127. El final de los problemas

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Lía

¿Quién diría que Gregor fue el único que vió a Bruno salir de la escuela? Después de todo, fue el que se quedó en el patio.

Pero...

—¡¿Por qué se lo dijiste primero a Tyrone?! —lo reprendo.

—Es obvio, es su amigo —responde Heinz.

—¡Ha dejado de llamarme traidor! —levanta dos dedos de cada mano, muy feliz el castaño, alías mi novio.

—¿La pregunta es por qué estamos todos reunidos en la casa de Heinz? —pregunta Noah de manera inocente.

—¡No, la pregunta es! —señalo a María poniéndome furiosa —¡¿Qué hace ella aquí?!

—Ah es que le dije la verdad —hace una risita mi hermano.

—Oh estoy impresionada —expresa la rubia tomándose un jugo de naranja —te queda muy bonita la peluca, Noah —opina.

—Gracias... —dice avergonzado.

—Acabamos de salir del colegio, por eso aún seguimos con la ropa del otro, no te emociones —le aclaro a María —en lo que a mi respecta, eres una traidora, me tiraste los cuernos —agito el puño —¡Yo que sacrifique mis labios por ustedes y así sin más se arreglan! —muevo la cabeza —que decepción... Traidora.

—Este es un momento lésbico, en su máxima potencia —se burla Gregor y le pego un codazo —¡Auch! Malvada, ¿Así tratas a tu novio? —se ríe.

—¡Cállate, estúpido! —le grito.

—Ustedes me aburren más que ver un documental —opina Dan y también se toma su jugo —pero ya que no me interesa estar en mi casa y esto es gratis, me lo aguantaré —sonríe.

—¡¿Quién te invito?! —le grito.

—Yo solito vine, chica bruta.

El papá de Heinz se acerca alegre y levanta una taza.

—Encontré un vaso más, ¿A quién le faltaba?

—Yo —levanta la mano su hijo —pero no hacía falta, gracias —lo agarra.

—Que todos estén aquí, esperando noticias, me alegra, se nota la amistad —opina el padre y vuelve a la cocina a ver la tele, para mirar un partido en el que estaba concentrado, antes de buscar el vaso.

—Y pensar que esto es un plan maquiavélico —comento y me río de manera malvada.

—Sigue sin gustarme —opina la pareja de mi hermano.

—¡Pero si Tyrone se arregla con Bruno, y aunque me encantan los pantalones, ya no tendré que vestirme de Noah y él tampoco de mí, porque ya estará ocupado con otros asuntos, será el final de todos nuestros problemas! —exclamo demasiado animada.

—No sé si Bruno lo perdone... —se sirve jugo.

—Bueno, pero si lo hace, al fin tendré a mi novia en falda —Gregor me guiña el ojo y apoya su mano en el respaldo de mi silla.

—¡Calla! —me sonrojo.

—¿Y si no es así...? —exclama con malicia Dan y vuelve a tomar otro sorbo de su vaso.

—No seas pesimista —expresa Noah triste.

—No es pesimismo, es realismo, pero puede que me equivoqué ¿no?

Por más que no quiera admitirlo, Dan tiene razón. Además, este es un plan de Tyrone y esos no son buenos. Mejor, sólo hay que esperar, el destino lo dirá.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora