Capítulo 8: Elegancia de Audrey.

Magsimula sa umpisa
                                    

La sonrisa de Louis se hizo más amplia, lo que envalentonó a la mujer para darle un beso en el cuello antes de levantarse en el momento justo, como inspirada por un ente divino que le tenía especial aprecio. Así, justo cuando ella se encontraba de pie junto a él, se abrió la puerta que daba al despacho del director del colegio. Una de muchas.

El director Fitz, un hombre entrado en años de piel oscura que me recordaba mucho a la de Zayn, hizo un gesto con la cabeza invitándolos a pasar. Su expresión se volvió mucho menos dura cuando sus ojos pasaron de los del hombre a los de la mujer. No esperaba la visita femenina; lo cual parecía agradarle. Seguramente esperara una especie de pelea de gallos con Louis. Estaría más que acostumbrado a enfrentarse a aquel antiguo muchacho bajo que luchaba contra el mundo con una ferocidad desconocida en nadie, excepto en él. Eri sonrió para sus adentros, reconociendo que debía ser extremadamente complicado trabajar con Louis.

Ella se giró un poco para comprobar que él la seguía y, cuando sintió sus pasos detrás de sí, se irguió cuan larga era (y cuan sus tacones la alzaban del suelo) y se metió en el gran despacho.

Recordaba perfectamente la última vez que había estado allí... y por qué había estado. La razón principal (la única, en realidad) había sido Tommy en su cambio de actitud. Y era por eso, precisamente, por lo que el director del instituto se mostraba extrañado de que la pareja se hubiera dejado caer por allí.

-¿Es que Thomas ha hecho algo más?

Hacía tiempo, ese "más" les habría resultado a los Tomlinson algo terriblemente ofensivo. Sería cosa del apellido, pues el caso era que los dos tenían un orgullo que se hería con facilidad, y que casi nadie podía controlar en el caso de querer hacer daño pero no querer herir aquel ego de estrellas. Eri era peor que Louis en este aspecto; Louis se sabía con poder, porque había nacido con ese nombre (bueno, casi), había crecido con él y manejaba a la perfección todo lo que éste implicaba. Eri, no. Eri sabía que la misma facilidad con que se había ganado ese nombre y el respeto que éste conllevaba, podría perderlo. No porque Louis fuera a dejarla (algo posible pero improbable), sino porque sentía que, si se aferraba demasiado al poder de aquel apellido que tanta gente había deseado y sólo una entre millones y millones había conseguido, ese poder desaparecería, y regresaría a la fuente originaria. Sabía que si tenía peso en la sociedad, ya no era por aquellos logros del pasado, aquel disco preparado que en realidad apenas vio la luz, aquella gala en la que fue la estrella más brillante... sino la boda en que pasó de ser una mujer soltera a una mujer casada.

-No estamos aquí por nuestro hijo-respondió Eri, sabiendo que en la garganta de Louis estaba surgiendo una nueva respuesta condescendiente, respuesta que no se podían permitir aquí. El director Fitz miró confundido a su empleado, y luego volvió los ojos a su ex empleada... mucho más bonita.

-¿Y en qué puedo ayudarles?

Eri miró a Louis, que bajó la vista hacia sus pies un momento, y luego contempló a su esposa. Asintió imperceptiblemente con la cabeza. Una bola de fuego ardía en el pecho de la mujer, que luchó por hacer que, bajo ningún concepto, iluminara sus mejillas. Aquello era una partida de póquer, la más importante de las que había librado hasta la fecha.

-Necesitaríamos saber si habría sitio en el instituto para una estudiante más.

Los ojos del señor Fitz bajaron derechos al vientre de la mujer, que negó con la cabeza. Louis se irguió en su silla. Si vuelves a mirarla así, te mataré, ladraba con los ojos. Eri posó una mano en las suyas y le acarició despacio la muñeca.

-No creo que sea para ahora, señora Tomlinson.

Eri se echó a reír, negando con la cabeza y haciendo que sus rizos le arrancaran brillos de dulce chocolate al sol.

Chasing the stars [#1]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon