Capitulo 38

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El sol se había puesto por completo. Después de pasar aún más rato juntos platicando y riendo, Atenea y Regulus regresaron al castillo más sonrientes que nunca. La felicidad se podía notar incluso a la distancia en el semblante de sus rostros. El brillo de sus ojos podía convertirse en el de las estrellas fácilmente.

Ambos caminaban lentamente por los pasillos. Regulus pasó su brazo por los hombros de Atenea y después de un ligero sonrojo de parte de ella continuaron caminando.

—¿A dónde iremos ahora?— preguntó Atenea con una sonrisa mientras miraba a Regulus esperando que le surgiera otra de sus repentinas ideas.

—¿Has ido al baño de prefectos a esta hora?— preguntó Regulus mirándola con una sonrisa de reojo.

—No, vamos— respondió Atenea con emoción.

—Estoy jugando. Al único lugar al que iremos será a la cama porque mañana tenemos que continuar con los entrenamientos— dijo Regulus tranquilamente.

—Que terrible eres— respondió Atenea haciéndolo reír —¿Qué falta de los entrenamientos?—

—No mucho en realidad. Cada vez controlas mejor la magia antigua, y has mejorado mucho en el duelo, pero aún hay cosas que debes aprender—

—¿Cómo qué?—

—Artes oscuras en el duelo—

—¿Como lanzar un crucio y esas cosas?— preguntó Atenea volviendo a hacer reír a Regulus.

—¿Quieres que te enseñe eso?— preguntó Regulus deteniéndose y deteniendo a Atenea tomándola de la mano. Ella sonrió mientras lo miraba.

—La verdad, lo que sea está bien— dijo Atenea genuinamente. No importaba lo que hicieran o de lo que hablaran, pasar tiempo juntos era de sus actividades favoritas. Con él podía ser ella misma, no tenía que ser fuerte todo el tiempo, ni actuar sería o madura. Con Regulus podía ser una niña pequeña, así como una adulta sabia o una adolescente rebelde. Sólo disfrutaban y vivían.

—¿Lo que sea?— preguntó Regulus con una sonrisa —Que bueno que me dices eso. Tal vez te enseñe a dejar a tus oponentes sin cabello, o convertirlos en gallinas. Ya sabes, cosas muy útiles— dijo sarcástico y Atenea sonrió.

—Podrías enseñarme eso y seré la más feliz. Sólo quiero estar contigo, aprender cosas nuevas y asaltar la cocina juntos de vez en cuando— dijo Atenea riendo un poco.

Regulus sonrió dejando caer su cabeza un poco al lado, la miró con una sonrisa tierna y tomando aún su mano, la atrajo más hacia él.

—Yo sólo quiero que crezcas en todos los aspectos posibles, Atenea. Que tus deseos se materialicen y tus esfuerzos se vuelvan triunfos— Dijo mirándola a los ojos con una sonrisa en los labios —Y no tengo problema si en el proceso nos quedamos a la mitad del lago a ver atardeceres—

Aquel genuino y amoroso sentimiento de Regulus había llegado al corazón de Atenea y había logrado ablandarlo. Lo miró con una sonrisa, muy enternecida.

Regulus tomó el rostro de Atenea con una mano mientras con la otra aún tomaba su mano. Sonrió  y la miró a los ojos.

—Atenea, hay algo que necesito decirte— dijo Regulus, sin embargo, fue interrumpido por el eco de unos pasos a la distancia.

Era tarde ya. Los alumnos debían estar en sus habitaciones, o al menos no en él pasillo que te lleva a la salida de Hogwarts. Así que era muy probable que los pasos fueran de algún prefecto, y no les convenía meterse en problemas.

Regulus tomó a Atenea de la mano, y ambos se escondieron entre dos paredes y detrás de una enorme columna que cubría a los dos a la perfección. Atenea miraba desde abajo, mientras Regulus pasaba su brazo de forma protectora por los hombros de Atenea.

FIX MEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin