Capítulo 36: Merida, la de Brave, sólo que en negro.

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-Tuve que sujetarla para que no le reventara la cabeza a ese tío, Tommy, en serio. Fue una locura. Nunca la había visto así, seguramente tú tampoco-sonrió-. Me sentó... no sé cómo. Era como si ya no nos necesitara. Y, justo cuando la cojo, Sabrae se le pone encima, con una barra arrancada por ella en la mano... pasé miedo, pero a la vez me gustó. Seguro que te sientes igual viendo cómo hacen una película de terror en directo.

Tragué saliva, no podía imaginarme a mi hermana de esa manera. Tenía un nudo en la garganta que no se deshacía por más que luchara contra él. Eleanor era una tocapelotas de manual, pero también era tan tierna cuando le apetecía... no podía hacerle daño a una mosca.

¿Tanto daño le habían hecho para que finalmente pudiera defenderse a ese nivel?

¿Esto venía de esa noche en el baño en la que casi le arrebatan su ser al casi conseguir robarle la libertad, o venía de antes? ¿Cuántas cosas no me habría contado? ¿Se habría acostado noches llorando porque la habían manipulado para hacer algo que no quería?

¿Se había odiado a sí misma alguna vez, cuando, recogiendo su ropa del suelo, todavía medio borracha, había tenido que salir pitando de algún baño en el que la habían follado?

-No quiero perder a mi hermana-murmuré. Scott se me quedó mirando, con los ojos brillantes durante un instante. Pensé que me lo había imaginado.

-Siguen siendo ellas, pero ya no son los bebés a los que ayudamos a aprender a caminar, T. A mí me alivia pensar que mi hermana puede defenderse sola, que no me necesita para que cuide de ella.

-Me gustaba cuidar de ella-repliqué.

-Vamos a seguir haciéndolo, ¿vale? Para algo nacimos antes que ellas. Otra cosa es que no se vayan a morir si en algún momento se quedan solas.

-Sabrae fue fuerte siempre. Eleanor, en cambio... no es propio de ella pegarle una paliza a un tío. Tuvo que haberle pasado algo malo para que llegue hasta este punto.

-La rabia es buena, en ocasiones. Y a todos nos pasan cosas malas. Te hacen espabilar-me puso la mano en el hombro y me la apretó suavemente; la calidez de nuestras pieles unidas se entremezcló. Scott siempre sabía qué hacer para animarme.

No llevaría mi sangre. Ni siquiera nos pareceríamos. Pero vaya si era mi hermano.

-Esto es culpa de 50 sombras de Grey. Ahora todas quieren ser dominatrices. Tendrás que acostumbrarte a que te den azotes.

-Cállate-respondí, y los dos nos echamos a reír-. Aun así... sigo pensando que es malo que esté rota.

Se levantó sin decir nada, lavó uno de los platos en que acababa de desayunar alguien de su familia, lo secó y me lo tendió. Lo recogí sin entender.

-¿Te molesta?

Negué con la cabeza.

-¿Sirve para defenderse?

Lo sopesé.

-No creo que te gustase que te lo rompiera en la cabeza.

Me lo quitó y lo tiró al suelo. El silencio que siguió a la rotura, en la que el plato se desparramó más como un líquido que como un sólido pesó sobre nosotros como una losa de varias toneladas sobre nuestras espaldas.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora