Capítulo 45: Abejita de flor en flor.

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-¿Dónde cojones estabas?-ladré, cogiendo a Eleanor de la cara interna del codo y arrebatándosela a Scott, que simplemente se echó a reír, a lo "vale, estás cabreado, lo pillamos, ¿tienes que hacerte de verdad el macho con tu hermana?".

Pues sí, gilipollas. Sí.

-Si querías que estuviera tirándote de las faldas toda la noche, sólo me lo tendrías que haber dicho, Jesús-bufó, zafándose de mi captura. Me giré sobre mis talones y me encaré a Scott.

-¿Y a ti qué coño te pasa, tío? ¿Te encontraste con dos y te las trabajaste a ambas?

-¿No teníamos prisa?-fue su respuesta-. Pues ya discutiremos de camino, joder.

Lo imité como mejor pude y puse los ojos en blanco; tiré de mi hermana en dirección a la salida mientras Diana iba haciendo sitio... o, más bien, anunciando nuestra salida.

Que las luces no nos hicieran justicia a ninguno o que no nos permitieran admirarla no significaba que le sentasen mal. Todo lo contrario, le daban un aire místico, casi divino, en el que su pelo rubio brillaba con un aura celestial mientras los focos violáceos y azules arrancaban chispas de diversos colores de sus ojos cada vez que se giraba y comprobaba que estábamos bien, que la seguíamos.

Y no hubo nadie que no se girara a contemplarla según pasaba, como si estuviéramos en una procesión muy esperada que, tras horas posponiéndose por culpa de la lluvia, salía triunfal al exterior.

Sabrae se nos unió cuando estábamos a punto de llegar a la salida, se agitó el pelo, se guardó un par de papeles en el bolsillo trasero de los shorts de cuero e hizo un globo inmenso con su chicle.

-Tenemos que repetir lo de esta noche, ha sido bestial.

-Menos mal que no quería subir a cantar.

-Y no quería. Hasta que supe que mi voz puede granjearme un par de polvos.

-Sabrae-suspiró Scott.

-Scott-suspiró Sabrae, imitando el tono trágico de su hermano. Se cogió la gorra y le dio la vuelta; la visera pasó a estar en su lugar, la placa brillante con el símbolo de Batman brillando contra la luz de las farolas.

-¿Tenemos tiempo a llevarlas a casa?-preguntó Scott, y yo me alegré de haber salido de la calle de las fiestas cuando lo hizo, porque sabía que tendríamos movida en el segundo en que contestara a esa pregunta.

-Podemos dejar a Eleanor de camino, pero no nos podemos desviar.

Scott se detuvo, Sabrae lo esquivó de milagro, mirando la pantalla de su móvil.

-Estás de puta coña-dijo él. Diana se paró, y con ella, todos los demás. Se volvió para disfrutar del espectáculo que era ver cómo Scott y yo nos peleábamos en serio, y no de broma. Sabíamos cómo putear al otro y nuestras broncas eran inmensas; nos importaba una mierda dar golpes bajos con tal de arrancarle al otro la razón, y lo hacíamos más a menudo de lo que quisiéramos o nos atreveríamos a admitir cuando ya no estábamos de mala uva el uno con el otro.

-¡Yo quiero ir con vosotros!-protestó Eleanor. Sabrae se levantó un poco la visera de la gorra.

-¡Tú te callas! ¿Qué dijo mamá antes de irse?

-Me importa tres cojones lo que dijera mamá.

Le solté una bofetada sin pensar. Fue automático. Ella intentó devolvérmela.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora