237. Confiaste en mí

1.5K 234 42
                                    

Emmanuel

Una llave automática, sirve para estacionamientos privados, pero las gemelas no tienen vehículos. Miro el collar que le regalé a Adde y repito en mi mente lo que dijo Tyrone.

"Adelaine no tira las cosas".

Ato los cabos sueltos, es evidente que es una pista. Ella me dejó una pista. Sabía que se lo preguntaría a él y luego hallaría esta llave.

Adelaine pensó en todo, confiando en que la encontraría. Voy tarde, pero ya te entendí Adde, voy por ti.

Salgo corriendo y me acerco hasta Tyrone, que está en la cocina merendando.

—Dime, ¿Sabes dónde están los estacionamientos de la familia Trinity?

Evita morder su tostada y me observa raro.

—¿Qué? Esa cosa está más que abandonada.

—Eso quiere decir que lo sabés, dímelo, rápido —insisto.

—Que insoportable, si te lo digo ¿te largas? —expresa irritado.

—Obvio que sí ¡Rápido, rápido!

Bufa, agarra un papel y lápiz, escribe unas cuantas líneas, mientras aprovecha a morder su tostada. Sin mirarme, me entrega la nota y continúa con su merienda. La ama de llaves me abré y salgo corriendo.

Llegó al estacionamiento en menos de lo pensado y busco el galpón correcto. Camino mirando los números de la llave automática y cuando veo la persiana que se indica, sonrío.

Rápidamente abro la puerta y entro al lugar que está completamente oscuro.

—¿Adde? ¿Estás aquí?

Miro a todas partes, no veo nada ¿Funcionará la luz? Presiono las perillas pero parece que hace tiempo no se encienden. Me percato al oír un llanto y me pongo alerta. Avanzo rápido y la visualizo tirada en el suelo abrazándose a sí misma. Hay un plato de comida a su lado, pero está intacto. Me acerco hasta ella y la vuelvo a llamar.

—¿Adelaine?

Gira lentamente su vista hacia mí y me observa por entre medio de sus dedos, ya que se cubre la cara con sus manos, las cuales baja despacio al verme y se inclina a mirarme. Sus ojos están rojos de tanto llorar.

—¿Emma? —cuando ya estoy a su altura, de manera veloz me abraza —sácame... sácame de aquí.

—A eso vine —rápidamente la levanto entres mis brazos y me apuro a salir —¡Ya está, ya estamos afuera! —le aviso cuando cruzamos la puerta.

—Gracias —sonríe y luego cierra los ojos cansada.

Acaricio su mejilla aliviado.

—No ha sido nada, confiaste en mí y te encontré.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora