165. Absurdos del aula

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Tyrone

Esta noche hay una fiesta de disfraces en el gimnasio y todo el mundo haciendo ruidos molestos, corriendo, arreglando cosas. Esto es tan absurdo y aburrido, tanto que vomitare.

Me subo la cremallera de mi pantalón y Adelaine baja de la mesa en dónde me la follé. Se acomoda la ropa y sonríe.

—Es bueno hacer ejercicios de vez en cuando, aunque me gusta cambiar un poco —abre la puerta y la sigo.

Salimos del aula vacía, la cual casi nunca se usa, y caminamos por los pasillos de la escuela.

—Estabas distraída hoy —le digo mientras ella enciende un cigarrillo.

—¿Cómo se llama el amigo de Bruno? —pregunta de repente.

—Cabeza de antorcha —bromeo y me pega un codazo —Emmanuel, maldita seas —me sobo el brazo.

—Mm está guapo, Emma ¿no?

—Yo que sé, no es mi tipo —opino y ella se ríe.

—Cierto, a ti te gustan las nenitas, esas que lloran como bebés —luego cambia de tema —hey ¿Qué hay de tu amigo Dan?

—¿Qué hay con qué? —levanto una ceja.

—Está loco ¿no? —se ríe —me parecio muy divertido lo que hizo la otra vez.

—Olvídate de Dan, está en el tercer mundo últimamente.

Desde que su madre le regalo ese libro, no hace más que mirarlo, tirarlo y volver a agarrarlo.

Demasiado absurdo.

Ya al atardecer, el director mando a las aulas varios baúles con disfraces. Es muy feliz ese hombre. Otro estúpido más a la lista de adultos incompetentes.

—¿Y qué te vas a poner? —se ríe Gregor y se coloca un gorro de mosquetero —no logro imaginarte disfrazado —mueve la fina espada —me siento de otra época.

—Te ves muy bien —opina Adelaine que se acomoda unos cuernos de demonio en la cabeza —hasta podría besarte como aquella vez ¿recuerdas?

—Vomitaré —aclara el castaño y yo hago una carcajada.

Miro a Dan que sigue observando su libro, ignorando el disfraz de parca que le dejaron sobre su pupitre. Aunque también las chicas le acercaron un traje blanco de capitán de la marina.

Pobres ingenuas.

Giro a ver a Copito y esté se sobresalta al percatarse que lo descubrí mirándome.

—Se arruinó tu fiesta —le digo —el director entrometido invitó a todo el mundo.

Sonríe.

—Será tan grande que por suerte no veré tu horrible cara.

—Me alegra, porque tampoco quiero ver la tuya —miento.

Frunce el ceño y mira a Noah que está sentado al lado suyo dibujando.

—¿Sabes qué?

Levanta la cabeza el rubio y sonríe.

—¿Qué?

—Le diré a Emma que se disfrace de doctor —luego vuelve a observarme alegre —así me inyecta su jeringa.

La Nenaza se sonroja y baja la vista.

—No me gustan esas indirectas —expresa tímido.

Me titila el ojo, ¿Doctor? ¿Inyecta? Presiono los dientes y miro hacia adelante.

—¡¡Gregor!! —llamo a mi amigo.

—¿Sí? —no quiere acercarse mucho ya que desprendo ira por todo mi ser.

—Dame un cigarrillo —alzo mi mano.

—Pero tú ya no fumas... —expresa nervioso.

—¡¡Que me lo des!! —golpeo la mesa y se sobresalta.

—No —dice firme y pateo la mesa, la cual cae al suelo haciendo un gran ruido.

Me levanto del asiento y me pongo delante de él.

—¿Acaso me estás cuestionando?

—No, te estoy cuidando.

—Toma —alza un cigarro Adelaine metiéndose en la conversación pero Gregor se lo quita —¡Ay! Que malo —se ríe.

—Nadie te llamo —le dice el castaño y la suelta.

—Cierto, yo me invite sóla.

—¿Qué están haciendo? ¿Discutiendo por un cigarro? Que absurdo —opina Dan acercándose.

—Hola guapo, ¿Cómo está tu mano? —le pregunta la rubia y se apoya en su hombro.

—Como cualquier mano, escribe.

Los gemelos ChannyWhere stories live. Discover now