Capítulo 29: Colibríes de todos los colores.

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Tendría que haberme imaginado que Scott vendría a por mí.

-¿Por qué no hablas por el grupo?-espetó, abriendo la puerta y dándole una patada para cerrarla. Ya que íbamos a tener una discusión matrimonial, por lo menos tenía la delicadeza de dejarla cerrada.

-No tengo nada que decir-me defendí, encogiéndome de hombros y siguiendo con la vista fija en el techo. No iba a darle el gusto de mirarlo. Sabía que, si lo hacía, ganaría él, y no podía permitirme eso.

-Yo sí que tengo cosas que decir. Para empezar, sobre esa ropa. ¿Vas a ir así a la fiesta?

-No voy a ir a la puta fiesta-gruñí, tapándome un poco más con la manta, a pesar de que me moría de calor. Sabía que ese capullo terminaría haciéndome algo, lo que fuera, y sólo la manta podría detener lo que fuera que tuviera en mente.

Tiró de ella, impasible.

-¿Por qué?-dijo, arrastrando una silla hasta el lado de mi cama y sentándose de tal forma que nuestras caras quedaran a menos de 20 centímetros de distancia-. ¿Te estás muriendo?

-Un poco.

-Pues como si te mueres mucho. Vas a ir a esa puta fiesta. Te vas a emborrachar, y vas a tener sexo borracho con Diana. Y luego le preguntaré que si se ha hartado de ti, y si ya está lista para estar con un hombre de verdad.

-No voy a ir a la fiesta, no voy a emborracharme, y no voy a tirarme a Diana otra vez.

Alzó las cejas y comenzó a mordisquearse el piercing del labio. Quise romperle la boca por echar mano de su hipnosis en ese momento, como si yo fuera una de las tías del instituto y pudiera hacer lo que quisiera conmigo.

-Va a haber muchas minifaldas, y ya sabes lo que eso significa. En Noviembre. Las mujeres están locas, ¿eh?

-Me la sudan las minifaldas.

Bufó.

-Mira, Tommy, me parece muy bien que te hayas decidido por la honorable carrera de ermitaño, pero no voy a consentir que me dejes aparecer en la fiesta solo como si fuera un perdedor. Así que ahora mismo te vas a levantar, te vas a vestir, y vas a salir de casa.

-¿Quién coño te ha dejado entrar? ¿Ha sido papá?

-Tu madre, Alá la bendiga. Quiere lo mejor para ti, y eso incluye un buen pedo.

En momentos como ése, en los que no quería que Scott se me acercara (porque no quería que ningún ser humano lo hiciera), detestaba profundamente el haber crecido con él, que los dos hubiéramos pasado tanto tiempo en casa del otro como en la propia.

Casi podía formarme la escena en mi cabeza. Scott, llamando a la puerta. Mi madre, levantándose del sofá con un bufido al comprobar que mi padre no estaba en la zona en la que se oiría el timbre, gritando "¿Quién es?" rabiosa por perderse la mejor parte de la película (porque siempre llamaban en la mejor parte de la película, según ella), y sacudiendo la mano y gritando "está abierta" cuando Scott se identificara. Luego, un movimiento de cabeza con un "arriba, en su habitación", Scott inclinando su cabeza a modo de agradecimiento y subiendo las escaleras dando brincos.

-¿Qué cojones miras?

-Lo guapo que eres, y las ganas que tengo de fardar de ti.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora