85. Siempre estaré aquí

3.5K 427 104
                                    

Heinz

Estoy alegre y feliz, escucho una música desde mi celular y entro a mi casa con una sonrisa. Me doy cuenta que la luz del living está apagada y la enciendo. Me sobresalto cuando visualizo a Bruno sentado en el sillón observándome. Quieto ahí, da escalofríos.

—¡Dios! Me diste un susto... —exclamo ante la reacción que tuve y apoyo la mochila en el suelo.

—¿Por qué estás tan feliz? —dice molesto, mientras que apago la música de mi teléfono y luego lo guardo —¿sucedió algo interesante?

—Na... Nada... Sólo me sentí vivo —sonrío y camino hasta la cocina a buscar algo de comer. Cuando me giro está detrás de mí —eres flash... —río nervioso.

Entrecierra los ojos, se cruza de brazos y apoya su espalda en el borde de la puerta de la cocina. Luego sonríe y me observa con esa mirada que causa escalofríos desde que fingió su muerte. Puedo notar que se ha comprado los lentes de contacto azules, eso me pone peor, ahora sí puedo ver "mi rostro" observandome.

—Que bueno... —tarda en contestarme —es bueno revivir por un momento... —se me acerca y me saca las galletas que agarre con anterioridad. Saca una del envoltorio y la muerde —te fuí a ver hoy... —apoya el paquete en la mesada y vuelve a mirarme —te me escapaste...

—No te vi... —miro hacia un costado.

—Te extrañe —camina en mi dirección y me abraza.

—¿Qué hacías en mi colegio? —muevo mi rostro cuando acerca el suyo —¿y tus clases?

Frunce el ceño.

—¿No querías verme?

Ciertamente el único lugar donde puedo respirar es en la escuela ¿y tiene que aparecer?

—No es eso...

—¿Qué tiene ese Noah? —dice de repente y vuelvo a mirarlo. Mala opción, ya que no se ha movido ni un centímetro, y aprovecha para robarme un beso —¿qué tiene de especial?

Me aparto.

—No sé de qué hablas... —giro mi vista a un costado otra vez.

—Pareciera que Tyrone y tú andan embobados por ese chico... —opina.

—Estás imaginando cosas...

Oigo el sonido de un cubierto y veo que Bruno tiene el cuchillo en la mano, mis ojos se abren en grande.

—¿Qué haces?

—Estás mintiendo... —se corta y presiona el arma afilada en su muñeca, veo la sangre caer entonces reacciono.

Rápido agarro el cuchillo, quitándoselo y tirándolo al suelo, para luego agarrar muchas servilletas y cubrir la hemorragia antes que empeoré.

—¡No hagas eso! —le recrimino y veo que se marea así que lo atajo —¡Le diré a mamá! —amenazo cuando estamos agachados en el suelo.

Sonríe con malicia y levanta su mano sana, apoyandola en una de mis mejillas. Se acerca a mi rostro y susurra.

—Y de paso dile que nos acostamos... —me sonrojo y retrocedo. Entonces se ríe —cobarde... Qué vergüenza ¿no?

Bajo la vista y me levanto del suelo despacio.

—I... Iré a buscar una gasa, quedate aquí...

—Yo siempre estaré aquí —se mantiene alegre —esperándote...

Me alejo rápidamente, intentando ignorar su acotación. O al menos, es lo que intento siempre. Él debería ir al manicomio, pero voy a tener que ir yo.

Los gemelos ChannyWhere stories live. Discover now