Capítulo 41: Khaleesi.

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Me encanta venir a ver a los Tomlinson. Escuchar las diferentes conversaciones que se desarrollan en una mesa abarrotada de gente. Es lo que sucede cuando tienes el doble de hijos que mis padres, y entre ellos se llevan menos edad que Rob y yo.

Eleanor y Louis están enzarzados en una acalorada discusión sobre quién fue el mayor exponente de la música negra. Eleanor dice que Michael Jackson. Desde que él murió, el pop es una república. Por mucho que intenten dotarle de un nuevo rey, no va a haber otro como él.

Louis está ofendido porque no cree que se pueda considerar "exponente" de la música negra a una persona que murió siendo blanco nuclear. Y eso que él es el profesor de música.

Ah, pero, claro, tenemos a Whitney Houston. Atrévete a mantener notas tan potentes como las suyas en períodos igual de largos que los mantenía ella.

Astrid pone los ojos en blanco ante algo que su madre le comenta. Diana sonríe mientras frunce el ceño por un comentario de Tommy.

Yo estoy demasiado ocupada contemplando la mano de Dan acariciando la mía, deseando encontrar una lámpara en el desierto que le haga crecer diez años en una noche.

-Tienes las manos tan suaves, Lay.

-Gracias, mi amor.

-Tienes que venir más a menudo, Lay. Te echo muchísimo de menos.

Empezaron a picarme los ojos. Cuando estoy sola en casa, disfrutando de la tranquilidad del ojo del huracán, a veces me acuerdo de él. En lo poco que se parece a su hermano y lo muchísimo que se parece a su hermana mayor. En lo inocente que es. Sólo Rob podría igualarlo.

Ash ya es más espabilada que él, a pesar de ser un par de años menor. Pero es niña. Y escucha. Aprende deprisa.

Igual que debería haber aprendido yo.

-Te quiero un montón, pequeñajo-le digo, y él me abraza la cintura y se aprieta a ella. Contengo un gemido; me está haciendo daño, pero es un daño diferente. Un daño al que no estoy acostumbrada. Es un daño tranquilo, como de recuerdo. Es tu corazón cuando te lo han roto y alguien se cruza en tu camino. "Estoy aquí, seguimos vivos, estamos bien dentro de lo que cabe".

No es el daño del infarto cuando te das cuenta de que te has vuelto a pasar de la raya. No es el daño rabioso que luego intentarán calmar con un perdón desde lo más profundo de un alma que apenas llega a los dos centímetros en su parte más honda y complicada.

-Y yo a ti, Lay-murmura contra mi cuerpo, apretando el suyo un poco más. Como siga así, no voy a poder controlarme. La presión ya llega a mis entrañas.

Y me regala el honor de ser la primera chica a la que le pide que duerma con él.

-¿No crees que vas un poco rápido para eso? Primero, deberías regalarme flores.

A mí no me regalaron flores. Pero se lo digo porque tengo que convertirlo a toda costa en un príncipe azul. Si yo no puedo disfrutarlo, por lo menos que lo haga otra.

Alguna que realmente se lo merezca.

-Te quitaré el trabajo para poder pagarte la floristería entera.

A Chris no le saldría una frase así ni aunque estudiara tres carreras relacionadas con poesía y estuviera pensando una semana entera sin parar. Qué fácil lo hacen todo los niños.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora