la puerta de la biblioteca, dejándome entrar, caminé adelantada y sentí como cerraba la puerta mientras yo caminaba entre las gigantes estanterías.

—En realidad, si hay algo que usted podría hacer...por mi. —Casi susurró, poniendo su mano en mi hombro que parecía tan pequeño bajo su mano tan grande

—Dígame entonces, ¿en qué podría yo ayudarlo? —dije sin darme vuelta

Se quedó en silencio, entonces giré. Markus solo me miraba.

—¿Está todo bien? le he dicho que me diga en que puedo yo ayudarle.

—¿Cómo podría yo olvidar a una mujer que no me ama?

—Lamento informarle que en eso yo no le puedo ayudar, nunca he olvidado a una, nunca he querido olvidar a una, eso significaría olvidar a mi esposa, ¿por qué querría yo olvidar a mi esposa?

Apretó sus ojos.

—Entiendo, es una pena que no pueda tener un consejo.

Sonreí.

—¿Qué esa mujer no lo ame no es una pena más grande?

—Tal vez, sin embargo creo que ya la estoy olvidando, o al menos, estoy dejando de sentir cosas por ella.

—¿Cuál era su nombre?

—Eso no ayuda.

—Lo lamento, Markus.

Caminé en silencio con él detrás.

—Etienne, era casada.

—Usted parece muy joven para una mujer casada.

—Tengo 28, ella tenía 25.

—Ya veo, ¿tenía hijos?

—No, no los tenía, pero quería.

—Hay muchas mujeres allí afuera que querrían estar con un hombre como usted, es divertido en todo caso, que yo diga esto.

—¿Por qué?

—Porque aunque hayan muchas mujeres allí afuera, yo no querría estar con ninguna otra mujer que no fuera...

—¿A qué vinimos, si no le importa la interrupción? —Tocó su mentón con su dedo índice y luego miró su reloj

—A...buscar unos documentos.

Entendía que, tal vez, a Markus le molestaba que hablara de Lauren, porque aun no se sentía preparado para ser mi confidente.

Y lo entendía muy bien.

Tu Eres Mi Princesa 3 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora