Capítulo 27: La leyenda del Camino del Cielo.

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Sólo quería que no dejara de acariciarme la espalda, arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo, una y otra vez, con la punta del pulgar, tan suave que apenas podía sentirlo, tan fuerte que me era imposible no pelear con todo mi ser por no arquearme y seguir el curso de sus manos por encima de mi piel, pegándome todavía más a él.

Me incorporé para mirarlo, y me encontré con aquellos ojos azulísimos que, hacía apenas unos minutos, se habían cerrado mientras íbamos juntos al cielo.

-¿En qué piensas?-pregunté, sabiendo en cuanto esas palabras escaparon de mis labios que me iba a arrepentir de haberlo hecho. Todos y cada uno de los tíos con los que me había acostado habían contestado lo mismo: "en lo que nos convierte esto", con lo que yo siempre tenía que sumirme en la misma conversación, intentando explicarles que no era suya ni iba a serlo nunca, que no les ponía en una posición privilegiada en mi vida. Sólo era sexo, sólo era disfrutar. No buscaba nada más de ellos.

Ni siquiera lo buscaba en él.

-En que he metido la pata hasta el fondo.

Me eché a reír. Vale, puede que él no fuera como el resto de tíos con los que había estado.

-Yo creo que has metido otra cosa hasta el fondo-susurré, inclinándome y besándolo en los labios, sintiendo mi propio sabor en su boca y notando cómo volvía a encenderme al darme cuenta de lo cerca que estábamos, casi fundiéndonos el uno con el otro.

Dibujó una sonrisa mientras me devolvía el beso.

-Esto ha estado fatal, Didi.

Sí, llámame así.

-Esto ha estado muchas cosas, pero "fatal"... no creo que sea uno de los adjetivos que usaría para describirlo.

Bajé por debajo de su cuello, besándole el mentón, dándome cuenta de que quería más de mi inglés, y de que no pararía hasta conseguirlo.

-No hagas eso-dijo, cogiéndome de la muñeca y tirando de mí hacia atrás. Bastó para que yo me apartara un poco, pero no lo suficiente como para neutralizar mis efectos sobre él. Me incorporé un poco, mirándolo desde arriba, y me regocijé en cómo sus ojos bajaban continuamente hasta mi pecho, para subir luego, sus mejillas poniéndose cada vez más y más rojas por la rabia que seguramente le causaba no saber, o no poder, controlarse.

-¿Por qué?-ronroneé, moviendo despacio las caderas arriba y abajo, exactamente como había hecho cuando entró en mí.

Sentí cómo se endurecía entre mis muslos, lo cual desató una tempestad en mi interior. Pero era una tempestad diferente, cálida, la que solía despertar en mí cada vez que había una fiesta y alguien especialmente guapo se cruzaba en mi camino.

-Porque mis padre están a punto de venir, somos como de la familia, casi primos, y si sigues, voy a necesitar tenerte otra vez.

Le acaricié el pecho; tenía una ligera pelusilla. Aunque me gustaban más bien depilados, no me importó. Nunca había estado con un inglés, así que, ¿por qué no probar más cosas nuevas? Su dureza aumentaba por momentos.

-Siempre me he asentido un poco atraída por la idea del incesto, si te soy sincera-murmuré, inclinándome de nuevo hacia él, que comenzó a temblar. Su cuerpo quería eso, pero su mente le decía que no debía volver a tocarme, que había sido un error, el mejor error de su vida, pero un error al fin y al cabo-. Pero que seamos "como" de la familia no hace que esto esté mal. Me he follado a un montón de amigos a los que consideraría "como" de la familia. "Casi" primos. Y ese casi, y ese como, han sido lo que terminaron haciendo que me corriese con ellos igual que lo he hecho contigo.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora