208. Quiero el divorcio

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Tyrone

Miro a un lado y otro, todos rezando, mientras yo me ahogo con este smoking. El cura anda recitando su palabra y yo que sé que más.

Maldigo los momentos en los que a papá se le ocurre traerme a la iglesia, son pocos pero irritantes.

Supongo que iré al infierno, no sólo por ser gay, sino también por blasfemar. Lo sé, quieren lavarme el cerebro otra vez.

Creo que necesito otra religión.

Bufo por tercera vez y mi padre me mira de mala manera.

—Expia tus pecados y deja de haraganear.

—¿Tengo que hacerlo? —exclamo sin mucha gana.

—Sí, no me hagas repetirlo.

Miro hacia adelante y cierro los ojos. Esto es patético. Si hay un Dios ahí, creo que debería ser justo, así que si estás allí arriba, quiero decirte que no me gustan tus leyes, cambialas.

Creo que me fui de tema. Perdón por ser gay y bla, bla, bla. Maldito pecado y yo que sé que más. Ah no, eso es blasfemar.

—Amén —expreso a lo bajo y me levanto de mi silla.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta mi madre.

—Voy al baño —la única excusa que me salva.

—¡Comprame una gaseosa! —dice alegre Nayeli y mamá la mira mal deja de agitar su mano —estoy rezando, estoy rezando —se ríe bajito lo que provoca que yo sonría.

Le hago una señal para demostrar que le traeré la bebida que pidió y mi hermana antes de que salga agita la mano saludando a escondidas, para que nuestros padres no se den cuenta, mientras intenta no reír.

Compro una Coca y luego marco en mi teléfono el número de Gregor.

—¿Dónde estás?

—¿Acaso soy tu esposa que me estás controlando? —responde irritado del otro lado de la línea.

—Con ese desplante parece que sí —me río.

—Lo siento cariño, pero quiero el divorcio —bromea conmigo.

—¿Pero podemos arreglarlo? —sigo jugando.

—Ya basta, esto se está volviendo demasiado gay, dime qué quieres —ríe.

—Me aburro.

—¿Y qué quieres que haga?

—¡Que me saques de esta maldita iglesia! —. Un hombre me mira mal por aumentar la voz y bajo el tono —¿Vas a ayudarme o no?

—Dejame que revisé mi agenda, ah ¿Ayudar a Tyrone? No, no hay nadie con ese nombre.

—Estás de broma ¿cierto? Ahora sí quiero el divorcio.

—Habla con mi abogado —se ríe —. Bueno basta, veré que puedo hacer, lo que pasá es que estoy ocupado, hay gente en casa.

—Yo sabía que todavía me amabas —sigo bromeando.

—Lo siento, te estoy engañando, vas a tener que buscarte a otra.

—Yo sabía que me engañabas con Dan, su enemistad era falsa.

—No te lo quería contar pero sí, por eso lo voy a asesinar pronto —se pone serio.

—Ah ya sé de dónde viene tu malhumor, hoy es esa cita ¿cierto?

—No me lo recuerdes, Lía está más metida en vengarse que en querer escucharme. Me irrita demasiado —bufa.

—No sufras cariño, mírame yo no sufro.

—Tu buen humor se debe a que sabés que ya no te sientes tan vigilado y tienes la necesidad de coquetearle a tu Copito. Estás en modo romántico.

—Yo no estoy en modo romántico —frunzo el ceño.

—Díselo a tu buen humor —repite.

—Cállate, estúpido.

—No seas terco.

—¿Vas a venir o no?

—Estoy en eso —hace una pausa —. Te tengo que cortar ahora.

—Como sea —cuelgo yo.

Vuelvo a la sala, le doy la botella a mi hermana y regreso a aburrirme en el banco de aquella iglesia.

Los gemelos Channyحيث تعيش القصص. اكتشف الآن