A solas.

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18 de noviembre.

El mundo se vestía de negro ante la pérdida de mi esposa, ahí me di cuenta de lo mucho que la querían, que de verdad ella era un modelo a seguir de muchas personas, adultas, jóvenes, adolescentes, niños, todos querían ser tan buenos, compasivos, humildes, empáticos e inteligentes como ella.

Me tocaba la parte más compleja, recibir miradas de pena, abrazos y condolencias, también tener que vestirla.

Era solo ella y yo en esa habitación llena de flores, había ropa allí, ella estaba en una lata fría arriba de una mesa, cubierta con una manta plástica azul.

—Yo nunca pensé que estaríamos en una situación así. —Tenía la esperanza de que ella me escuchara

Obviamente no lo haría.

Bajé la manta y a vi, iba en ropa interior, cubrí mi boca con una mano, no podía creerlo.

Su cuerpo estaba casi azul, propio de los muertos, toqué su mejilla, ya no estaban coloradas.

—Mi amor —susurré.

Me daba escalofríos verla así.

—Voy a hacer que estés orgullosa de mi, espero hacer mi trabajo bien, daré todo de mi, ya verás que si. —Acaricié su cabello, metí mis manos en el y lo acomodé

Quité toda la manta, ella estaba muy blanca, acaricié sus piernas en un intento de brindarles calor, fue inútil.

—¿Recordarás ya en el cielo cuanto te gustaba que te besara la barriga? —Acaricié cerca de su ombligo y besé brevemente esa zona

Esperaba que riera como solía hacerlo, pero eso no sucedió.

—Nada será igual si tu no estás aquí, Camz, nada será lo mismo, ni siquiera yo, todo es tan raro, saber que nunca podrás escucharme, que no podrás verme, que no podré sentir tus carcajadas, tu aroma, cometí el error de no decirte cuanto te amaba cuando tuve la oportunidad, no fui capaz de hacer las cosas bien, de ser alguien a tu altura, todo lo hice mal y es algo de lo que me voy a arrepentir toda mi vida, Camz, sé que no me escuchas y que todo lo que diga sera en vano porque nadie más puede entender estas palabras de perdón, solo tu y tu ya no estás.

Mis lágrimas no cesaban, tomé un banco y me senté a su lado, tomé su mano y la puse entre las mías.

—No creo que vuelva a sonreír nunca más, ¿sabes? tu eras todo para mi, mi mejor amiga, mi compañera, mi confidente, eras mi amante, en la cama mi enemiga cuando roncaba, mi novia, mi esposa, la mujer que ha estado siempre para mi, quien me ha tenido que jalar de la oreja cuando es necesario, quien dijo todo lo que le molestaba de mi de cara, pero me cuidabas y defendías a mi espaldas, quien me amó incondicionalmente, hiciese lo que hiciese y yo no pude regresarte ni una pequeña parte de lo que hiciste por mi, fui una mala persona, una mal agradecida, una egoísta, siempre pensando en mi propio dolor, yo no pude ni siquiera ver que tu sufrías, que tu estabas peor que yo, pero que lo ocultabas con una sonrisa y un "estoy bien"

Con mi pulgar acariciaba su mano.

—Me duele saber que ya no estás aquí, que no vas a regresar, ya no estarás ahí para amarme, pero yo siempre lo haré, estés donde estés. Yo no podré besarte de esa manera lenta y tan romántica que a ambas nos encantaba, no podré abrazarte y sentir tu calor en mi cuerpo, no podré hacerte cosquillas y sentir tus carcajadas y patadas, no podré sostener tu mano entre la mía, sintiendo compañía y bienestar, pero sobretodo apoyo, no podré acariciar tu cabello ni enredar mis dedos en el, no podré apreciar la ternura de tus grandes y redondos ojos marrones que me quitaban el sueño y que me decían cuanto me amaban sin siquiera tu tener que hablar, no podré nunca más hacerte el amor y sentir tu cuerpo caliente y húmedo contra el mío, ver tu piel sonrojada, tus ojos brillantes ni tu pelo desordenado al terminar por complacer el deseo de nuestros cuerpos, no podré acostarme a tu lado y ver como tus pechos suben y bajan con rapidez hasta calmarse, ni acariciar tus hombros, no podré recorrer tu cuerpo con mi boca, no podré sentir la emoción que sentía cada vez que me tocaba desnudarte, no podré nunca más sostenerte entre mis brazos cada noche para que te acurruques en mi pecho, no podré despertar a tu lado, ni acompañarte a la ducha, no podré prepararte el desayuno por la mañana ni la cena por la noche, no podré sentarme contigo en la alfombra, no podré escucharte hablar de esas cosas tan inteligentes que me decías y que muchas veces no entendía, pero que siempre escuchaba con atención, no podré nunca más escucharte llamarme Lolo, o amor, cielo, cariño, bebé o Lern, no podré sentir tus manos acariciando mi rostro luego de un beso, no podré sentirte aquí porque sé que no estarás nunca más y eso me recordará amargamente que cuando te tuve no te valoré, que cuando tu querías yo no podía, pero que cuando yo quiera ya será demasiado tarde porque tu ya no podrás.

Tu Eres Mi Princesa 3 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora