Actúa.

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20 de septiembre. 20:00

Carta leída entre mis manos, lágrimas rodando lentamente por mi caliente rostro.

No me encontraba tan diferente a Lauren en estos momentos. Sola, con necesidad de calor y compañía.

Pero no había nadie.

Estaba sola y ni siquiera sabía si estaba conmigo misma. Las niñas durmiendo, Sofía en las mismas, el resto era un fantasma que ya ni siquiera deambulaba por los pasillos.

Salí de mi despacho y caminé a mi habitación. Tomé una maleta y metí ropa de Lauren. Pijamas, buzos (que es el uniforme que usan allí) y ropa interior.

Metí una caja de puzzles de solo 200 piezas para que ella empezara. También metí un libro sobre guitarras y un diario de vida nuevo entre otras cosas. 

Metí el chocolate en una bolsa de papel muy bonita y metí ahí también a Nala.

Pedí a Alex que me acompañara. Nos metimos al auto y el chofer manejó hasta la clínica.

Salimos con cuidado, yo iba en pijama y zapatillas, nada elegante. Entramos y sin ningún problema pasamos a la habitación de Lauren. Alex esperó a fuera y dijo que la saludaría en otro momento. Yo entré sin tocar y me encontré a Daniela.

Ella me sonrió y señaló la puerta del baño y luego se fue.

Lauren no tardó en salir. Su rostro cambió de seriedad total a una felicidad inmensa.

Le sonreí levemente de vuelta.

Apresuró su paso y me besó la mejilla abrazandome fuertemente.

—Y...ya es tarde, no creí que vinieras tan pronto desde el...ya sabes, el otro día. —Tomó su cabello en una alta coleta

Estaba nerviosa, la conocía.

—Tenía ganas de venir.

Ella sonrió.

Se sentó en la cama y yo encendí solo la lámpara en su mesa de noche. Estaba sonrojada.

—¿Tienes fiebre?

Negó.

—Es que está calentito aquí, por eso. —Señaló el calentador

—Oh, ya veo, ¿lo tienes al máximo?

—No, no, Daniela lo bajó un poco, es que hace rato esto parecía un témpano, muy frío.

Sonreí.

—En casa está igual.

—¿Te estás quedando en casa?

Negué.

—Me refería al castillo. —Me puse de pié y acerqué la maleta

—¿Qué traes ahí? —Elevó su mirada

—Ropa, trae pijamas, buzos, ropa interior.

—Muchas gracias, ya lo necesitaba.

—No pasa nada, es que nadie me había avisado si tenías ropa nueva o no y...—me elevé de hombros—. Creí que sería buena idea

Me sonrió tiernamente.

Mi corazón latía como loco, me derretía por ella.

Como quiero acurrucarme entre sus brazos mientras me da suaves besitos en el cuello y en la oreja.

Llego a estremecerme por recordar las sensaciones.

—¿Tienes frío? si quieres puedo subir...—Iba a ponerse de pie pero puse mi mano en su pierna

Tu Eres Mi Princesa 3 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora